Desde este lunes y hasta el próximo 22 de noviembre, Bakú, la capital de Azerbaiyán, se convierte en el epicentro de la acción climática global al albergar la Conferencia de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático, COP29. Este encuentro, que reúne a representantes de gobiernos, científicos, organizaciones de la sociedad civil y altos funcionarios de la ONU, busca avanzar en soluciones concretas para enfrentar el calentamiento global, con énfasis en asegurar los fondos necesarios para la adaptación y mitigación climática.
Entre los principales objetivos de esta edición destaca el establecimiento de un Nuevo Objetivo Cuantitativo Colectivo (NCQG, por sus siglas en inglés), un compromiso financiero ambicioso que permita impulsar la transición ecológica y energética, especialmente en los países en desarrollo. Según la expresidenta de la Asamblea General de la ONU, María Fernanda Espinoza, presente en la COP29 como miembro de la Comisión Internacional de Consejeros, este objetivo debe ser ambicioso y responder a las necesidades de las economías más vulnerables.
Espinoza subraya que para lograr una transición efectiva, es imprescindible establecer una cifra realista pero significativa que permita a los países reducir emisiones, retirar dióxido de carbono de la atmósfera y potenciar su capacidad de adaptación. “Hablamos de pasar de billones a trillones en financiamiento climático, con prioridad para los pequeños Estados insulares en desarrollo y los países menos desarrollados, quienes enfrentan los mayores desafíos climáticos con recursos limitados”, destacó en una entrevista con Noticias ONU.
A pesar de los compromisos adquiridos en el pasado, los datos científicos confirman un incremento de las emisiones globales, en lugar de su reducción. Este panorama hace urgente no solo fijar metas de financiación, sino también determinar las fuentes de estos recursos, priorizando a las naciones que más sufren los impactos del cambio climático.
La COP29 también buscará avanzar en compromisos alcanzados previamente, como los establecidos tras el Global Stocktake, una evaluación intermedia de los Acuerdos de París. Además, se pretende reforzar las metas globales de adaptación y finalmente implementar el artículo 6 sobre mercados de carbono, un punto de debate pendiente desde hace más de una década. Otro aspecto clave es la operatividad del Fondo de Pérdidas y Daños, diseñado para asistir a los países afectados por desastres climáticos severos. Espinoza enfatizó la importancia de dotarlo de recursos suficientes para hacerlo funcional y eficaz frente a crisis inesperadas.
Además de los retos financieros y técnicos, la COP29 también aborda aspectos sociales, como la adopción de decisiones relacionadas con el Programa de Trabajo de Lima, que promueve la integración de género en las políticas climáticas. Espinoza señaló que el Plan de Acción de Género es crucial para garantizar que la lucha contra el cambio climático sea inclusiva y equitativa.
Esta conferencia representa mucho más que un encuentro político: es una oportunidad para garantizar la seguridad climática global. Las decisiones que se tomen en Bakú no solo impactarán los próximos diez años, sino que definirán las bases para construir una respuesta mundial más solidaria, justa y efectiva frente a la crisis climática. Como subraya Espinoza, “sin los recursos adecuados y compromisos políticos sólidos, el futuro de nuestra seguridad climática está en riesgo”.