Dos de los grandes desafíos de nuestro tiempo son alcanzar mayor igualdad de género en todos los ámbitos y detener la emergencia climática. Pero, ¿tienen algo que ver ambas problemáticas? Aunque a simple vista pareciera que no, lo cierto es que si: están interconectadas. Desde el Pacto Mundial de las Naciones Unidas hace tiempo que se realiza un llamamiento a las empresas para que se unan y establezcan estrategias que se alineen a los ODS con el fin de combatir los problemas de desigualdad de género y cambio climático de manera conjunta.
En este sentido, y para aportar aún más elementos para la transformación del sector privado, la red Pacto Mundial México ha difundido una publicación elaborada por la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL), la cual sostiene que las iniciativas tendientes a lograr la igualdad de género y la autonomía de todas las mujeres y las niñas, deben ser abordadas de forma integral en el contexto de las acciones sobre cambio climático llevadas a cabo a nivel nacional y regional. En este sentido, el informe afirma que es necesario que se logre la plena participación de las mujeres como actoras climáticas, ya que estas tienen la capacidad de desarrollar su capacidad de resiliencia y la de sus comunidades para alcanzar la Agenda 2030 y los objetivos del Acuerdo de París.
El mundo se enfrenta hoy al gran desafío de re construir la sociedad, la economía y la organización política en general tras la gran crisis sistémica que se desató con la llegada de la pandemia de coronavirus. Si bien se trata de un momento difícil, también es una oportunidad de repensar el mundo en el que queremos vivir. En este sentido, el documento se dirige no sólo a los responsables de ejecutar la política pública a nivel nacional, sino también a las instituciones que integran la arquitectura de género en los diferentes poderes y niveles del Estado, organizaciones de la sociedad civil, sectores académicos, sector privado y en general a todos los sectores interesados e involucrados en impulsar iniciativas de respuesta al cambio climático y a la pandemia de COVID-19 y una recuperación transformadora cuyos pilares sean la igualdad de género y la sostenibilidad.
La Agenda 2030 de Naciones Unidas y los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) son una hoja de ruta para hacer realidad los derechos humanos de todas las personas y lograr la igualdad de género y el empoderamiento de todas las mujeres y niñas, tanto como un objetivo en sí mismo (ODS 5), como también un medio para alcanzar los restantes, así como en los medios para su implementación, seguimiento y revisión y en las asociaciones globales para su financiación. Para la Agenda, las desigualdades de género y su expresión en la violencia y discriminación hacia las mujeres y las niñas siguen siendo uno de los marcadores de vulneración de derechos humanos más persistentes y estructurales en el mundo, por lo que es necesario reducir las desigualdades con el fin de lograr los demás ODS y otros objetivos acordados internacionalmente para el desarrollo y la paz sostenibles.
Por su parte, con relación a los acuerdos ambientales, los instrumentos jurídicos y las decisiones emanadas de las Conferencias de las Partes y otros procesos intergubernamentales a lo largo de las últimas décadas han comenzado a integrar un lenguaje que reconoce y promueve la igualdad de género y los derechos humanos, incluidos en los resultados de los Acuerdos Ambientales Multilaterales (AMUMA): el Convenio sobre la Diversidad Biológica (CDB), la Convención Marco de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático (CMNUCC), la Convención de las Naciones Unidas de Lucha contra la Desertificación (CNULD) y los Convenios de Basilea, Rotterdam y Estocolmo (BRS), así como los principales mecanismos financieros ambientales, entre otros.
La publicación explica que la motivación que impulsa esta evolución de la política ambiental desde 1992 hasta el presente es innumerable y está interrelacionada. Entre los factores relevantes se incluyen el reconocimiento de la centralidad y relevancia de los derechos humanos y la igualdad de género en los marcos de desarrollo sostenible durante este mismo período; los consensos logrados en el seno de las Naciones Unidas, y otros ámbitos multilaterales, sumados a los esfuerzos y contribuciones de las organizaciones de mujeres y feministas, de las defensoras de derechos humanos y ambientales, nacionales y regionales, personeros públicos, la sociedad civil, organismos internacionales de las Naciones Unidas e instituciones de investigación, quienes trabajan para garantizar en las políticas ambientales un abordaje de los desafíos del desarrollo y promoción de los derechos humanos y la igualdad.
El vínculo entre cambio climático y desigualdad de género tiene diversos puntos de encuentro. Entre otros factores influyentes en esta evolución están: los impactos cada vez más obvios de un clima cambiante en las comunidades de todo el mundo y los impactos diferenciados que este tiene en hombres y mujeres. En este sentido, la CEPAL sostiene que la creciente comprensión de que la igualdad de género y los derechos humanos son esenciales para el desarrollo sostenible y el bienestar de todas las personas en su diversidad ha permitido comprender que no es posible hablar de justicia climática sin igualdad de género. Los impactos desiguales del cambio climático desde una perspectiva de género, están fuertemente vinculados a la desigualdad socioeconómica y a la persistencia de la pobreza en el marco de un crecimiento que es excluyente e insostenible.
La investigación que ha sido plasmada en el informe identifica cuatro nudos estructurales que deben ser enfrentados para alcanzar la igualdad de género: la desigualdad socioeconómica y la pobreza; los patrones culturales patriarcales, discriminatorios y violentos y la cultura del privilegio; la división sexual del trabajo y la injusta organización social del cuidado; y la concentración del poder y las relaciones de jerarquía en el ámbito público. Todos estos puntos clave también se manifiestan en la problemática del cambio climático. Sin embargo, muchos esfuerzos por incorporar la igualdad de género en las respuestas frente al cambio climático se limitan a intervenciones técnicas simplistas, específicas y cortoplacistas que en su aplicación no han logrado quebrar las estructuras de poder desiguales o incidir estructuralmente para cerrar las brechas de género. Ante ello, las desigualdades de género obstaculizan el desarrollo sostenible. Estas desigualdades se manifiestan en diferentes ámbitos y sectores, y las iniciativas relacionadas con la adaptación y la mitigación asociadas al cambio climático no son una excepción.
Es por esto, que el documento advierte que la acción contra el cambio climático puede reforzar o exacerbar las desigualdades de género, o apuntar intencionalmente a superarlas y acelerar el paso hacia la igualdad de género. A medida que los países y las comunidades examinan sus estructuras normativas, físicas, económicas y socioculturales en respuesta al cambio climático, se pueden identificar y abordar las desigualdades de género de larga data. Si bien se afirma que esta problemática no es nueva, la crisis ocasionada por la pandemia ha puesto aún mas de manifiesto el agotamiento del estilo de desarrollo económico capitalista, basado en la extracción de recursos naturales y energías fósiles, los cuales han sido explotados sin criterios de sostenibilidad ambiental y social y donde existe poca inversión en actividades enfocadas en el conocimiento, tecnologías y en la generación de empleo de calidad, sobre todo para las mujeres. Al mismo tiempo, el carácter estructural de la desigualdad de género significa que las mujeres enfrentan barreras persistentes en el acceso a recursos productivos como son el crédito, la tierra, el agua, la capacitación, las tecnologías y el tiempo. En este contexto, los efectos del cambio climático pueden profundizar las desigualdades de género ya existentes.
Luego de realizar una exhaustiva indagación acerca del vínculo indisociable entre la problemática medioambiental y la desigualdad de género, la publicación detalla siete áreas prioritarias con sus respectivas recomendaciones para la acción. Estas son: