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La inmensa mayoría de las y los europeos (casi el 75%) viven en zonas urbanas. Por lo tanto, las ciudades son decisivas para combatir la emergencia climática, sobre todo teniendo en cuenta que la movilidad urbana es responsable del 23% de las emisiones de gases de efecto invernadero de la UE. Para conocer en mayor profundidad esta problemática, la campaña "Clean Cities", una coalición europea de ONG cuyo objetivo es animar a las ciudades a pasar a una movilidad con cero emisiones, ha elaborado un estudio en el que se analiza la movilidad y la calidad del aire de 36 ciudades europeas. La investigación concluye que ninguna de las cuatro ciudades españolas analizadas aprueba en calidad del aire, ¿Qué podemos hacer al respecto?
Respirar, un peligro para la salud

La Campaña “Clean Cities” (Ciudades Limpias) es una coalición europea 60 organizaciones en 6 países europeos cuyo objetivo es animar a las ciudades a pasar a una movilidad con cero emisiones para 2030. Esta ha elaborado recientemente su último informe en el que muestra un estado de situación muy mejorable para España respecto a la movilidad y la calidad del aire. Concretamente, ninguna de las cuatro ciudades de nuestro país analizadas en el informe aprueba en calidad del aire.

Las grandes urbes son el lugar donde vive la mayoría de las y los europeos, lo que las convierte en una de las principales responsables de la crisis climática. La otra cara de la moneda es la emergencia sanitaria provocada por la contaminación atmosférica: más de 100 ciudades europeas siguen incumpliendo a día de hoy las normas de calidad del aire, con el resultado de una población que siente que no puede respirar y un sinfín de problemas de salud, además de miles de muertes prematuras cada año. Algo tan cotidiano como respirar, en muchas ciudades es realmente nocivo para la salud.

La investigación ha demostrado que las ciudades tienen un impacto considerable sobre nuestra salud. La proximidad a espacios verdes, como parques, zonas de recreo o jardines, puede alargar la vida de las personas porque contribuye a una mayor relajación psicológica y alivia el estrés, además de estimular la cohesión social, promover la actividad física y reducir la exposición a contaminantes, ruido y calor excesivo. Del mismo modo, la movilidad activa y la utilización del transporte público también favorecen una mayor actividad física en general. El estudio afirma que, en las comunidades en las que predominan las áreas peatonales se observa una mayor cohesión social, lo que también se asocia a notables beneficios para la salud mental.

En términos generales el informe advierte que ya no hay tiempo que perder. Si pretendemos alcanzar la neutralidad de carbono en Europa en 2050, tal y como se estipula en el Pacto Verde Europeo, tenemos que tomar medidas ahora, y las ciudades deberán asumir el liderazgo instaurando sistemas de transporte urbano de emisiones cero de aquí a 2030. Existen alternativas sostenibles, lo que falta es la voluntad política de llevarlas a cabo.  El estudio ha analizado 36 ciudades europeas y las ha ordenado en un ranking, que pretende ser un insumo a tener en cuenta por los ayuntamientos en un momento clave para la implementación de políticas de movilidad sostenible.

El documento identifica cinco categorías y un total de 11 indicadores, que van desde el espacio urbano, la seguridad vial y el transporte público hasta la infraestructura de carga de vehículos eléctricos o las políticas de zonas de cero emisiones y de calidad del aire. Los resultados de las ciudades se han calculado en comparación con otras referencias oficiales o ampliamente aceptadas (por ejemplo, las directrices de la OMS sobre la calidad del aire y la «Vision Zero» de la UE sobre seguridad vial) y, en los casos en los que no existen referencias, se ha optado por un criterio de «mejores prácticas». La recopilación y el análisis de datos lo ha realizado la consultora Ricardo Energy & Environment, que ha utilizado datos a escala europea siempre que ha sido posible y que ha contactado con las ciudades analizadas para solicitar información adicional de carácter local.

El listado de ciudades lo encabezan Oslo, Ámsterdam y Helsinki. El top 10 lo cierra Barcelona, la primera ciudad española en aparecer. Bilbao y Madrid ocupan los puestos 14 y 16 respectivamente. A la cola se sitúa Granada, que sólo alcanza la posición 27. Nuestro país tiene aún mucho por hacer:  analizando los puntajes, se observa que Barcelona obtiene un 5,7; Bilbao un 5,5 y Madrid un 5,3; es decir, aprobados muy justos. Granada no llega al suficiente, se queda en el 4,6. Sin embargo, si nos fijamos exclusivamente en los datos de calidad del aire, las cuatro ciudades españolas suspenden, a pesar de que el estudio considera los agregados de 2017 a 2019. En el caso de Madrid, por ejemplo, estos fueron precisamente los años en los que se puso en marcha con éxito Madrid Central y se impulsó BiciMAD, dos políticas que el actual gobierno municipal ha abandonado. Granada, una de las ciudades más contaminadas de España, no obtiene ni siquiera un aprobado en la puntuación global, si bien es cierto que su especial orografía le juega una mala pasada. La investigación advierte que el ayuntamiento puede y debe tomar medidas para reducir los niveles de contaminación, como por ejemplo restringir el tráfico alrededor de los colegios, como vienen demandando las organizaciones vecinales y ecologistas, implementar zonas de bajas emisiones efectivas y ambiciosas y mejorar la red de transporte público.

El análisis muestra que las medidas locales destinadas a descarbonizar el transporte pueden marcar la diferencia. Por muy diferentes que sean sus contextos, geografías o historias, todas las ciudades tienen las mismas posibilidades de éxito a la hora de crear las condiciones para una movilidad de cero emisiones en el futuro. No existe una única vía para conseguirlo: las ciudades pueden escoger prioridades diferentes, aunque sí será necesario que realicen mejoras en todas las categorías. Al respecto, la investigación argumenta que, si bien las ciudades españolas cuentan con sistemas de transporte público asequibles, su accesibilidad -esto es, el número de paradas en relación al tamaño de las ciudades-, es de lo más deficiente. En este indicador, Madrid se sitúa a la cola de la tabla, con una nota de 2,7 sobre 10. Más grave aún es el caso de Granada, que se queda con un 2,3. Bilbao, referente en movilidad sostenible, obtiene una puntuación global de 5.

Carmen Duce, coordinadora de la campaña Clean Cities en España, denuncia “el abandono del actual equipo de gobierno de Madrid de medidas para favorecer la movilidad activa, el transporte público, y reducir el número de coches en la ciudad. Madrid acumula ya doce años consecutivos (2010-2021) de vulneración sistemática de los valores límite recomendados por la Organización Mundial de la Salud. Ni siquiera en una situación pandémica que ha conllevado fuertes limitaciones a la movilidad. Madrid es una ciudad ahogada en contaminación por el tráfico que ninguna otra ciudad española debería emular”.

Resulta importante recordar que, la Ley de Cambio Climático obliga a todas las ciudades españolas de más de 50.000 habitantes -149 en total- a poner en marcha Zonas de Bajas Emisiones que mejoren la calidad del aire que respira su población, así como a reducir las emisiones de gases de efecto invernadero. Deben estar implementadas el 1 de enero de 2023, por lo que las ciudades tienen poco más de 10 meses para transformar sus calles en espacios abiertos, amables y vivibles.

España deberá esforzarse para que sus ciudadanos puedan respirar aire puro. En términos generales, el documento afirma que para alcanzar la movilidad de emisiones cero en 2030, todas las ciudades analizadas tienen que hacer mejoras considerables en varias áreas.  En este sentido concluye con una serie de recomendaciones:

  • Las ciudades deben establecer un objetivo claro de movilidad urbana de emisiones cero de aquí a 2030: las urbes deben contar con una visión clara, un marco temporal y una vía de acción para completar la transición hacia una movilidad activa, compartida y eléctrica en 2030.
  • La UE y los gobiernos deben apoyar a las ciudades mediante la revisión de su legislación en la materia: Los gobiernos y la UE tienen la obligación de poner en marcha estructuras de apoyo para facilitar la transformación que las ciudades deben llevara a cabo. Los gobiernos deberían otorgar competencias a las ciudades para que tomen medidas rápidas y ambiciosas, por ejemplo, a través de un marco legal para zonas de emisión cero o de bajas emisiones, además de aportar la financiación necesaria.
  • Recopilación de los datos adecuados y seguimiento de los progresos: las ciudades deben desarrollar estrategias de recopilación de datos relativos a todos los aspectos pertinentes del transporte que les permitan medir en qué punto se encuentran y cuánto han podido progresar.

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