Los pastos marinos, plantas con flores que prosperan en aguas poco profundas, se extienden desde los trópicos hasta el círculo polar ártico, creando vastas praderas submarinas que albergan hábitats complejos y biodiversos. Aunque ocupan solo el 0,1% del lecho marino, son cruciales para una miríada de especies, desde peces hasta tortugas, y respaldan importantes pesquerías a nivel mundial. Además de su papel como refugio y sustento, los pastos marinos son campeones en la mejora de la calidad del agua al filtrar y almacenar nutrientes, así como en la absorción de carbono, lo que los convierte en aliados vitales en la lucha contra el cambio climático.
El Día de los Pastos Marinos, proclamado el 1 de marzo por la Asamblea General en mayo de 2022, destaca la urgente necesidad de concienciar y proteger estos ecosistemas fundamentales. A pesar de su valor, solo una cuarta parte de las praderas marinas están protegidas, y enfrentan múltiples amenazas, desde el desarrollo costero hasta la contaminación y el cambio climático. El declive de los pastos marinos, evidente desde la década de 1930, se ha acelerado en años recientes, con una pérdida anual del 7%.
Aunque la situación es preocupante, existen razones para el optimismo, con ejemplos de restauración exitosa que demuestran la efectividad de las intervenciones humanas. Concienciar sobre la importancia de estos ecosistemas es crucial para su preservación, ya que ofrecen beneficios que van desde la seguridad alimentaria hasta la protección costera y la mitigación del cambio climático.
La protección y restauración de los pastos marinos no solo beneficiará la vida marina, sino que también respaldará los objetivos económicos, sociales y medioambientales de los países. Desde el cumplimiento de los Objetivos de Desarrollo Sostenible hasta los compromisos climáticos internacionales, estos ecosistemas desempeñan un papel fundamental en la sostenibilidad global y deben ser priorizados en la agenda política y de conservación a nivel mundial.