La lucha contra el cambio climático y la búsqueda de un modelo económico más sostenible están transformando el mercado laboral a nivel global. Cada vez se habla más de empleos verdes, aquellos vinculados a sectores que contribuyen a reducir el impacto ambiental, como la generación de energías renovables, la gestión de residuos, la movilidad sostenible o la producción agrícola ecológica.
En España, el Plan Nacional Integrado de Energía y Clima (PNIEC) prevé la creación de cientos de miles de puestos de trabajo en la próxima década gracias al desarrollo de infraestructuras renovables y proyectos de eficiencia energética. En América Latina, países como Chile, Colombia o Brasil también están impulsando la generación de empleo vinculado a la transición energética y la economía circular.
Pero junto a esta expansión surge un reto crucial: la calidad del empleo. Tal como recuerdan organismos internacionales como la OIT, el avance hacia una economía baja en carbono no debe reproducir desigualdades ya existentes en el mercado laboral. Según advierten sindicatos y organizaciones sociales, existe el riesgo de que muchos de estos empleos se conviertan en puestos temporales, mal remunerados o sin protección social, especialmente en sectores como el reciclaje informal o ciertas cadenas de agricultura ecológica.
La noción de justicia climática cobra aquí un papel central. No se trata solo de crear trabajos vinculados a la sostenibilidad, sino de asegurar que quienes los desempeñan disfrutan de condiciones seguras, salarios justos y acceso a derechos básicos. Como señalan desde la Organización Internacional del Trabajo, “un empleo verde no es verdaderamente sostenible si no garantiza también la dignidad de la persona trabajadora”.
En este sentido, la transición ecológica abre una oportunidad única para repensar el modelo laboral: fomentar la igualdad de género en sectores históricamente masculinizados como la energía, reconocer el valor del trabajo de cuidados comunitarios que sostiene la resiliencia climática y evitar que la economía verde se construya a costa de la precariedad.
De cara al futuro, expertos coinciden en que los empleos verdes pueden convertirse en motor de desarrollo económico y social tanto en España como en América Latina, pero solo si se integran políticas laborales sólidas y mecanismos de protección que prioricen el bienestar de las personas. Porque, como recuerdan los sindicatos europeos, no hay transición justa sin derechos laborales.