La pandemia ha sido devastadora para el colectivo de personas con discapacidad. Diversos informes denuncias las múltiples violaciones de Derechos Humanos a las que se han visto sometidos miles de personas en el mundo entero tras el paso del coronavirus. Concretamente, las tasas de mortalidad son más altas, los estudiantes tienen poco acceso a la tecnología, los trabajadores son los primeros en perder el empleo y las mujeres corren mayor riesgo de abuso.
Los datos del Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia (UNICEF) indican que en el mundo hay unos 240 millones de niños con discapacidad y que la mitad de ellos nunca ha asistido a la escuela, mientras que una tercera parte no come suficientes alimentos adecuados para un desarrollo sano. La agencia sostiene que la pandemia de COVID-19 ha aumentado las vulnerabilidades de los niños y niñas con discapacidad debido a sus mayores necesidades de atención médica, mayor dependencia de servicios comunitarios y especializados, dificultades para adoptar medidas generales de prevención de salud pública, acceder a equipos de protección personal y acceder a mensajes críticos.
De acuerdo con UNICEF, los niños con discapacidad son muy a menudo invisibles y se pierden de mejorar sus oportunidades de aprendizaje y de vida. La respuesta a la pandemia es un ejemplo de ello puesto que generó mejoras en el acceso a la educación remota, pero no consideró los problemas de accesibilidad para los niños con discapacidades. Al respecto, UNICEF detalla que los cierres de las escuelas implicaron la suspensión de apoyo para el aprendizaje de los niños con discapacidades en al menos la mitad del mundo. Especifica que los niños con discapacidades tienen un 57% menos de probabilidades de tener libros infantiles en sus casas y 32% menos que los niños sin discapacidad de leer libros o que alguien se los lea.
Por otra parte, el Fondo para la Infancia subraya la exclusión que afecta a los niños con discapacidad en todos los aspectos de sus vidas debido al estigma y la discriminación, que dan lugar a los estereotipos, las bajas expectativas, el acoso, el aislamiento, el abandono y la violencia. Para identificar y entender las prácticas socioculturales y las normas sociales que perpetúan estas actitudes negativas y discriminatorias, UNICEF insta a realizar investigaciones que permitan elaborar modelos educativos encaminados a erradicarlas.
Ante un escenario complejo y poco alentador, el Secretario General, durante su participación en la cumbre Mundial sobre Discapacidad, refrendó el compromiso de la ONU de predicar con el ejemplo y dijo que la Organización se está fortaleciendo desde la sede hasta el campo para garantizar que sea apta para la inclusión de la discapacidad y para ayudar a los gobiernos a alcanzar los Objetivos de Desarrollo Sostenible incluyendo plenamente a las personas con discapacidad. “Todos, en todas partes, deben tener la libertad de ir a la escuela, acceder a la atención médica, formar una familia, tener un trabajo decente y participar plenamente en todas las esferas de la vida económica, social, cultural y política”, concluyó Guterres.
En esta misma línea, señaló que cuando las escuelas cierran, muchos estudiantes con discapacidades se quedan sin acceso a tecnología y dispositivos de asistencia para un aprendizaje remoto efectivo, y que los trabajadores con discapacidad, que de por sí enfrentaban exclusión y marginación, suelen ser los primeros en perder el empleo.
Finalmente, para subsanar estas desigualdades y promover los derechos de las personas con discapacidad en el mundo, el titular de la ONU identificó tres prioridades que debieran guiar el accionar durante el 2022: