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“Necesitamos un nuevo contrato social, que pueda reparar las injusticias y eliminar las múltiples brechas existentes, al tiempo que transforma el futuro”, esta es una de las principales conclusiones que emerge del informe “Reimaginar juntos nuestros futuros",  elaborado por una comisión internacional de expertos en educación convocada por La Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (UNESCO). El documento propone un cambio de paradigma en relación con el conocimiento, la educación y el aprendizaje en un mundo de creciente complejidad, incertidumbre y precariedad. No será tarea fácil, pero la educación es una gran herramienta de transformación y re-pensarla es nuestro mayor desafío.

El informe afirma que la humanidad y el planeta Tierra están amenazados. La pandemia solo ha servido para demostrar nuestra fragilidad y nuestra interconexión. Ahora es necesario actuar urgentemente, de forma conjunta, para cambiar el rumbo y reimaginar nuestros futuros. Esta investigación, elaborada por la Comisión Internacional sobre los Futuros de la Educación, reconoce el poder de la educación para provocar un cambio profundo. Nos enfrentamos a un doble reto, advierten los expertos, cumplir la promesa de garantizar el derecho a una educación de calidad para todos los niños, jóvenes y adultos, y aprovechar plenamente el potencial transformador de la educación como vía para un futuro colectivo sostenible. Para ello, necesitamos un nuevo contrato social para la educación que pueda reparar las injusticias, al tiempo que transforma el futuro.

Si el texto deja algún mensaje, es este: tenemos que adoptar medidas urgentes para cambiar el rumbo porque el futuro de las personas depende del futuro del planeta, y ambos están en peligro. El informe propone un nuevo contrato social para la educación, que tiene como objetivo reconstruir las relaciones entre nosotros, con el planeta y con la tecnología. Asimismo, se expone que la educación puede verse en términos de un contrato social, un acuerdo implícito entre los miembros de una sociedad para cooperar en pro de un beneficio común. Un contrato social es más que una simple transacción, ya que refleja normas, compromisos y principios que se legislan formalmente y están integrados culturalmente. El punto de partida es una visión compartida de las finalidades públicas de la educación. Este contrato consiste en los principios fundamentales y organizativos que estructuran los sistemas educativos, así como en el trabajo llevado a cabo para construirlos, mantenerlos y perfeccionarlos.

Los expertos analizan que hay tres preguntas esenciales que debemos formular sobre la educación de cara a 2050: ¿Qué debemos seguir haciendo? ¿Qué debemos dejar de hacer? ¿Qué debemos reinventar completamente? De este modo, con un horizonte puesto en un plazo de 30 años desde hoy, el reporte aboga reexaminar y replantear la educación para promover escenarios más justos y sostenibles a partir de dos principios fundamentales:

  1. Garantizar el derecho a una educación de calidad a lo largo de toda la vida: El derecho a la educación, tal como se establece en el artículo 26 de la Declaración Universal de los Derechos Humanos, debe seguir siendo la base del nuevo contrato social para la educación y debe ampliarse para que incluya el derecho a una educación de calidad a lo largo de toda la vida. También debe abarcar el derecho a la información, la cultura y la ciencia, así como el derecho a acceder y contribuir al conocimiento común, los recursos de conocimiento colectivo de la humanidad que se han acumulado a lo largo de generaciones y que se transforman continuamente.

  2. Reforzar la educación como proyecto público y bien común: Como iniciativa social compartida, la educación crea objetivos comunes y permite que individuos y comunidades prosperen juntos. Un nuevo contrato social para la educación no solo debe garantizar la financiación pública de la misma, sino también incluir un compromiso de toda la sociedad para incluir a todos en los debates públicos sobre la educación. Este énfasis en la participación es lo que refuerza la educación como un bien común, una forma de bienestar compartido que se elige y que se logra conjuntamente. Estos principios fundamentales se basan en lo que la educación ha permitido a la humanidad lograr hasta ahora y contribuyen a garantizar que, a medida que avanzamos hacia 2050 y más allá, la educación capacite a las generaciones futuras para reimaginar su futuro y cambiar el mundo.

Este nuevo contrato social debe basarse en los derechos humanos y en los principios de no discriminación, justicia social, respeto a la vida, dignidad humana y diversidad cultural. Debe incluir una ética de cuidado, reciprocidad y solidaridad. Debe reforzar la educación como un proyecto público y un bien común. Para lograrlo la investigación de la UNESCO nos revela cinco pilares fundamentales:

  • Pedagogía: debería organizarse bajo los principios de cooperación, colaboración y solidaridad.
  • Currículo: orientar los planes de estudios hacia un aprendizaje ecológico, intercultural e interdisciplinario, y educar para los derechos humanos, la ciudadanía activa y la participación democrática.
  • Docentes: la enseñanza debe profesionalizarse aún más y los docentes deben ser reconocidos como generadores de conocimiento y figuras clave en la transformación educativa y social.
  • Escuela: las escuelas deben convertirse en lugares educativos protegidos y de cuidados, que promueven la inclusión, la equidad y el bienestar individual y colectivo.
  • Aprendizaje continuo: el aprendizaje debe ser un derecho que se desarrolle a lo largo de toda la vida. Por eso, las oportunidades educativas han de brindarse en distintos espacios naturales, culturales y sociales, tanto físicos como virtuales.

Con un enfoque cooperativo y colaborativo, el informe lanza un llamado urgente a los líderes políticos, a las comunidades escolares y a la sociedad en general para establecer un nuevo contrato social en el que la educación sea un motor de transformación de nuestras sociedades ante un mundo cuya sostenibilidad se encuentra bajo amenaza. Aunque parezca una misión titánica, la UNESCO se muestra optimista y afirma que el cambio y la innovación a gran escala son posibles. Y, por consiguiente, lograremos construir un nuevo contrato social para la educación a través de millones de actos individuales y colectivos: actos de valor, de liderazgo, de resistencia, de creatividad y de empatía. Un nuevo contrato social debe superar la discriminación, la marginación y la exclusión. Debemos concentrar nuestros esfuerzos en garantizar la igualdad de género y los derechos de todos independientemente de la raza, etnia, religión, discapacidad, orientación sexual, edad o ciudadanía. Es necesario un compromiso masivo con el diálogo social, el pensamiento y la acción conjunta.

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