Desde Woman Action Sustainability (WAS), Asociación sin ánimo de lucro cuyo fin principal es elevar la sostenibilidad al primer nivel estratégico de las empresas, entidades, instituciones y de la sociedad, plantean la relevancia del sector alimentario para lograr una transición medioambiental justa. En este sentido, afirman que los sistemas alimentarios son responsables de un tercio de las emisiones antropogénicas de gases de efecto invernadero, y el principal causante de pérdida de biodiversidad y de uso de agua. Partiendo de esta premisa, junto a KPMG han elaborado el informe “La transformación sostenible del sector agroalimentario”. En el mismo se destaca que el sector es consciente de los desafíos que le esperan de cara a la transformación sostenible y está dispuesto a abordarlos. En los últimos años, el desarrollo sostenible se ha situado como una prioridad en las agendas políticas y sociales, siendo las compañías de los diferentes sectores, eje vertebrador del cambio
En este contexto, la investigación expresa que los retos que más esfuerzo requerirán para el sector están vinculados a los aspectos ambientales tales como: cambio climático, economía circular y uso de materias primas. Por eso, y porque es donde más se concentra la exigencia regulatoria, son estos temas los que concentran mayor interés en el sector, advierte el estudio.
Además de analizar los retos, el estudio deja plasmadas las principales dificultades a las que debe hacer frente el sector. Entre ellas se destacan: las inversiones necesarias a corto plazo para una producción más sostenible, las dificultades de financiación, la falta de apoyo a las PYMES y la resistencia al cambio. Las voces consultadas coinciden en señalar que la pieza clave para lograr unos modelos de producción más sostenibles pasan por la innovación y la digitalización, como eje vertebrador de la transformación. Si bien, el coste es elevado y sigue siendo uno de los principales frenos en esta transición hacia los nuevos modelos.
En este escenario, el estudio explica que una de las claves del proceso es contar con ayudas públicas y articularlas en tiempo y forma. Sin perder de vista la importancia de que sean debidamente comunicadas y accesibles para las diferentes tipologías de empresa, de modo que puedan llegar a toda la cadena de valor del sector. Asimismo, la coyuntura actual, con el consiguiente impacto en los costes de producción (encarecimiento de las materias primas o de electricidad y combustibles, entre otros) y la lucha por mantener los precios, se plantean como frenos en el camino hacia la transformación sostenible. Las empresas deberán apostar por modelos más sostenibles, pero en ningún caso perdiendo competitividad.
Otro de los aspectos que resalta el informe es la importancia central que tiene el sector agroalimentario por su tamaño y diversidad para el logro de los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) propuestos por Naciones Unidas. Al respecto se afirma que, con el modelo de producción y consumo actual, se generan impactos negativos diversos que se traducen principalmente en el exceso de producción debido al aumento del consumo, el uso del agua y la energía en los diferentes procesos, el impacto en el trabajo por los bajos salarios y las condiciones laborales en algunos eslabones de la cadena, así como los efectos negativos de la actividad en el cambio climático. Transformar los modelos de consumo, prevenir y reducir el desperdicio alimentario y sensibilizar con transparencia, serán algunas de las medidas necesarias para mitigar dichos impactos según los expertos.
Por otra parte, a pesar de que las valoraciones obtenidas en la investigación de WAS y KPMG sitúa a los temas sociales y de protección a los derechos humanos por detrás de algunos desafíos más inminentes relacionados con la dimensión ambiental, los representantes del sector coinciden en que no es posible hablar de sostenibilidad sin considerarse sus tres dimensiones: ambiental, social y de gobernanza. En este sentido, las compañías concuerdan en la importancia de establecer las medidas que permitan velar por el cumplimiento de los derechos humanos y unas condiciones justas en las cadenas de valor; incluso en aquellas que, por su complejidad y longitud, presenten dificultades para la trazabilidad.
Por último, el informe concluye con seis propuestas que ambas entidades responsables de la elaboración de la investigación recomiendan para lograr una transformación sostenible del sector y posibilitar un avance en su competitividad: