Durante los primeros meses de la pandemia en España y en muchos otros países la ciudadanía salía a aplaudir a sus trabajadores sanitarios cada día en agradecimiento por su indispensable laboral. Sin embargo, poco duró el reconocimiento a la tarea que el personal de salud realiza en el mundo entero. Las condiciones laborales precarias, la sobre explotación y los bajos salarios son solo algunas de las problemáticas que afrontan estos trabajadores de cuya labor depende nada más y nada menos que nuestra salud.
La Organización Mundial de la Salud (OMS) y la Organización Internacional del Trabajo (OIT) en una conferencia de prensa, el pasado lunes 21 de febrero, advirtieron sobre las pésimas condiciones en las que se encuentran las y los trabajadores de salud y reclamaron que se necesitan condiciones de trabajo mucho más seguras para combatir la peligrosa negligencia que han sufrido durante la. Según los datos de esas agencias, unos 115.500 trabajadores de la salud murieron por COVID-19 en los primeros 18 meses de la pandemia debido a la falta sistémica de salvaguardas relacionadas con su labor.
Lo cierto es que las condiciones empeoraron tras la llegada del virus y con la declaración de la emergencia sanitaria, sin embargo, es preciso resaltar que previo a esto ya había grandes déficits. La directora del Departamento de Medio Ambiente, Cambio Climático y Salud de la OMS señaló que incluso antes de la pandemia, el sector sanitario se encontraba ya entre los rubros más peligrosos para trabajar. “Sólo unos pocos centros sanitarios contaban con programas de gestión de la salud y la seguridad en el trabajo. Los trabajadores sanitarios sufrían infecciones, trastornos y lesiones musculoesqueléticas, violencia y acoso en el lugar de trabajo, agotamiento y alergias por el mal ambiente laboral”, precisó María Neira.
Ante esta situación preocupante, los organismos de la ONU elaboraron una guía sobre el desarrollo y la implementación de programas más sólidos de salud y seguridad ocupacional para los empleados del sector. Las nuevas pautas cubren todos los riesgos laborales de los trabajadores sanitarios: infecciosos, ergonómicos, físicos, químicos y psicosociales.
Se trata de profesionales esenciales que con gran compromiso protegen la salud física y psíquica de la población. No son héroes sin capa, son trabajadores y trabajadoras dedicados e indispensables que merecen y necesitan buenas condiciones laborales para no arriesgar sus vidas mientras cuidan las nuestras. En este sentido, la OMS y la OIT argumentaron que los países que han desarrollado o están implementando programas de salud y seguridad ocupacional en el campo de la sanidad han registrado menos lesiones relacionadas con el trabajo y menos ausencias por enfermedad, así como mejoras en el entorno laboral, la productividad y la retención de los trabajadores.
Esta guía también sostiene que la inversión, formación, seguimiento y colaboración continuos son esenciales para mantener los avances en la aplicación de los programas que se implementen para cuidar a esos trabajadores esenciales. De acuerdo con Alette van Leur, directora del Departamento de Políticas Sectoriales de la OIT, deben establecerse mecanismos eficaces para garantizar la colaboración continua entre empleadores, directivos y trabajadores de la salud, con el objetivo de proteger la salud y la seguridad en el trabajo. Y concluyó: “los trabajadores de la salud, al igual que todos los demás trabajadores, deben disfrutar de su derecho a un trabajo decente, a entornos laborales seguros y saludables y a la protección social en materia de asistencia sanitaria, ausencia por enfermedad y enfermedades y lesiones profesionales”.