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El último informe de la Organización Meteorológica Mundial (OMM) confirma un dato preocupante: 2024 se perfila como el primer año en superar en más de 1,5 °C la temperatura promedio de la era preindustrial. Con una media global cercana a los 1,55 °C por encima de los niveles de 1850-1900 (con un margen de incertidumbre de ± 0,13 °C), este año se convierte en el más cálido de los 175 años de registros observacionales.
2024, el primer año en superar los +1,5 °C preindustriales

El informe también alerta sobre la concentración de dióxido de carbono en la atmósfera, que ha alcanzado su punto más alto en los últimos 800.000 años. En los océanos, la situación es igual de alarmante: los últimos ocho años han marcado récords consecutivos en contenido de calor, mientras que el nivel del mar se eleva a un ritmo cada vez mayor, duplicando la velocidad registrada desde el inicio de las mediciones satelitales.

El calentamiento global a largo plazo ya se encuentra entre 1,34 y 1,41 °C por encima de la referencia preindustrial. Para el Secretario General de la ONU, António Guterres, el planeta está enviando “señales de socorro”, pero aún es posible limitar el aumento de la temperatura si se adoptan medidas urgentes. "Los líderes deben actuar ahora, apostando por energías renovables limpias y accesibles", instó Guterres, recordando que en 2025 los países deberán actualizar sus compromisos climáticos nacionales.

Las temperaturas récord de 2023 y 2024 no solo responden al aumento sostenido de emisiones de gases de efecto invernadero. También han influido fenómenos climáticos como el paso de La Niña, que tiende a enfriar el planeta, a El Niño, que lo calienta. Otros factores, como la actividad solar, erupciones volcánicas y la reducción de aerosoles contaminantes, podrían haber contribuido a este ascenso inusual de las temperaturas.

La secretaria general de la OMM, Celeste Saulo, advirtió sobre las consecuencias visibles de este calentamiento. "Los océanos siguen absorbiendo calor, el nivel del mar no deja de subir y la criosfera se derrite a un ritmo alarmante", señaló. La pérdida de hielo marino en la Antártida y el retroceso de los glaciares alcanzaron niveles históricos, mientras que los fenómenos meteorológicos extremos continúan causando estragos en distintas regiones del mundo.

El desafío de anticiparse a los desastres

Las condiciones climáticas extremas de 2024 provocaron el mayor número de desplazamientos en 16 años, agravando crisis alimentarias y ocasionando enormes pérdidas económicas. Ante este escenario, la OMM insiste en la necesidad de reforzar los sistemas de alerta temprana, esenciales para mitigar el impacto de ciclones, inundaciones y sequías. "Apenas la mitad de los países cuentan con sistemas de alerta adecuados. Es imperativo cambiar esto", enfatizó Saulo. Además, subrayó la urgencia de invertir en servicios meteorológicos y climáticos para construir comunidades más resilientes y seguras.

Con las evidencias científicas en la mesa, el mensaje es claro: el tiempo para actuar se agota.

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