Publicado el
Ocho años después de la firma del Acuerdo de París, un informe de la Fundación Bertelsmann sitúa a Suecia, Finlandia, España y Dinamarca a la vanguardia de la sostenibilidad global gracias a políticas eficaces en protección climática, transición energética y economía circular. En contraste, países como Canadá, Australia, Israel, Polonia y Hungría muestran rezagos y necesitan intensificar sus esfuerzos. El estudio analiza y compara las estrategias de 30 países de la OCDE y la UE en su camino hacia un futuro descarbonizado.
España lidera la carrera climática

Desde la firma del Acuerdo de París ya han pasado 8 años, donde los gobiernos de todo el mundo se comprometieron a alcanzar la neutralidad climática para 2050. Un objetivo tan ambicioso como crucial, que obliga a los países a reducir emisiones, transformar sus sistemas energéticos y avanzar hacia economías sostenibles. En este contexto, un informe reciente de la Fundación Bertelsmann, titulado Indicadores de Gobernanza Sostenible (SGI), sitúa a España y a los países nórdicos —Suecia, Finlandia y Dinamarca— a la cabeza de los avances globales en este esfuerzo.

El estudio, elaborado por expertos en gobernanza y sostenibilidad, examina tres ámbitos prioritarios: la implementación de políticas climáticas coherentes, el desarrollo de sistemas energéticos descarbonizados y la preparación para una economía circular. Frente a los progresos destacados de España y las naciones nórdicas, países como Canadá, Australia, Israel, Polonia y Hungría han sido señalados por la necesidad de redoblar esfuerzos para no quedar rezagados.

Liderazgo basado en políticas climáticas sólidas

Según el SGI, el liderazgo de España y los países nórdicos no responde a un hecho aislado, sino a la implementación de objetivos claros y planes de acción detallados en múltiples sectores. Estas estrategias, reforzadas por sistemas de monitoreo efectivos, permiten medir el progreso a partir de indicadores clave y corregir desviaciones con rapidez.

Christof Schiller, director del proyecto SGI y experto en gobernanza de la Fundación Bertelsmann, subraya la importancia de este enfoque integral: “Los países con estrategias climáticas bien definidas están más avanzados en transiciones energéticas y adopción de prácticas circulares. La combinación de planificación a largo plazo y una supervisión ejecutiva efectiva acelera la transformación económica y social”.

En esta categoría, España ocupa el tercer puesto. La Ley de Cambio Climático y Transición Energética, aprobada en 2021, establece objetivos concretos para 2030, como la reducción de emisiones y el impulso a la generación de energía renovable. Esta normativa también incluye el Plan Nacional de Adaptación al Cambio Climático, que cuenta con un sistema de seguimiento mediante informes quinquenales. Además, el Plan de Recuperación, Transformación y Resiliencia (PRTR) ha destinado importantes recursos a proteger la biodiversidad y a desarrollar infraestructuras de movilidad sostenible. Sin embargo, España aún enfrenta retos significativos, como el mantenimiento de ciertos subsidios a los combustibles fósiles.

Suecia, por su parte, lidera este ámbito gracias a su larga tradición de políticas climáticas ambiciosas y un riguroso sistema de monitoreo. No obstante, recientes decisiones del actual gobierno sueco para flexibilizar algunas normativas ambientales han suscitado preocupación. Ciertamente, la descarbonización del sistema energético es clave para la neutralidad climática. El informe también destaca la necesidad de descarbonizar el sector energético, responsable de tres cuartas partes de las emisiones globales de gases de efecto invernadero. En este apartado, España ocupa el cuarto puesto, tras haber adelantado para 2023 objetivos que inicialmente estaban previstos para 2025.

El Gobierno español ha destinado cerca del 40 % de los fondos a la transición ecológica, con inversiones significativas en energías renovables e infraestructuras sostenibles. Medidas como la integración de criterios ambientales en los procesos de contratación pública refuerzan esta apuesta por la sostenibilidad a largo plazo.

Economía circular: el desafío del futuro

Mientras que la economía circular aún está en fases incipientes en muchas regiones, el informe SGI reconoce los avances de 20 de los 30 países analizados en la UE y la OCDE. España se sitúa en el quinto lugar, gracias a la implementación de la Estrategia Española de Economía Circular (EEEC), que plantea objetivos cuantificables de cara a 2030.

Un elemento clave en esta transición es la Comisión Interministerial para la Economía Circular, encargada de supervisar la implementación y evaluar los avances en reuniones periódicas. Por su parte, Finlandia y Suecia encabezan este proceso, destacándose por integrar sus estrategias circulares en la evaluación presupuestaria nacional y otros objetivos medioambientales.

Un camino con retos, pero con ejemplos a seguir

Los datos del informe SGI reflejan que, si bien el camino hacia la neutralidad climática está lleno de desafíos, países como España y las naciones nórdicas están trazando rutas claras y efectivas. El progreso no solo se mide en cifras, sino en la coherencia de las políticas, la eficiencia de los sistemas de supervisión y la capacidad de adaptación a los nuevos desafíos climáticos.

La transición hacia una economía descarbonizada y circular no es solo una necesidad ambiental, sino también una oportunidad para redefinir el crecimiento económico y social en el siglo XXI. Frente a las incertidumbres globales, los países que lideran esta transformación están demostrando que el compromiso y la acción política son las claves para alcanzar un futuro sostenible.

¡Comparte este contenido en redes!

Este sitio utiliza cookies de terceros para medir y mejorar su experiencia.
Tu decides si las aceptas o rechazas:
Más información sobre Cookies