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Sobre emociones tóxicas versó la conferencia impartida por Ignacio Morgado, catedrático de Psicobiología en el Instituto de Neurociencias y en la Facultad de Psicología de la Universidad Autónoma (UA) de Barcelona, en el marco del XXXI Seminario Permanente de Ética Económica y Empresarial de la Fundación para la Ética de los Negocios y las Organizaciones organizado por la Fundación Étnor.
Emociones corrosivas: ¿Cómo afrontarlas?

En el último tiempo se popularizó el término “relaciones tóxicas” o “emociones tóxicas”, concretamente, se trata de emociones corrosivas, que son aquellos sentimientos negativos que instalados de forma permanente en la vida de las personas “corroen” su salud somática y física. Estas son la envidia, la codicia, la culpabilidad y la vergüenza, el odio y la vanidad y nadie está libre de estas emociones en mayor o menor grado, según ha explicado el experto Ignacio Morgado, catedrático de Psicobiología en el Instituto de Neurociencias y en la Facultad de Psicología de la Universidad Autónoma (UA) de Barcelona. El pionero en el estudio de las emociones  asegura que estas “Actúan igual que el estrés, dañan nuestro sistema cardiovascular e inmunológico y también nuestro cerebro”.

Ignacio Morgado ha participado en el XXXI Seminario Permanente de Ética Económica y Empresarial de la Fundación para la Ética de los Negocios y las Organizaciones coordinado por la Fundación Étnor, que lleva por título “Inteligencia artificial: ¿Oportunidad o amenaza para la democracia?”. En su conferencia “Emociones corrosivas: Cómo afrontarlas”, introducida por Adela Cortina y Pedro Coca, directora académica y presidente de la Fundación Étnor.  

El experto afirmó que una de las principales emociones corrosivas es a envidia. Un sentimiento negativo que resulta de la comparación con los demás. El sentimiento de envidia es, de algún modo, un reconocimiento de los propios defectos e imperfecciones y activa en el cerebro las mismas partes que el dolor físico. No es querer lo que tiene el otro, “eso es humano si lo que tiene el otro es mejor” apunta Morgado, “es no querer que el otro tenga lo que tiene”. El envidioso, explica Morgado, tiende a devaluar el mérito del envidiado y siente “alegría maliciosa” cuando fracasa.

Por su parte, la codicia es otro sentimiento corrosivo negativo. Se codicia el dinero, pero también el éxito, el protagonismo, el poder, el sexo. Esta emoción se diferencia de la avaricia ya que el codicioso guarda y atesora, pero llegado el momento lo disfruta e incluso lo comparte. El ávaro atesora y ni lo disfruta ni lo comparte, expone Morgado. “La peor de todas las emociones”, asegura, y alude a las tarjetas black, la especulación inmobiliaria, las grandes crisis y guerras y la violencia. Y, en su opinión, lo peor que ha hecho la codicia es ser la causa de la esclavitud, “una de las peores cosas de la humanidad, nunca podremos valorar en su magnitud el sufrimiento que ha generado”.

De la mano de la codicia muchas veces está el odio, “sentimiento de profunda ira y hostilidad que afecta física y mentalmente”. Morgado afirma que esta es, junto con la codicia, la mayor emoción corrosiva. Los sentimientos de odio se caracterizan por la negación de intimidad con el odiado y la pasión y el compromiso con la dinámica del odio. El prejuicio, las ideologías, los líderes políticos y medios de comunicación e internet son algunas de las fuentes de las que nutre el odio. Morgado, también aludió a la deshumanización, la aporofobia, en terminología acuñada por Adela Cortina. Tras hacer alusión a acontecimientos violentos por odio.

Respecto a la vanidad, durante la conferencia quedó claro que cualquiera puede ser vanidoso, hombres y mujeres, y hoy esta emoción encuentra en las redes sociales su forma de expresión. Morgado la diferencia del sentimiento de orgullo y autoestima, “la vanidad empieza cuando necesitas el reconocimiento de eso bueno que haces o tienes y, entonces, ya has puesto el bienestar en las manos de los demás” explica. Una forma amplificada de la vanidad es la egolotría que puede llegar a la soberbia, emoción que añade agresividad y violencia, “todos los grandes dictadores de la historia han sido ególatras y soberbios” apunta.

Luego, habló sobre la culpabilidad y la vergüenza. Estas emociones tienen un carácter diferente, “explotan la mayor capacidad mental de los seres humanos, la autoconciencia” sostuvo el catedrático. La culpabilidad, salvo que responda a un hecho extraordinario, es más fácil de soportar que la vergüenza, que lo que piensan los otros de nosotros. Estas son, en opinión de Morgado, las únicas emociones corrosivas que tienen un aspecto positivo. “Cuando nos sentimos culpables o avergonzados y lo manifestamos, los demás nos perdonan más” explica el ponente. Como otros científicos, Morgado considera que estas emociones “han evolucionado para minimizar los efectos negativos del menosprecio de los demás”.

Finalmente, luego de caracterizar este tipo de emociones se expuso cómo afrontarlas. En primer lugar, Morgado sostuvo que humanizar al otro desde la empatía y cooperar en lugar de competir, son formas de reducir las emociones corrosivas. También cambiar competencia por autocompetencia, evitando así las envidias, rencores y odios que genera la competencia. “Las emociones por su propia naturaleza se nos imponen, pero en nuestra mano está no responder negativamente a ese sentimiento”, asegura Morgado. La educación, la cultura y la lectura también ayudan a reducir los sentimientos corrosivos concluyó.

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