En este contexto, si bien el paso del coronavirus en el mundo entero ha dejado un saldo negativo, no debemos olvidar que también ha traído grandes enseñanzas y la protección de la naturaleza ha sido una de ellas. Un informe publicado el pasado mes de junio de 2021 por la Consultora McKinsey, en conjunto con el Foro Económico Mundial explora el papel que pueden desempeñar las soluciones climáticas naturales para ayudar a afrontar el cambio climático y la destrucción de la naturaleza.
En primer lugar, es preciso aclarar ¿qué son las soluciones climáticas naturales (NCS por sus siglas en inglés)? Se trata de acciones de conservación, restauración y gestión de la tierra que aumentan el almacenamiento de carbono y evitan las emisiones de gases de efecto invernadero. Estas ofrecen una forma de abordar ambas crisis y de aumentar la resiliencia a medida que cambia el clima.
El documento advierte que no existe una vía clara para conseguir la mitigación del clima sin invertir en la naturaleza. En este sentido, las y los expertos afirman que la acción climática requiere tanto la reducción de las emisiones como la eliminación del dióxido de carbono que ya está en la atmósfera. Un aspecto relevante que se resalta en la investigación es que el compromiso del sector privado con la acción climática está ganando impulso, con empresas que adoptan cada vez más estrategias para alcanzar las emisiones netas cero y algunas se comprometen a invertir en la naturaleza mediante la compra de créditos de carbono generados por las NCS (o "compensaciones") como parte del esfuerzo. Además, algunas empresas están empezando a asumir compromisos más allá del carbono, en relación con la biodiversidad y el agua, lo que se espera que sea una tendencia creciente durante la próxima década.
La buena noticia es que, a pesar de que la reconstrucción tras la pandemia requiere de grandes inversiones en diferentes ámbitos, los líderes también están empezando a invertir directamente en la naturaleza, protegiendo y restaurando grandes extensiones de tierra y océanos.
Sin embargo, el informe de Mckinsey explica que la ambición de llevar a cabo una estrategia de reducción de emisiones a escala global y significativa se ve obstaculizada por una serie de dificultades, tanto reales como percibidas. Estas incluyen la falta de consenso sobre cómo tratar las NCS en las reclamaciones corporativas sobre la acción climática, junto con la escasa confianza del público en la eficacia de los anteriores esquemas de NCS para contribuir a la reducción real de las emisiones. Además, otro punto importante es que existe la sospecha generalizada de que las empresas pueden verse tentadas a utilizar la compensación de las NCS como excusa para evitar abordar plenamente su propia huella de carbono, a pesar de las claras orientaciones de que la prevención y la reducción de las emisiones directas por parte de las empresas debe ser la prioridad.
Finalmente, basándose en investigaciones previas, el documento propone seis pasos para subsanar estas deficiencias:
Así, la investigación concluye que no cabe duda de que la SCN es un componente clave tanto del esfuerzo por reducir las emisiones de carbono como de la necesaria campaña para combatir la pérdida de la naturaleza.