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A pesar de que la región de América Latina y el Caribe se encuentra más conectada que nunca, la mayoría de los países del sur global aún se enfrentan a una gran brecha digital. Esto supone un atraso enorme y más aún tras la pandemia, donde muchos procesos de digitalizaron dejando a millones de personas atrás.

Tener acceso a internet, tener un móvil o un ordenador no es un privilegio en Europa. Si bien existen desigualdades de acceso y de uso de las nuevas tecnologías, en términos generales la brecha digital no es tan grande como en América Latina y el Caribe. Allí, aproximadamente 200 millones de personas carecen de acceso a infraestructura digital básica y, para muchas más, ese acceso es de mala calidad o demasiado costoso .

Un artículo firmado por economistas del Banco Mundial (BM) afirma que, pese a los avances alcanzados en la última década, más de un tercio de los hogares en Latinoamérica todavía no cuenta con una conexión a internet y la región continúa rezagada frente a otras economías. A este panorama se ha sumado la crisis de COVID-19 la cual ha provocado una transición rápida pero desigual hacia las interacciones digitales como el trabajo remoto, la educación en línea, el comercio electrónico, la salud digital y muchos otros aspectos de nuestras vidas que alguna vez se llevaron a cabo en persona.

La tele escuela o el tele trabajo fue una gran alternativa para atravesar los meses del confinamiento, que incluso ha llegado para quedarse en muchos países. Sin embargo, pensar en continuar las clases en línea en países que no tienen internet y que en las familias no hay ni un solo ordenador disponible, es completamente imposible. La exclusión digital es un problema multidimensional afirman los expertos del Banco Mundial. Una de las razones por las que muchas personas de América Latina no acceden a los servicios digitales es el elevado costo de la conectividad en relación con los ingresos del hogar. Según investigaciones del BM, el precio promedio de 1 GB de datos móviles en 2020 fue de USD 2,74 –con base en una muestra de 21 países de la región. Panamá se ubica en el tope de la lista (USD 6,66) mientras que Chile tuvo el precio más bajo (USD 0,71). No obstante, expresado como porcentaje del ingreso per cápita mensual, Haití y Bolivia habrían sido los países con el costo más elevado (2,6 % y 1,7 %, respectivamente).

De manera similar, cuando se analizaron los precios de banda ancha, Haití volvió a ubicarse como el país más costoso para acceder a internet, tanto en términos absolutos como relativos, con un valor promedio del paquete de datos de USD 123,75 por mes. Sin entrar en los detalles de cada país y reconociendo las particularidades de cada uno, estudios previos coinciden en que la combinación de varios factores incide en el elevado costo para los hogares, tales como la limitada competencia en el mercado de las comunicaciones, complejas estructuras regulatorias, altas tarifas de instalación y el elevado precio de los dispositivos móviles.

La investigación avanza y sostiene que, si bien la asequibilidad es uno de los principales factores de la exclusión digital, otras barreras también limitan el acceso y uso de internet. En este grupo se encuentran principalmente la debilidad en la infraestructura de telecomunicaciones e ineficiencias en la prestación de servicios, que en su conjunto restringen la llegada de los servicios digitales a una parte significativa de la. En este contexto, la alfabetización digital, tan necesario hoy en día para casi todo, se vuelve imposible.

La alfabetización digital es la capacidad de una persona para realizar diferentes tareas en un ambiente digital. Esta definición genérica engloba muchos matices ya que incluiría la habilidad para localizar, investigar y analizar información usando la tecnología, así como ser capaces de elaborar contenidos y diseñar propuestas a través de medios digitales. La alfabetización digital debe entenderse no sólo como un medio sino también como una nueva forma de comunicación y de creación y comprensión de la información. Sin embargo, si no se cuenta con los medios técnicos para llevarla a cabo, esta es una mera utopía inalcanzable.

Para lograr cerrar la brecha digital resulta urgente aumentar la cooperación internacional. Las inversiones con impacto regional podrían generar una mayor participación del sector privado en el desarrollo digital. Las empresas de telecomunicaciones tienen una clara preferencia por operar en mercados de gran tamaño y rápido crecimiento, lo que explica por qué la conectividad digital sigue siendo limitada especialmente en los países del Caribe y América Central.

En este sentido, las economías pequeñas y medianas de América Latina y el Caribe podrían beneficiarse mutuamente al diseñar y promover proyectos con impacto sub-regional. Para ello es necesaria la coordinación regulatoria y de los marcos normativos. Otra vía es el uso de fondos para el desarrollo digital, con el fin de apoyar proyectos con distintas características. Sin duda, las instituciones financieras internacionales pueden jugar un rol importante para resolver esta problemática entrando como socio estratégico con operadores privados que permita reducir el riesgo asociado a estas operaciones y asesorando la estructuración de los proyectos.

Más aún, en el contexto actual en el cual, tras la irrupción de la pandemia, la digitalización y el aumento de la demanda de conectividad vuelven a estar en el temario de las políticas nacionales de toda América Latina y el Caribe. La pandemia ha demostrado que el acceso a internet más que un lujo se ha convertido en un servicio vital. Para evitar que aumenten las desigualdades históricas y garantizar que la tecnología beneficie a todos, se necesitan más inversión tanto pública, como privada.

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