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El rápido paso a las tecnologías de energía renovable plantea un nuevo reto en materia de residuos para Europa. Se prevé que los residuos procedentes de las infraestructuras de energía limpia al final de su vida útil se multipliquen por 30 en los próximos 10 años, un informe recientemente publicado por la Agencia Europea del Medioambiente sostiene que los enfoques de economía circular pueden ser de gran ayuda para potenciar la sostenibilidad en la región.
La economía circular será la gran aliada de Europa en la transición energética

El cambio climático y la degradación del medio ambiente se han convertido en una amenaza existencial para Europa y el mundo. Para superar estos retos, Europa cuenta con una nueva estrategia de crecimiento, el Pacto Verde Europeo, que transforma nuestra economía en una economía competitiva moderna, eficiente en el uso de los recursos, circular y neutra desde el punto de vista climático.

Pensar la transición energética implica hacerlo de manera integral. Es decir, no sólo en conseguir los elementos para transformar el modo de producir energía hacia uno más limpio, sino también definir qué hacer luego con los residuos que esta trasformación traiga consigo. Para ahondar en este debate, la Agencia Europea del Medioambiente (AEMA) ha publicado recientemente un informe al respecto.

Este informe se basa en un informe encargado por la AEMA para informar sobre las cuestiones de residuos y recursos derivadas de esta gran transformación, mediante un análisis de los flujos de residuos emergentes relacionados con la transición energética: Emerging waste streams - Challenges and opportunities. El estudio identificó los impulsores clave y las condiciones marco necesarias para hacer realidad las oportunidades y soluciones para mejorar la circularidad de la energía renovable.

El documento explica que, las tecnologías de energías renovables, como las turbinas eólicas, los paneles solares fotovoltaicos y las baterías, son esenciales para la transición de Europa hacia la neutralidad climática. El despliegue, el mantenimiento y la sustitución de estas infraestructuras requieren importantes recursos, entre ellos muchas sustancias incluidas en la lista de materias primas críticas de la UE. Sobre este punto, se prevé que los residuos procedentes de las infraestructuras de energía limpia al final de su vida útil se multipliquen por 30 en los próximos 10 años, lo que ofrece importantes oportunidades para reducir el consumo de materias primas escasas mediante el reciclaje de metales y otros recursos valiosos en los sistemas de producción.

Es aquí a donde los enfoques de la economía circular, como la reparación y mejora de los equipos y el reciclaje de las infraestructuras al final de su vida útil, pueden apuntalar las credenciales de sostenibilidad de la transición energética renovable en Europa, según los expertos de la AEMA.

La investigación afirma que, si la UE quiere ser climáticamente neutra en 2050, tendrá que hacer la transición a un modelo energético sostenible y bajo en carbono. Guiado por los objetivos y marcos políticos nacionales y de la UE, se está produciendo un cambio sistémico: desde la actual infraestructura energética basada en los combustibles fósiles hacia fuentes de energía renovables y mayores mejoras en la eficiencia energética. Sin embargo, la velocidad a la que deben producirse estos cambios para permitir una reducción neta del 55% de las emisiones de gases de efecto invernadero para 2050 es un reto.

Un importante aspecto que resalta la publicación es que, en el sector eléctrico de la UE, la electricidad renovable debe convertirse en el principal vector energético en tan sólo una década. Esto requerirá que el sector se rediseñe casi por completo para dar cabida a las tecnologías emergentes más rápidas (por ejemplo, la energía solar fotovoltaica (FV) y la energía eólica); con el apoyo del despliegue generalizado de las tecnologías de almacenamiento de energía. La nueva infraestructura también tendrá que ser mantenida durante su vida útil y sustituida a medida que la tecnología mejore.

Esta transición requerirá importantes recursos materiales y generará cantidades sustanciales de nuevos tipos de residuos. Esto crea una oportunidad única para que la UE se anticipe al cambio y prepare un marco político para aplicar los principios de la economía circular a este nuevo modelo desde una fase temprana. El informe se centra en el aspecto de los residuos de tres tipos principales de infraestructuras de energías renovables: células solares fotovoltaicas para la producción de electricidad; las turbinas eólicas y las baterías para el almacenamiento de energía.

Es sabido que Europa cuenta con una importante infraestructura para la producción de energía eólica y solar y para el almacenamiento de energía y el uso de baterías portátiles. El problema es que, a medida que esta infraestructura se va sustituyendo por instalaciones más modernas, y que el ciclo de mantenimiento hace que se sustituyan las piezas, la aplicación de los principios de la economía circular es clave para aprovechar el potencial de recursos de los residuos generados y minimizar los retos de su gestión.

La generación de residuos, relacionada con los flujos emergentes de los tres tipos de infraestructuras energéticas estudiadas, es actualmente bastante baja, ya que las instalaciones son relativamente nuevas y, en general, no han agotado aún su vida útil. Sin embargo, la generación de residuos en este sector experimentará un aumento espectacular en el futuro y requiere la atención inmediata de los responsables políticos. Este aumento será difícil de gestionar, aunque existen grandes beneficios potenciales porque gran parte de los residuos que se generen o bien pertenecen a sistemas de reciclaje establecidos (por ejemplo, acero, vidrio, aluminio); o bien son materias primas críticas de alto valor.

La aplicación de modelos empresariales circulares innovadores también se ve obstaculizada por el hecho de que los beneficios ecológicos y climáticos del uso de materiales reciclados aún no se contabilizan plenamente en los costes de los materiales. Por lo tanto, los materiales secundarios adecuados tienen que competir regularmente en precio con los materiales primarios, que suelen ser más baratos. Muchas de las infraestructuras que se instalan tendrán una vida útil relativamente larga, por lo que es necesario planificar desde ahora las repercusiones medioambientales y financieras de la gestión de estos residuos a medida que vayan surgiendo en el futuro.

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