La pandemia, el teletrabajo y la crisis económica han influido a los españoles en varios aspectos que tienen que ver con lo que comen, cómo lo hacen y con quién. Si bien estas transformaciones afectan a casi toda la sociedad, la peor situación la sufren los hogares con mayor número de miembros y los que tienen menores ingresos. Así lo explica el informe “Sociedad y decisión alimentaria en España”, que han presentado recientemente el Instituto Universitario CEU Alimentación y Sociedad y Fundación MAPFRE. El estudio, resultado de una encuesta representativa realizada a cerca de 2.000 personas mayores de edad tiene como objetivo dar a conocer los factores que más impactan en los hábitos de compra y consumo de alimentos y bebidas, así como analizar el conocimiento y la percepción en sostenibilidad alimentaria.
Las principales conclusiones de la investigación muestran que en España se consumen más productos frescos, más hombres y mujeres que cocinan y más tiempo dedicado a las tres comidas principales, sobre todo, durante el fin de semana. En este sentido, los expertos afirman que los comportamientos dietéticos son por lo general más saludables que en los últimos años, pero contrastan con nuevos hábitos, como el de la llamada “alimentación silenciosa”, más frecuente entre los jóvenes, y que consiste en sentarse con la única compañía de una bandeja y con la vista fija en una pantalla, un hábito perjudicial, ya que, según los expertos, compartir la comida está relacionado con una dieta más saludable y hace que las personas sean más felices.
Sin embargo, es cada vez más frecuente ver a personas comer en compañía del teléfono móvil o la televisión. Según el estudio, las y los españoles realizan las tres comidas principales (9 de cada 10) y con respecto a hace cinco años dedican más tiempo a todas ellas: una media de 17 minutos a desayunar (el 26% de pie), 37 minutos al almuerzo, y 30 a la cena. A pesar de la alta proporción de españoles que declara comer y cenar en compañía de familiares o amigos (entre el 64% y el 86%, dependiendo de si es de lunes a viernes o en fin de semana o festivo), destaca la alta proporción de personas que comen (39,7%) y cenan (38,4%) en el hogar, viendo la televisión u otro tipo de pantallas, un porcentaje que supera al número de personas que comen sentados, conversando y los que prestan atención a la comida.
Destaca el hecho de que los mayores de 65 años son los que con mayor frecuencia comen sentados y prestan atención a la comida; los jóvenes de 18 a 30 años, los que habitualmente comen de pie; y los que tienen entre 31 y 64 años, que son los que con mayor regularidad se sientan a la mesa y aprovechan para conversar, una tendencia que ha descendido notablemente en los últimos años.
Otro de los elementos centrales que ha modificado los hábitos alimenticios ha sido el teletrabajo. Según el informe, esta nueva modalidad laboral ha modificado sustancialmente los ritmos alimentarios de la población española. Lo realiza de forma regular el 45,6% de los encuestados (el 27,8% a partir de pandemia), principalmente los jóvenes entre 18 y 30 años (54,8%), con mayores niveles de renta y residentes en municipios grandes. Aquellos que trabajan en remoto cocinan más; consumen más frutas, verduras y legumbres, y menos fritos, precocinados y bebidas alcohólicas; dedican un cuarto de hora más de tiempo a comer; y lo hacen en mayor medida frente a la televisión u otro tipo de pantalla (un 40% más que antes), así como en compañía de la familia (un 49% más que antes).
Por otra parte, en cuanto a la calidad de la alimentación, el estudio advierte que existe una relación directa entre tener menos ingresos y tener una peor alimentación. Evidentemente, la pandemia no ha afectado económicamente de la misma forma a los españoles. Según la encuesta, la mitad (51,7%) reconoce que “no ha variado” su situación económica tras la pandemia, un dato que contrasta con el 35,5%, que asegura que “sí ha empeorado”, y con el 12,9% que afirma que “ha mejorado”.
La investigación destaca, además, que cuanto menor es el nivel de ingresos, la dieta es de peor calidad, la frecuencia con la que se adquieren productos de menor precio es mayor y disminuye el consumo de alimentos frescos (frutas, verduras y hortalizas), así como carne y pescado. También llama la atención el hecho de que el porcentaje de personas que han disminuido el consumo de alimentos frescos (53.9%) es notablemente mayor en los hogares con mayor número de miembros, que son en los que por lo general conviven menores y ancianos, los grupos más vulnerables desde el punto de vista nutricional.
Además, el informe revela que la mayoría de la población adulta come “alguna vez” fuera de casa, ya sea los días de diario o los fines de semana: 3 de cada 4 lo hace “alguna vez” fuera de casa los días de diario y cerca de 9 de cada 10, los fines de semana. Entre las razones para salir a comer a diario destaca la falta de tiempo para hacerlo en casa, y en el que caso de salir a comer o cenar los fines de semana, los motivos principales son: ocio (60%), relaciones sociales (41%) y comodidad (38%).
En relación a los modos de consumir, el informe explica que, en el momento de hacer la compra, la mayoría de los encuestados se fija principalmente en la fecha de caducidad del producto, seguido del precio y de si es saludable, es decir, sin elevado contenido en azúcares, grasas saturadas y ultraprocesados, entre otros factores. También llama la atención determinados factores que, aun sin ser los prioritarios, sí se tienen en cuenta cada vez más por parte de los consumidores: marca comercial, que el producto tenga “valor añadido”, es decir, con vitaminas y calcio, entre otros, y que no tenga alérgenos. El informe destaca que ha disminuido la compra en el mercado tradicional y las tiendas de barrio y que se ha incrementado en los hipermercados (para productos no perecederos) y supermercados (para productos frescos). En comparación con años anteriores, han aumentado de forma significativa las personas que compran distintos alimentos (13% en 2015 y 28,4% en 2022) y en distintos lugares (15,4% en 2015 y 26,2% en 2022) en función de si es a principio o final del mes.
Finalmente, los expertos afirman que la sostenibilidad vinculada a la alimentación tiene una importancia media entre los españoles (6,2 sobre 10). Sólo cuatro de cada 10 encuestados (44,7%) considera que su dieta es sostenible y su disposición a pagar más por alimentos de este tipo es baja (4,7 sobre 10). Para la mayoría, este concepto se asocia con respeto a la biodiversidad y a los ecosistemas, generación de pocos residuos y alimentos ecológicos, poco procesados y de origen local. Los alimentos que más se vinculan con una dieta sostenible son las frutas, verduras y frutos secos. Para que la dieta sea más sostenible, los españoles optan por reciclar envases y evitar el desperdicio alimentario (3 de cada diez afirma que nunca tira alimentos a la basura), para lo cual reaprovechan las sobras (refrigerar y/o congelar para más tarde), preparan recetas con los restos y planifican la compra y las comidas.
Puedes descargar el informe completo en:www.fundacionmapfre.org.