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Ya es indiscutible que cambio climático representa una amenaza enorme para la humanidad. Pero detener la emergencia climática no sólo requiere de la decisión por parte de los líderes mundiales de hacerlo, sino que también será preciso destinar un importante presupuesto para ello. Aunque existen innumerables soluciones para hacer frente a lo que la ONU ha descrito como la "amenaza existencial" de nuestro tiempo, todavía no está del todo claro cómo se pagarán las soluciones para mitigarlo.
Financiación verde: ¿Cuánto dinero necesitamos para detener la emergencia climática?

Luchar contra el cambio climático requiere, en primer lugar, de la decisión de hacer, y luego, del dinero para llevar a cabo las medidas necesarias. Mucho se habla de la concienciación sobre el tema, que sin dudas es indispensable, pero poco se dice sobre la arista económica del problema.  La evidencia científica sobre la necesidad de luchar contra la emergencia climática es extensa.Recientemente, un informe del Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático revelaba que las emisiones de gases de efecto invernadero de las actividades humanas son responsables de un calentamiento del planeta en un 1,1° grados centígrados desde el periodo 1850-1900 hasta la actualidad. Además, el estudio predice que se espera que la temperatura global alcance o supere los 1,5 °C o más de calentamiento en los próximos 20 años.

Lo grave es que el cambio climático ya está aquí y sus consecuencias ya son palpables: inundaciones, olas de calor extremo más frecuentes, sequías más largas, pérdida de las capas de hielo, incendios voraces, pandemias, etc. Con el aumento de las temperaturas a nivel global, los cambios en los patrones climáticos, la subida del nivel del mar, el aumento de las sequías y las inundaciones, las poblaciones más vulnerables se enfrentan a riesgos cada vez mayores, como la inseguridad alimentaria, y tienen menos oportunidades de salir de la pobreza y conseguir una vida mejor.

Naciones Unidas estima que el cambio climático podría empujar a otros 100 millones de personas a la pobreza de aquí a 2030. Para hacer frente a estas preocupantes tendencias se necesitan importantes recursos financieros, inversiones adecuadas y un enfoque global sistemático. El puto es ahora ¿cómo detenerlo? Y aquí la financiación resulta indispensable.

En términos generales, la financiación climática está relacionada con el dinero que hay que gastar para aquellas actividades que contribuirán a frenar el cambio climático y que ayudarán al mundo a alcanzar el objetivo de limitar el calentamiento global a 1,5°C por encima de los niveles preindustriales. Alcanzar este objetivo no será tarea fácil y para hacerlo, el mundo necesita reducir sus emisiones de gases de efecto invernadero prácticamente a cero en 2050; la frase “emisiones netas cero o de valor cero” también se escucha mucho en el contexto de la financiación climática. Entre las iniciativas que deben costearse para alcanzar estas emisiones de valor cero están las que reducen las exhalaciones de gases nocivos, así como las que mejoran o preservan las soluciones naturales para capturar esos gases, como los bosques y los océanos.

La financiación también busca aumentar la resiliencia de las poblaciones más afectadas por el cambio climático y ayudarlas a adaptarse a las condiciones climáticas cambiantes, unas medidas que a su vez contribuirán a reducir el calentamiento. La financiación y las soluciones son necesarias para la transición a lo que la ONU llama una economía verde. La energía renovable, que proporciona electricidad sin producir dióxido de carbono ni otras formas de contaminación atmosférica, es un elemento fundamental para impulsar el crecimiento económico sostenible. La ONU considera que la financiación relacionada con el clima es la respuesta adecuada, ya que no invertir será más costoso a largo plazo, pero también porque existen importantes oportunidades para los inversores.

La financiación verde es cada vez más popular en el mundo entero. Sin embargo, expertos de Naciones Unidas advierten que, aunque las inversiones en energías renovables e infraestructuras sostenibles siguen creciendo, el gasto mundial en combustibles fósiles superó al de las energías verdes entre enero de 2020 y marzo de 2021. Además, muchos países no cuentan con los recursos financieros para acometer la transición a fuentes de energía limpia y modos de vida sostenibles que podrían revertir el cambio climático.

Para efectivamente detener el cambio climático se necesitan inversiones importantes y es fundamental contar con cooperación internacional. Hace más de una década, los países desarrollados se comprometieron a aportar de forma conjunta 100.000 millones de dólares al año para 2020 en forma de apoyo a la acción climática en los países en desarrollo. Según un informe de expertos elaborado a petición del Secretario General de la ONU, el objetivo de destinar 100.000 millones de dólares para esas naciones no se está cumpliendo, a pesar de que la financiación relacionada con el clima sigue una "trayectoria ascendente." Por lo tanto, sigue habiendo un gran déficit de financiación.

Finalmente, es válido preguntarse de dónde saldrá el dinero. Este punto resulta complicado, pero, en general, la financiación procede de una amplia gama de fuentes de financiación públicas y privadas, que apoyan iniciativas innovadoras de acción climática a nivel local, nacional o transnacional.Se puede utilizar una variedad de instrumentos financieros para proporcionar financiación climática, desde bonos verdes hasta préstamos directos para proyectos o inversiones directas en proveedores de energía o tecnología.

Cabe resalar que, una vez contabilizados los esfuerzos de mitigación y descarbonización y los de resiliencia global, tanto en el mundo en desarrollo como en el desarrollado, el coste anual superará ampliamente los 500.000 millones de dólares y posiblemente incluso superarán el billón de dólares.  Pero los beneficios que comportarán las inversiones serán mucho mayores: el cambio a una economía verde podría suponer una ganancia económica directa de 26 billones de dólares hasta 2030 en comparación con la situación actual.

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