La llegada del coronavirus ha puesto de manifiesto la importancia central que tiene el Desarrollo Sostenible para la sociedad en su conjunto y, especialmente, para lograr una recuperación inclusiva y sostenible tras la crisis. En este contexto, la Agenda 2030 emerge como una brújula indispensable para guiar la acción tanto del sector público como privado. Para analizar cómo está siendo el accionar de los diferentes países en relación a los Objetivos de Desarrollo Sostenible, la Red de Soluciones para el Desarrollo Sostenible (SDSN, por sus siglas en inglés) y la fundación Bertelsmann Stiftung han publicado recientemente el nuevo “Informe sobre Desarrollo Sostenible 2021”.
El informe toma como base la Agenda 2030 y sus 17 Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) aprobados por los Estados miembros de las Naciones Unidas en 2015. Estos objetivos globales buscan mejorar la vida de las personas y avanzar hacia un desarrollo sostenible que tenga en cuenta la interconexión entre la protección del medioambiente, la inclusión social y el crecimiento económico. En dicho documento se incluye un ranking, denominado “Índice ODS”, que muestra los avances realizados por todos los países hacia la consecución de los Objetivos de Desarrollo Sostenible. Además, por cuarto año consecutivo, se incluye un ranking de efectos negativos internacionales (“spillovers”) que mide los efectos secundarios de unos países sobre otros.
Por primera vez desde la adopción de los ODS en 2015, la puntuación media mundial del Índice de ODS para 2020 ha disminuido con respecto al año anterior: un descenso impulsado en gran medida por el aumento de las tasas de pobreza y el desempleo tras el estallido del coronavirus. Sin embargo, es preciso aclara que los resultados del informe quizás no sean del todo fidedignos, ya que muchos indicadores para 2020 aún no están disponibles debido a los retrasos en las estadísticas internacionales. La investigación evidencia que, indudablemente, la pandemia ha afectado a las tres dimensiones del desarrollo sostenible: la económica, la social y la medioambiental.
Los investigadores explican que la pandemia ha dejado al descubierto la necesidad de acelerar el progreso hacia la cobertura sanitaria universal y el acceso universal a las infraestructuras clave, especialmente las digitales. En los últimos meses, ha quedado claro que los países dotados de sistemas eficaces de protección social y cobertura sanitaria universal están mejor equipados para responder a este tipo de crisis. Esto también es menos costoso, y es precisamente por esta razón que los ODS piden que los países refuercen sus redes de seguridad social y avancen hacia la cobertura sanitaria universal. Asimismo, las tecnologías digitales han desempeñado un papel fundamental en el mantenimiento de los servicios sociales, los pagos, la escolarización y la atención sanitaria durante los cierres, y en permitir que el trabajo desde casa sea efectivo para muchas ocupaciones.
En este contexto adverso, y a pesar de la crisis sistémica que se desató en nuestro país tras la pandemia, se puede observar que España ha tenido un excelente cumplimiento de la Agenda 2030, ocupando el puesto 20 de un total de 165 países. De este modo, hemos avanzado varios puestos desde el informe de 2018, situándose por delante de otros países europeos como Portugal, Italia, Grecia, Malta o Hungría, pero detrás de Francia, Croacia o Reino Unido. Un año más, el ranking está encabezado por tres países nórdicos: Finlandia, Suecia y Dinamarca.
La principal conclusión que emerge de la investigación es que, por primera vez desde la adopción de la Agenda 2030, los avances en los ODS se han paralizado como consecuencia de la crisis global. En este escenario, los países en desarrollo necesitan mayores facilidades fiscales para llevar a cabo acciones de recuperación. Para ello, los expertos afirman que existen cuatro vías para lograr este objetivo: mejorar los mecanismos monetarios, mejorar la recaudación fiscal, impulsar la intermediación financiera a través de los bancos de desarrollo multilaterales y aliviar la deuda externa con los organismos internacionales.
Así, en medio de un contexto por demás complejo, el estudio sostiene que se ha reforzado la idea acerca de que la Agenda 2030 es la mejor guía de consenso internacional para una recuperación inclusiva y sostenible global. En este sentido, ya no hay dudas de que la “Década de Acción” (periodo de 10 años para llegar al plazo de consecución de los ODS) requiere de un sistema multilateral fuerte, por lo que se deben afrontar los efectos negativos (spillovers) internacionales, como las cadenas de suministro insostenibles o las emisiones de gases derivados de las importaciones.
Desarrollo sostenible en España
Este ranking denominado “spillovers” sitúa a España en una posición desventajosa frente a otros países en cuanto a los efectos negativos que produce en el sistema internacional. Su resultado de 64,8 se sitúa por debajo de la media de 70,1 de los países de la OCDE – entendiendo 0 como el valor que representa un alto número de efectos negativos y 100 como la ausencia de spillovers negativos-. Según este análisis, los efectos negativos de las actividades españolas provienen, entre otros, de la emisión de gases contaminantes en las importaciones o de las amenazas a la biodiversidad acuática y terrestre incorporadas en las importaciones. Asimismo, todavía falta inversión en cooperación internacional al desarrollo.
Por último, en relación a la situación en España, en el informe de 2021, nuestro país ha mostrado excelentes resultados y grandes mejoras respecto a la anterior publicación. Posicionándose en el puesto número 20 del ranking global en desarrollo sostenible, aumentando dos puestos respecto al año anterior y mejorando ligeramente su rendimiento. La investigación indaga sobre cada uno de los 17 objetivos y afirma que, en el Índice ODS, los mejores resultados corresponden al ODS 1 (Pobreza cero), el ODS 3 (Salud y bienestar), ODS 4 (Educación de calidad) y ODS 7 (Energía asequible y no contaminante). Los principales retos que aún debe afrontar nuestro país son: la prevalencia de la obesidad, los desajustes en la alimentación y las emisiones de CO2 .
La investigación también indaga a cerca de las tendencias que nos indica si vamos o no por buen camino. Aquí, las previsiones de evolución para España son mixtas. Por una parte, el desarrollo es positivo en los ODS 1 y ODS 5 (Igualdad de género) que se encaminan a su consecución. Por otra parte, nuestro país duplica los ODS en los que se estanca, afectando principalmente a la reducción de las desigualdades (ODS10) y a la vida submarina (ODS14). El ODS 15 (Ecosistemas terrestres) ha sufrido la mayor regresión. Entre los retos persistentes de este objetivo destacan la protección de áreas acuáticas y terrestres con altos niveles de biodiversidad y la supervivencia de las especies.
Finalmente, el informe incluye un análisis de los esfuerzos gubernamentales en relación con la aplicación de los ODS. El caso español muestra el fuerte compromiso gubernamental con la Agenda 2030, habiéndose sometido dos veces (en 2018 y 2021) a los exámenes de Naciones Unidas y habiendo establecido estructuras específicas y estrategias para incorporar de manera transversal esta temática en las actividades públicas.