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El liderazgo consciente: cultivar la templanza para mantener la perspectiva

Si hay algo cierto en este tiempo es la incertidumbre. La pandemia demostró que las estructuras que creíamos sólidas e intocables en verdad pueden desvanecerse. Nos hizo ver con crudeza que todo aquello que creíamos que no cambiaría jamás, ciertamente puede cambiar. La incertidumbre es hoy nuestra única certeza. Y lo inteligente será aprender a convivir con ella en lugar de combatirla. El ciclo de conferencias Connecting Through the Workplace, impulsado por ISS España y el Instituto de Innovación Social de Esade, tiene como objetivo analizar y debatir las principales tendencias y las posibles estrategias que deben incorporar las empresas en sus modelos de negocio con el objetivo de anticiparse a la disrupción del futuro. En la séptima de estas conferencias, titulada “El CEO ante la gestión de la incertidumbre en un nuevo entorno”, se analiza cómo hoy más que nunca el liderazgo de las organizaciones debe moverse en un entorno de incertidumbre y de cambios constantes.

En el contexto actual en el cual la volatilidad, la inestabilidad y la ausencia de certezas infalibles suponen un gran reto para la gestión de los equipos y de los negocios, el rol de los CEOs es fundamental. Las herramientas de gestión y planificación tradicionales han quedado obsoletas y los directivos no pueden contar con todos los datos necesarios para fundamentar su toma de decisiones. ¿Qué competencias socioemocionales se requieren para moverse en este nuevo entorno? ¿Cómo se adquiere y se desarrolla el músculo de la resiliencia personal y organizacional, para conseguir integrar la capacidad de adaptación continua y de innovación en la cultura empresarial?

Javier Urbiola, presidente ejecutivo de ISS España; Laura González-Molero, presidenta de la Asociación para el Progreso de la Dirección (APD), y Carles Navarro, director general de BASF Española, debatieron acerca de cómo se gestionar la templanza, la visión estratégica, la tensión entre el corto y el largo plazo, la motivación para dirigir equipos y el cambio que se precisa para hacer frente a unos desafíos sin precedentes, cuando el propio líder está sometido a una situación de presión continua.

Sin dudas, uno de los grandes aprendizajes que nos ha dejado la pandemia ha sido tomar consciencia de la magnitud y de la importancia del liderazgo dentro de nuestras organizaciones y en nuestra sociedad. Más aún en tiempos de crisis. Su visión y su experiencia son fundamentales para el funcionamiento de las organizaciones, pero en épocas de gran incertidumbre su tarea se vuelve aún más difícil y necesaria para pilotear el rumbo garantizando siempre la cohesión organizativa y social. En entornos críticos e inesperados como el de la pandemia, la planificación tradicional puede resultar demasiado rígida para gestionar la volatilidad del día a día. ¿Cómo cambiar las estrategias de liderazgo? Aquí está el quid de la cuestión.

El informe elaborado por ESADE, a partir de la conferencia, afirma que cuando el liderazgo está alineado con el propósito corporativo y aúna atributos como la empatía y la capacidad de escucha, pone en el centro a las personas, comunica con transparencia y humildad y mantiene el coraje para tomar decisiones complejas manteniendo la visión estratégica, aumenta el compromiso y el orgullo de pertenencia de las personas que trabajan en la organización. En este sentido afirman los expertos, será indispensable poner en el centro a las personas. Así, será importante también humanizar la figura y el rol de las personas que lideran. El CEO controla los movimientos más importantes y representa el 45% de los resultados de toda la empresa. Es evidente que el estado emocional y el equilibrio del liderazgo tienen consecuencias directas en la gestión de sus equipos, por lo tanto, prestar atención a ello impactará de manera directa ene le funcionamiento de la organización.  Así, el documento asevera que desarrollar un liderazgo consciente será la clave del éxito.

Durante estos períodos críticos y excepcionales, los expertos analizan que los líderes deben procurar no analizar con soberbia los escenarios ni menospreciar el riesgo; deben aprender a moverse ante cambios constantes de información, ausencia de datos relevantes y aceptar respuestas incorrectas; no caer en la parálisis del análisis, en la demora en la toma de decisiones por no disponer de todos los datos esperados, y, sobre todo, evitar el agotamiento organizativo, cuando la organización experimenta cambios constantes e interminables que afectan la salud mental y física de los directivos y causan un gran daño en la eficacia de la organización.

Finalmente, el documento retoma una serie de recomendaciones propuestas por la Consultora McKinsey con el objetivo de desarrollar un liderazgo efectivo y consciente en tiempos de crisis:

1. Adaptar la operativa personal a los cambios en la vida laboral: Definir los aspectos que no son negociables: dormir lo suficiente, dedicar tiempo a la familia, hacer ejercicio, comer sano, etc.

2. Marcarse unas intenciones diarias: Al comenzar el día, identificar los temas más importantes y cómo mantenerse centrado.

3. Regular las reacciones: estar atentos a las emociones para poder reconocer la respuesta al estrés y conectar con la parte más racional.

4. Practicar la reflexión: para procesar lo ocurrido durante el día y lograr una visión de qué comportamientos y decisiones son reactivos e impulsivos. Cultivar la calma interior y no reaccionar instintivamente.

5. Reformular las perspectivas y tomar distancia: Afrontar la adversidad de forma positiva; ver los retos como oportunidades de aprendizaje y de crecimiento; aprender y desaprender con compasión y aceptación.

6. Gestionar la energía: Es una de las tareas más difíciles, pero más importantes hoy en día. En contextos de crisis, se necesitan espacios y tiempos de recuperación. La gestión de la vulnerabilidad es esencial ante una crisis.

El documento concluye que entender las crisis como oportunidades para autocuestionarse y repensar con humildad el liderazgo de las organizaciones, su rol e incluso la validez de su modelo de negocio, en una era de cambios disruptivos, será uno de los atributos esenciales de las personas con vocación de liderar las organizaciones del siglo XXI. En este sentido, el liderazgo resiliente implica mantener la capacidad de motivar a los equipos en entornos de cambio constante. Tejer relaciones sólidas, desarrollar espacios confianza y dinámicas de equipos saludables (en su doble dimensión, física y mental) son tres elementos imprescindibles, que dotan a las organizaciones de una mayor capacidad de adaptación e innovación para lograr el éxito, aún en los peores contextos.

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