Las empresas tienen un rol fundamental que cumplir en la lucha por detener la emergencia climática. El sector privado desempeña un papel crucial en la transición justa al comprometerse con la sostenibilidad, crear empleos sostenibles, colaborar con las partes interesadas, invertir en investigación y desarrollo, y ser transparentes en sus acciones. Pero, ante es que nada resulta importante recordar a qué hacemos referencia cuando hablamos de transición justa.
Una publicación recientemente elaborada por el Pacto Mundial de las Naciones Unidas España explica que la transición justa significa abordar de manera simultánea y coherente las tres dimensiones del desarrollo sostenible (medioambiental, social y económica), haciendo hincapié en el papel del trabajo decente en la generación de un crecimiento y un desarrollo económico sostenible e integrador. Este concepto nace de las Directrices para una transición justa hacia economías y sociedades ambientalmente sostenibles para todos que la OIT lanzó en 2015.
Los especialistas advierten que este proceso debe orientar en la búsqueda de la identificación y adopción de medidas para lograr una economía más adaptada al cambio climático. Pero, también, hacia una economía más ecológica, baja en carbono y con un tratamiento equitativo basado en la solidaridad. Un planteamiento que reduce los efectos negativos sobre la tierra, la sociedad y la economía que tiene el calentamiento global. Un modelo que promueve la sostenibilidad empresarial como el lenguaje de las empresas del futuro.
En el último tiempo, se ha instalado con fuerza en la agenda mediática la importancia de detener la emergencia medioambiental, en este contexto han surgido nuevos conceptos como “justicia climática”, pero ¿En qué se diferencia la transición justa de la justicia climática? El documento del Pacto Mundial sostiene que ambos términos son elementos esenciales para el mundo empresarial; la justicia climática ha pasado de afectar únicamente a la relación entre países que contaminan y países que sufren las consecuencias a afectar a las empresas. Por ejemplo, se ha acercado a temáticas como los derechos de las personas trabajadoras y la sostenibilidad empresarial. Aunque la transición justa tenga sus orígenes en el movimiento laboral, se ha complementado este enfoque con las estrategias de adaptación al cambio climático y resiliencia.
¿Qué pueden hacer las empresas en la transición justa?
En un escenario como el actual, marcado por la crisis climática y en el cual lo que escasea es el tiempo para la acción, las empresas pueden - y deben - trabajar con arreglo a los planes de transición hacia la neutralidad climática. En este sentido, los principios de transición ofrecen directrices para maximizar simultáneamente los beneficios dirigidos a la población.
Adoptar este enfoque beneficiará las personas, pero también a las empresas al reforzar la licencia para desarrollar su actividad atenuando los riesgos financieramente significativos. En base este paradigma, la publicación establece siete acciones prioritarias para aplicar los principios de la transición justa:
Siguiendo este esquema, algunas de las acciones que puede realizar con:
Entre otras cosas, el apoyo empresarial parte de una conducta responsable y del respeto de los derechos, incluidos los laborales. De esta manera, la base de la transición justa es el diálogo social y la implicación de los grupos de interés donde destacan como acciones prioritarias:
Finalmente, un punto fundamental a tener en cuenta en este proceso es el económico. El documento lo expone con claridad: la transición justa es posible sólo si se invierte con ello. Por este motivo, es vital hacer un llamamiento a los agentes financieros para que desarrollen y materialicen este potencial. La toma de decisiones financieras es un ámbito que abre las puertas a un papel de liderazgo para las finanzas en la transición justa.
De este modo, la transición necesita de asociaciones con gobiernos, personas trabajadoras, empresas y sociedad para medir riesgos, aprovechar oportunidades y contribuir a una infraestructura de información sólida. Además, un modelo asociativo nos ayudará superar el tsunami de normativas sobre sostenibilidad, como ya adelantamos como tendencia sostenible en este año.