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Según la Organización Mundial de la Salud el 99% de las personas no respiramos aire puro. La mala calidad del aire nos lleva a padecer enfermedades cardiovasculares, ictus y problemas pulmonares. En total, siete millones de muertes anuales que podía evitarse. En este escenario, la agencia de la ONU encargada de velar por la salud pública mundial pide dejar de seguir financiando los combustibles fósiles que nos matan.
Casi toda la población mundial respira aire contaminado

Sólo respirar supone un peligro para la salud con los niveles de contaminación actuales. Toda la población mundial (el 99%) respira un aire que supera los límites de calidad del aire establecidos por la Organización Mundial de la Salud y que pone en peligro nuestra salud, según los resultados de la actualización 2022 de su base de datos sobre la calidad del aire. De acuerdo con la nueva información, presentada en vísperas del Día Mundial de la Salud que se celebra el próximo jueves 7 de abril, un número récord de más de 6000 ciudades de 117 países vigilan ya la calidad del aire, 2000 más que en la última actualización de 2018, lo que un aumento de casi seis veces desde que la base de datos se puso en marcha en 2011. Y, sin embargo, los habitantes de esas ciudades siguen respirando niveles insalubres de partículas finas y de dióxido de nitrógeno. Los más expuestos son los habitantes de los países de ingresos bajos y medios.

La actualización de este año introduce por primera vez mediciones en tierra de las concentraciones medias anuales de dióxido de nitrógeno (NO2), un contaminante urbano común y precursor de las partículas y el ozono.  También incluye mediciones de partículas con diámetros iguales o inferiores a 10 μm (PM10) o 2,5 μm (PM2,5).  Ambos grupos de contaminantes se originan principalmente en las actividades humanas relacionadas con la combustión de combustibles fósiles. Ante esta situación preocupante, la Organización Mundial de la Salud subraya la importancia de frenar el uso de combustibles fósiles y la urgencia de tomar otras medidas tangibles para reducir los niveles de contaminación atmosférica.

Por su parte, la base de datos sobre el daño que la contaminación atmosférica provoca en el cuerpo humano ha crecido rápidamente y apunta a un daño significativo causado incluso por niveles bajos de muchos contaminantes atmosféricos. Las partículas, especialmente las PM2,5, son capaces de penetrar profundamente en los pulmones y entrar en el torrente sanguíneo, causando impactos cardiovasculares, cerebrovasculares (ictus) y respiratorios.  Cada vez hay más pruebas de que las partículas afectan a otros órganos y causan también otras enfermedades.

El dióxido de nitrógeno (NO2) se asocia a enfermedades respiratorias, sobre todo al asma, lo que provoca síntomas respiratorios (como tos, sibilancias o dificultad para respirar), ingresos hospitalarios y visitas a los servicios de urgencias. La Organización Mundial de la Salud revisó el año pasado sus Directrices sobre la calidad del aire, haciéndolas más estrictas en un esfuerzo por ayudar a los países a evaluar mejor la salubridad de su propio aire.

El año pasado, la Organización Mundial de la Salud respondió revisando sus Directrices de Calidad del Aire para reflejar las pruebas, haciéndolas más estrictas, especialmente para las partículas PM y las de concentraciones de dióxido de nitrógeno, una medida fuertemente apoyada por la comunidad sanitaria, las asociaciones médicas y las organizaciones de pacientes. Los datos muestras que los habitantes de los países de ingresos bajos y medios son los más expuestos a la contaminación atmosférica, pero también son los menos cubiertos en cuanto a la medición de la calidad del aire, aunque la situación está mejorando. Europa y, hasta cierto punto, Norteamérica, siguen siendo las regiones con los datos más completos sobre la calidad del aire. En muchos países de ingresos bajos y medios, si bien las mediciones de partículas PM2,5 aún no están disponibles, han visto grandes mejoras para las mediciones entre la última actualización de la base de datos en 2018 y esta, con 1500 poblaciones adicionales en estos países que monitorean la calidad del aire.

¿Qué pueden hacer los gobiernos?

En los países con mayores ingresos, la contaminación por partículas es menor. Sin embargo, la mayoría de las ciudades tienen problemas con el dióxido de nitrógeno. El aire del 17% de las ciudades de los países de renta alta está por debajo de las Directrices de Calidad del Aire para las partículas PM2,5 o las PM10.  En los países de ingresos bajos y medios, la calidad del aire en menos del 1% de las ciudades cumple los umbrales recomendados.

A nivel mundial, los países de ingresos bajos y medios siguen experimentando una mayor exposición a niveles insalubres de partículas en comparación con la media mundial, pero los patrones de NO2 son diferentes, mostrando menos diferencias entre los países de ingresos altos y bajos y medios. Alrededor de 4000 ciudades y poblaciones de 74 países recogen datos de dióxido de nitrógeno a nivel del suelo. En conjunto, sus mediciones muestran que sólo el 23% de los habitantes de estos lugares respiran concentraciones medias anuales de dióxido de nitrógeno que alcanzan los niveles de la versión recientemente actualizada de las Directrices de Calidad del Aire.

Si bien para resolver esta problemática la colaboración de todos los sectores y actores es indispensables, los gobiernos tienen un papel protagónico. En este sentido, numerosas administraciones están tomando medidas para mejorar la calidad del aire, pero la agencia de la ONU pide que se intensifiquen rápidamente las acciones para:

  • Adoptar o revisar y aplicar las normas nacionales de calidad del aire de acuerdo con las últimas directrices sobre la calidad del aire
  • Vigilar la calidad del aire e identificar las fuentes de contaminación atmosférica
  • Apoyar la transición al uso exclusivo de energía limpia en los hogares para cocinar, calentar y alumbrar
  • Construir sistemas de transporte público seguros y asequibles, así como redes para peatones y ciclistas
  • Aplicar normas más estrictas sobre las emisiones y la eficiencia de los vehículos, y hacer obligatorias las inspecciones y el mantenimiento
  • Invertir en viviendas y en la generación de energía eficiente
  • Mejorar la gestión de los residuos industriales y municipales
  • Reducir la incineración de residuos agrícolas, los incendios forestales y determinadas actividades agroforestales (por ejemplo, la producción de carbón vegetal)
  • Incluir la contaminación atmosférica en los planes de estudio de los profesionales de la salud y proporcionar herramientas para que el sector sanitario se comprometa

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