¿Seremos capaces de desplegar una recuperación que sea realmente inteligente? un informe publicado a finales del mes de junio de 2021 por el Banco Mundial describe políticas beneficiosas para todos y todas, a fin de que, tras la pandemia, los países busquen una recuperación inteligente respecto de la naturaleza. Los datos que proporciona el documento titulado “The Economic Case for Nature” son contundentes: la protección de la naturaleza podría evitar pérdidas económicas mundiales de USD 2,7 billones al año.
El informe se elaboró en estrecha colaboración con la Universidad de Minnesota y la Universidad Purdue, y se publica en un momento clave en el cual los países se encuentran en el proceso de formulación de sus políticas de recuperación tras la crisis sistémica sin precedentes que se desató en el mundo entero tras el paso de la pandemia de coronavirus.
La discusión entre desarrollo económico o protección medioambiental ha quedado en el pasado. Es más, resulta urgente comprender que, si no protegemos nuestro planeta (y por ende nuestra vida), no habrá desarrollo económico que valga. La biodiversidad es un activo insustituible y, como tal, los gobiernos y el sector privado deben desarrollar y aumentar su valor. Sin embargo, por lo general, la biodiversidad no es reconocida, es subvalorada y considerada poco importante en la toma de decisiones sobre economía y desarrollo. Sin mencionar las lógicas del sistema capitalista actual que, lejos de proteger la biodiversidad, la explotan como si te tratará de recursos finitos disponibles para los seres humanos.
Las decisiones sobre inversión en diferentes sectores productivos y actividades secundarias, fallan al no considerar sus potenciales impactos en la biodiversidad o al no reconocer la contribución que puede hacer dicha biodiversidad a sus logros esperados. Por lo tanto, el potencial de la biodiversidad para afectar y ser afectada por el desarrollo económico, las estrategias de reducción de la pobreza y los procesos es pasado por alto. Grave error.
El nuevo informe del Banco Mundial estima que el colapso de determinados servicios ecosistémicos proporcionados por la naturaleza, tales como la polinización silvestre, el suministro de alimentos provenientes de la pesca marina y la madera de los bosques nativos, podría resultar en una disminución del producto interno bruto (PIB) mundial de USD 2,7 billones anuales para 2030.
Detener la emergencia climática es una de las principales preocupaciones de la mayoría de los Estados. Si algo nos ha enseñado la pandemia (que ojalá lo hayamos aprendido) es que si nuestro planeta no está sano nosotros tampoco lo estamos, y si no hay salud, no hay sistema económico que funciones. La ecuación es muy simple, empero, para muchos parece difícil de comprender. Para aportar argumentos que explican el necesario y urgente cambio de paradigma que debemos realizar respecto del cuidado ambiental, la investigación demuestra la fuerte dependencia de las economías respecto de la naturaleza, particularmente en los países de ingreso bajo.
En este sentido, el estudio pone de relieve que las regiones de África al sur del Sahara y Asia meridional sufrirían para 2030 la contracción relativa más marcada del PIB real debido al colapso de los servicios ecosistémicos: la reducción se ubicaría en el 9,7 % y el 6,5 % anual, respectivamente. Esto se debe a la dependencia de dichas regiones respecto de los cultivos polinizados y, en el caso del África al sur del Sahara, de los productos forestales, así como a la limitada capacidad de pasar a otras opciones de producción y consumo que se verían menos afectadas.
El razonamiento que propone la investigación es simple y concreto: las economías dependen del flujo de bienes y servicios generados por la naturaleza (como los alimentos, las materias primas, la polinización, la filtración del agua y la regulación del clima), pero si la naturaleza está sometida a una amenaza sin precedentes no habrá economía que resista. La investigación del Banco Mundial utiliza técnicas innovadoras de modelización económica para estimar cómo los cambios en determinados servicios de los ecosistemas afectan a la economía, ayudando a los responsables de la toma de decisiones a comprender el coste de la inacción.
De cara a la recuperación de las economías en un escenario post- pandémico como el actual, las políticas inteligentes en relación con la naturaleza serán cruciales para implementar el marco mundial de biodiversidad posterior a 2020. El documento sostiene que nos encontramos ante una oportunidad para adoptar metas prácticas, como establecer la protección del 30 % de la tierra y el 30 % de los océanos para 2030 (conocida como la meta del “30x30”). En el informe se argumenta que los beneficios de los servicios ecosistémicos que se obtendrían al alcanzar la meta del 30x30 compensarían casi por completo los costos de oportunidad que generaría la protección de tierras adicionales establecida en esta meta. En este planteo todos ganamos: el planeta y las personas.
Así, el informe concluye que las inversiones en servicios ecosistémicos deben realizarse de manera tal que se aprovechen las sinergias con la mitigación y adaptación al cambio climático, ya que de este modo se refuerzan los argumentos en favor de la acción. Por ejemplo, cuando se implementan esquemas de pago por el carbono de los bosques, ya sea a nivel nacional o mundial, otras políticas nacionales, como la reforma de los subsidios agrícolas, se vuelven más eficaces para proteger la naturaleza al tiempo que se mejoran los beneficios económicos.
Para lograr el crecimiento económico es fundamental preservar la naturaleza. Es urgente desterrar el mito acerca de que proteger el planeta implica un gasto para el sector público y privado. Más bien todo lo contrario, proteger el medioambiente significa, en cualquier caso, una ganancia. En esta línea, el presidente del Grupo Banco Mundial, David Malpass explicó que: “Las políticas y las reformas que incluyen un planteo inteligente en relación con la naturaleza, incluidas las reformas a los subsidios agrícolas y las inversiones en innovación agrícola, mejoran la biodiversidad y los resultados económicos. A medida que los países buscan recuperarse de la pandemia de COVID‑19, es importante que el desarrollo económico mejore los resultados en relación con la naturaleza”.