La inseguridad alimentaria aguda continúa escalando a nivel global, afectando ya a más de 295 millones de personas en 2024, casi 14 millones más que el año anterior. Así lo confirma el Informe Mundial sobre Crisis Alimentarias, publicado este viernes por la Red Mundial contra las Crisis Alimentarias, con el respaldo de agencias de Naciones Unidas como la FAO y el Programa Mundial de Alimentos (PMA).
Este aumento, que marca el sexto año consecutivo de deterioro en las regiones más frágiles del planeta, pone en evidencia un sistema alimentario global profundamente vulnerable ante los efectos del cambio climático, los conflictos prolongados y las tensiones económicas. De hecho, el número de personas en situación de hambre catastrófica —la fase más crítica de la Clasificación Integrada de la Seguridad Alimentaria (CIF)— se ha duplicado, alcanzando los 1,9 millones. Esta es la cifra más alta registrada desde que se elabora el informe, en 2016.
“Esto es algo más que un fallo del sistema: es un fallo de la humanidad”, denunció el Secretario General de la ONU, António Guterres, al presentar los resultados del informe. El líder internacional subrayó que las crisis de larga duración se ven agravadas por una preocupante reducción de los fondos destinados a asistencia humanitaria.
Conflictos y clima, principales responsables
Los enfrentamientos armados siguen siendo el detonante principal del hambre extrema. Solo en 2024, los conflictos han afectado a 140 millones de personas en 20 países y territorios. Sudán, Gaza, Sudán del Sur, Haití y Malí figuran entre los focos más graves, con poblaciones enteras enfrentando situaciones de hambruna.
Las crisis económicas —marcadas por la inflación, el desempleo y la devaluación de las monedas— también han empujado a más de 59 millones de personas a situaciones de inseguridad alimentaria en 15 países.
Además, los impactos climáticos derivados del fenómeno El Niño —como sequías severas e inundaciones— han golpeado con especial dureza a 18 países, afectando a más de 96 millones de personas. La creciente frecuencia e intensidad de estos eventos meteorológicos extremos deja al descubierto la relación directa entre emergencia climática y crisis alimentaria.
América Latina no escapa a la emergencia
En América Latina, alrededor de 20 millones de personas padecen hambre aguda, según el informe. Haití, donde casi la mitad de la población sufre esta situación, lidera el ranking regional. También enfrentan crisis Colombia, El Salvador, Guatemala, Honduras y las poblaciones migrantes en Ecuador.
En países como Colombia, la violencia persistente y los desplazamientos internos agravan la situación de miles de personas, mientras que en Guatemala y Honduras se han observado leves mejoras. El informe también alerta sobre la falta de datos en países como Cuba, Venezuela y Perú, lo que impide una evaluación completa.
Menos fondos, más desafíos
La disminución de la financiación internacional agrava aún más un panorama ya crítico. Según la directora ejecutiva del PMA, Cindy McCain, la escasez de recursos está afectando a todos los niveles del sistema humanitario, desde la reducción de los suministros alimentarios hasta el transporte logístico: “Tal y como están las cosas, no sé si podremos mantener nuestros aviones en el cielo”, advirtió.
Ante esta situación, la Red Mundial contra las Crisis Alimentarias insiste en la urgencia de reforzar los sistemas alimentarios locales y de invertir en agricultura sostenible. Según la FAO, este enfoque no solo es más eficaz —multiplica por cuatro el rendimiento de la ayuda alimentaria directa—, sino que resulta clave para construir resiliencia a largo plazo en comunidades rurales, donde el 70% de los hogares dependen directamente del trabajo agrícola.
“El mundo no puede permitirse seguir fallando a millones de personas. Invertir en agricultura es invertir en futuro”, afirmó Rein Paulsen, director de la Oficina de Emergencia y Resiliencia de la FAO.