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El fenómeno de la digitalización ha irrumpido con fuerza durante las últimas dos décadas, hablándose incluso de una cuarta revolución industrial (4.0). Esta revolución digital se ve reflejada en multitud de innovaciones y aplicaciones tecnológicas que alteran la manera de vivir, trabajar, aprender, hacer negocios, disfrutar del ocio, comunicarse y hasta en las relaciones interpersonales. Pero ¿todas las personas tienen acceso a este proceso de digitalización? Para intentar dar respuesta a este interrogante, teniendo en cuenta las desigualdades existentes en España, La Fundación Cotec ha publicado su informe: “Competencias digitales y colectivos en riesgo de exclusión social”. La investigación busca identificar a los colectivos con mayor riesgo de quedar excluidos de la economía y la sociedad digital en nuestro país.

La revolución digital es una realidad de nuestro tiempo. El fenómeno de la rápida y sostenida digitalización de las sociedades contemporáneas es conocido como la cuarta revolución industrial. Su importancia es del tal calibre en el contexto de la crisis económica generada por la COVID-19 que la digitalización es uno de los pilares o palancas sobre las que se apoya el plan europeo de reconstrucción.

Las transformaciones tecnológicas asociadas a la digitalización en el ámbito económico giran en torno a tres ejes fundamentales: la automatización de procesos en el ámbito laboral, que sustituye o transforma las tareas realizadas por los trabajadores; la digitalización de bienes, servicios y multitud de actividades en datos e información tratable a distancia, que permite reconfigurar los modelos de negocio de las empresas; y la revolución digital de las condiciones y mercados laborales con el desarrollo de las plataformas digitales.

Para analizar este proceso de cambio en nuestro país, la Fundación Cotec ha publicado recientemente su informe “Competencias digitales y colectivos en riesgo de exclusión social en España”. El mismo busca identificar a los colectivos con mayor riesgo de quedar excluidos de la economía y la sociedad digital. El nivel de estudios, la ocupación y la edad son los tres factores que en mayor medida determinan la brecha en competencias digitales, a diferencia del género, que es mucho menos significativa a nivel estadístico.

La investigación se llevó a cabo utilizando datos que proporciona el indicador de competencias digitales de la población integrado en la dimensión de capital humano del índice sintético DESI (Índice de la Economía y Sociedad Digitales) que elabora la Comisión Europea, así como los microdatos de la Encuesta sobre equipamiento y uso de tecnologías de información y comunicación de los hogares (Encuesta TIC-H) del INE, además de otros que provienen de la Encuesta Cotec-Sigmados de percepción social de la innovación.

El estudio explica que la dotación de equipamiento TIC (además del acceso a Internet, dispositivos como ordenadores, tabletas, smartphones, etc.) conforma un primer paso fundamental que facilita el acceso a la digitalización, pero este equipamiento no es condición suficiente que garantice beneficiarse plenamente de sus oportunidades. Para que el potencial de la digitalización se haga efectivo, se necesita un elemento clave: el adecuado aprovechamiento de las inversiones TIC y la capacitación.  Es por esto, que resulta indispensable que tanto individuos como empresas e instituciones cuenten con las competencias tecnológicas y digitales que permitan implementar los desarrollos de las TIC.

Los beneficios que nos aporta la ecnología son indiscutibles. Especialmente, en el contexto actual en el cual, tras la llegada de la pandemia, la digitalización de ciertos procesos nos ha permitido seguir trabajando, que los niños aprendan y hasta ha hecho posible acompañar a nuestros mayores durante el confinamiento. Adaptarse a la digitalización supone una gran oportunidad para países, individuos y empresas, pero puede convertirse en un gran riesgo si esta no se aprovecha adecuadamente.

En un mundo desigual, la digitalización también lo es. El informe advierte que el gran riesgo asociado a la digitalización es, sin dudas, la desigualdad que surge entre los que se adaptan a ella y los que no lo hacen, con consecuencias sobre el tejido económico y social que pueden llegar a frenar el crecimiento y la productividad de los que peor se adaptan, e incluso generar determinadas formas de exclusión social, laboral, financiera, etc.

Los datos extraídos de la investigación advierten que las comunidades autónomas con mayor renta media por habitante concentran también los mayores niveles en cuanto a habilidades digitales de la población. El 60% de las y los españoles posee al menos habilidades digitales básicas, un patrón similar al del promedio europeo. Por encima quedan los territorios más ricos, como Madrid (67,4%), Cataluña (67,2%), Navarra (61,7%) y País Vasco (61,5%); por debajo, con hasta 15 puntos porcentuales de diferencia, aparecen territorios cuyo PIB por habitante está por debajo de la media nacional, como Galicia (52,1%), Cantabria (54,8%) o Murcia (55,1%).

De particular importancia resultará también cerrar brechas entre ámbitos urbanos y rurales, siendo estos últimos más propicios a carecer de competencias digitales e infraestructuras necesarias, dado el mayor aislamiento y el envejecimiento de su población. Por otra parte, se observaba que existen diferencias más notables si se compara la población por grupos de edad, siendo el grupo de mayor edad caracterizado principalmente por competencias bajas o básicas. Evidentemente, no todas las personas tienen la capacidad de utilizar las tecnologías digitales de manera óptima, lo cual entraña una nueva forma de desigualdad: una brecha digital que puede llegar a reforzar la desigualdad socioeconómica existente. Para evitar o revertir esta injusta realidad, el estudio afirma que la mejora de la educación y las capacidades constituye una parte fundamental, ya que las empresas necesitan empleados con destreza digital para prosperar en un mercado mundial impulsado por la tecnología y los mismos trabajadores necesitan competencias digitales para tener éxito en un mercado de trabajo cada vez más digitalizado y en rápida evolución.

Asimismo, el informe explica que se debe trabajar en pos de una mayor incorporación de estudiantes (especialmente mujeres) a carreras STEM (por sus siglas en inglés de ciencia, tecnología, ingeniería y matemáticas), ya que esto permitirá aumentar los beneficios de la digitalización al incorporar mayor capital humano especializado en el mercado de trabajo. No obstante, disponer de unas adecuadas competencias digitales no se circunscribe únicamente al ámbito laboral, ya que en el ámbito privado permiten una mejor inclusión y participación en la vida social, sostienen los expertos.

Para lograr todo esto, las políticas tanto de las Administraciones públicas como las de las propias empresas han de apostar decididamente por potenciar las oportunidades que ofrece la digitalización al mismo tiempo que se intentan paliar y minimizar sus riesgos. Las ventajas de la digitalización se han puesto claramente de manifiesto tras el estallido de la crisis de la COVID-19, pero también el riesgo de exclusión y de acentuación de desigualdades. Es uno de los grandes desafíos que tiene la sociedad por delante, hacer que nadie viva al margen de la digitalización (ya sea por falta de medios o de conocimientos). Si la brecha digital no se reduce, tampoco lo harán las desigualdades económicas y sociales.

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