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Los edificios son responsables del 40 % del consumo de energía en la Unión Europea. Y un 75 % de ellos no son eficientes. En España ocho de cada diez también suspenden en gasto energético e impacto ambiental. Un informe publicado por BBVA afirma que la nueva Directiva Europea de Eficiencia Energética de la Edificación pretende convertir la eficiencia energética en un valor de mercado y mejorar las rehabilitaciones.
Hacia una nueva generación de edificios sostenibles

Los edificios sostenibles son estructuras diseñadas y construidas de manera consciente para minimizar su impacto ambiental y promover la eficiencia energética, el uso responsable de los recursos y el bienestar de sus ocupantes. Estos edificios se crean mediante la incorporación de prácticas y tecnologías que reducen el consumo de energía, el desperdicio de agua y la emisión de gases de efecto invernadero. Algunas características comunes de los edificios sostenibles incluyen:

  1. Eficiencia energética: Los edificios sostenibles están diseñados para minimizar el consumo de energía. Esto se logra mediante la utilización de sistemas de iluminación LED, aislamiento térmico adecuado, ventanas de alta eficiencia energética y equipos electrodomésticos eficientes. Además, se pueden incorporar fuentes de energía renovable, como paneles solares o turbinas eólicas, para generar electricidad.
  2. Uso responsable del agua: Los edificios sostenibles buscan reducir el consumo de agua mediante la instalación de sistemas de recolección y reutilización de agua de lluvia, la implementación de tecnologías de bajo flujo en grifos y sanitarios, y el diseño de paisajes que requieran menos riego.
  3. Materiales sostenibles: La elección de materiales de construcción es crucial para la sostenibilidad de un edificio. Se priorizan aquellos materiales renovables, reciclados o de bajo impacto ambiental. Además, se fomenta la utilización de productos locales para reducir la energía y las emisiones asociadas con el transporte.
  4. Calidad ambiental interior: Los edificios sostenibles se diseñan para proporcionar un ambiente interior saludable y confortable. Esto implica la consideración de aspectos como la calidad del aire, la ventilación adecuada, la iluminación natural, la acústica y la elección de materiales no tóxicos.
  5. Diseño bioclimático: Los edificios sostenibles se adaptan al entorno en el que se encuentran, aprovechando los recursos naturales disponibles. Por ejemplo, se pueden utilizar estrategias de diseño que maximicen la iluminación natural y la ventilación cruzada, reduciendo así la dependencia de sistemas mecánicos.
  6. Gestión de residuos: Durante la construcción y operación del edificio, se promueve la minimización de residuos y la correcta gestión de los mismos. Esto implica la separación y reciclaje de materiales, así como la implementación de programas de compostaje.

Un artículo recientemente publicado por BBVA afirma que, actualmente, ocho de cada diez edificios en España suspenden en eficiencia energética. Esto se traduce en un mayor gasto en energía, en un mayor impacto medioambiental y en una menor calidad de vida. Si atendemos a nuestros vecinos, nos encontramos con que el 75 % de los edificios de los países de la Unión Europea son ineficientes, y solo el 1 % se renueva cada año.

Se calcula que los edificios son los responsables del 40 % del consumo de energía de la Unión Europea: cerca de un 80 % de la energía que consumimos los ciudadanos se destina a calentar o enfriar nuestros hogares y al agua caliente sanitaria. Además, los edificios también están detrás del 36 % de las emisiones de gases de efecto invernadero (GEI) relacionadas con la energía. Por ello, rehabilitar los que ya existen y garantizar la eficiencia de las nuevas construcciones está entre los grandes objetivos de la Unión Europea para lograr la descarbonización y alcanzar la neutralidad climática en 2050.

Los expertos explican que cada vez que encendemos los radiadores o los aparatos de aire acondicionado, gran parte del calor o el frío que lanzan se escapa al exterior. Lo hace a través de fachadas mal aisladas, rendijas de puertas y ventanas y sistemas de climatización poco eficientes. Al menos, así sucede en la gran mayoría de los edificios de España y del resto de los países de la Unión Europea.

La buena noticia es que, en este escenario, Bruselas ha pisado el acelerador para cambiar esta realidad. La propuesta de la Directiva de Eficiencia Energética de la Edificación de la Unión Europea tiene como objetivo mejorar la eficiencia energética de los edificios y, además, hacer que ésta pase a tener más importancia en el mercado. Conseguir que, cuando busquemos una nueva vivienda, la eficiencia energética deje de ser un dato irrelevante para convertirse en un valor clave. La nueva Directiva de Eficiencia Energética de la Edificación busca reducir el consumo de energía y las emisiones de gases de efecto invernadero de los edificios, acelerar las tasas de renovación y promover la adopción de energías renovables. Estos son algunos de los puntos más relevantes y novedosos de la directiva:

“La nueva directiva supone un cambio importante para numerosos procesos a nivel constructivo y de edificación”, explica Raquel Díez, directora de Proyectos de Green Building Council España (GBCe), una organización centrada en la edificación sostenible. “Una de las más importantes es que se van a empezar a exigir unos estándares mínimos de rendimiento energético. Para los edificios residenciales se exigirá un nivel E para 2030 y una D para 2033. Con esto, se busca acelerar la rehabilitación del parque edificado empezando por la mejora de las viviendas más ineficientes y consumidoras de energía”.

De acuerdo con la directora de Proyectos de GBCe, todavía no se sabe si esto será obligatorio para todas las viviendas o solamente para aquellas que se ofrezcan en el mercado. “El texto es todavía un poco ambiguo, pero todo estará más claro cuando se apruebe la directiva, probablemente a finales de 2023 o principios de 2024”, explica. Los edificios públicos y los no residenciales, por otro lado, deberán alcanzar las categorías mínimas E y D en 2027 y 2030, respectivamente.

La publicación de BBVA afirma que la segunda gran novedad tiene que ver con el impacto medioambiental de los edificios. Hasta ahora, las directivas presentadas tenían como objetivo limitar el consumo y las emisiones de un edificio durante su uso (relacionadas con la calefacción, la refrigeración o el agua caliente, por ejemplo).

La nueva norma, sin embargo, busca que se mida la huella de carbono a través del indicador de potencial de calentamiento global de los nuevos edificios (y quizá también las grandes rehabilitaciones) teniendo en cuenta todo su ciclo de vida. Esto implica tener en cuenta las emisiones derivadas de la extracción y fabricación de los materiales hasta su puesta en obra, pasando por el mantenimiento y el desmantelamiento del edificio al final de su vida útil.

Se espera que para 2050 todos los inmuebles comunitarios sean de cero emisiones. Es decir, edificios que consumen lo mismo que generan gracias al uso de energías renovables, por un lado, y a su alta eficiencia energética, por el otro. Estas construcciones van un paso más allá de los edificios de consumo de energía casi nulo, que tienen un consumo mínimo gracias a las buenas características de su envolvente y sus instalaciones, pero que no son autosuficientes.

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