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En su pionero informe “Niños y vertederos de desechos electrónicos” publicado a mediados de junio de este año, la Organización Mundial de la Salud (OMS) alerta sobre la gravedad del problema. Tras los resultados obtenidos en la investigación, el organismo internacional pide que se apliquen medidas eficaces de cumplimiento obligatorio para proteger a los niños y niñas de este peligro creciente para su salud.

En los últimos años, el consumo de artefactos tecnológicos ha aumentado de manera exponencial en el mundo entero. Lógicamente, de la mano del consumo se han incrementado también los desechos. El problema es que en muchos países estos, o bien no se reciclan, o bien los procedimientos que se realizan no son seguros. Para analizar esta problemática, por primera vez la Organización Mundial de la Salud (OMS) ha realizado una importante investigación plasmada en el recientemente publicado informe: “Niños y vertederos de desechos electrónicos”.

De acuerdo con la Alianza Mundial para las Estadísticas de Residuos Electrónicos, crecieron un 21% en los cinco años anteriores a 2019, cuando se generaron aproximadamente 53,6 millones de toneladas de estos desechos. A modo de comparación, el peso de los desechos electrónicos generados el pasado año equivale al de 350 cruceros que, puestos en una línea recta, alcanzarían los 125 km. Por desgracia, se prevé que este volumen continúe aumentando debido al alza del uso de ordenadores, teléfonos móviles y otros aparatos electrónicos de obsolescencia rápida.

La lógica de consumo de “úselo y tírelo” propia de nuestra cultura capitalista no sólo trae grave consecuencia para la salud del planeta, sino también, como vemos, para la salud de las personas. De acuerdo con las estimaciones más recientes de la citada Alianza, solamente el 17,4% de los desechos electrónicos generados en 2019 llegó a instalaciones reguladas de tratamiento y reciclaje, mientras que el resto se eliminó de forma ilegal, sobre todo en los países de ingresos medianos y bajos, donde son reciclados por trabajadores de sectores no regulados.

Aquí aparece otra importante arista del problema: los países ricos consumen, los pobres pagan las consecuencias. Una parte importante de los aparatos eléctricos y electrónicos desechados cada año se exporta desde los países de altos ingresos a los de ingresos medianos y bajos, donde no siempre existen normas o, de haberlas, donde se suelen aplicar insuficientemente. En estos países, dichos desechos se desmontan, reciclan y reacondicionan en lugares donde no hay infraestructuras adecuadas, no se ofrece formación y, de existir, las medidas de protección de la salud y el medio ambiente se aplican poco. Como en tantas otras situaciones, la desigualdad está a al orden del día. De este modo, muchos países cuyas economías son más débiles ofician de “basurero del mundo”.

El informe explica que la recogida y el reciclaje correctos de los aparatos eléctricos y electrónicos desechados son fundamentales para proteger el medio ambiente y reducir las emisiones perjudiciales para el clima. La Alianza Mundial para las Estadísticas de Residuos Electrónicos ha señalado que, gracias a que el 17,4% de los desechos electrónicos generados en 2019 se recogieron y reciclaron correctamente, se evitó liberar al medio ambiente 15 millones de toneladas de equivalentes de dióxido de carbono.

Además de la contaminación ambiental que este problema supone, la investigación pone le foco en lo perjudicial que esto es para la salud.  Una de las principales conclusiones que arroja el documento es que, la mayor parte de las y los damnificados por la contaminación que generan los desechos electrónicos son mujeres y niños. Se calcula que 12,9 millones de mujeres trabajan en el sector no regulado de los desechos, lo cual las expone a residuos electrónicos tóxicos que ponen en riesgo la salud del feto. Paralelamente, más de 18 millones de niños, niñas y adolescentes, trabajan en sectores industriales no regulados, como el tratamiento de los residuos. A menudo, las y los niños se ven involucrados en el reciclaje de desechos electrónicos por sus padres o sus cuidadores porque, al tener las manos más pequeñas que los adultos, son más hábiles realizando esa tarea. También hay muchísimos niños que viven, acuden a la escuela y juegan cerca de lugares donde se reciclan desechos electrónicos que contienen altas concentraciones de sustancias químicas tóxicas, como el plomo y el mercurio, que pueden afectar a su desarrollo intelectual.

La investigación llevada a cabo por la OMS advierte que las consecuencias en la salud de la contaminación por desechos tecnológicos son realmente trágicas. En este sentido, las y los niños expuestos a los desechos electrónicos son más vulnerables a las sustancias tóxicas que estos contienen porque su cuerpo es más pequeño, sus órganos están menos desarrollados y se encuentran en una etapa de crecimiento y desarrollo rápidos. Por esta razón, el nivel de contaminantes que absorben es mayor en relación con el tamaño de su cuerpo y también tienen menos capacidad para metabolizar y eliminar las sustancias tóxicas.

Muchas personas que trabajan extrayendo materiales valiosos como el plomo y el cobre se exponen al contacto con más de mil sustancias peligrosas, como el plomo, el mercurio, el níquel, los materiales ignífugos bromados y los hidrocarburos aromáticos policíclicos. La investigación profundiza y explica que en cuanto a las embarazadas, la exposición a desechos electrónicos tóxicos puede afectar a la salud y el desarrollo del feto y tener consecuencias durante el resto de su vida.  Se ha demostrado que la exposición al plomo durante el reciclaje de desechos electrónicos da lugar a unas puntuaciones significativamente más bajas en las evaluaciones neuroconductuales de los recién nacidos, un aumento de las tasas de trastorno por déficit de atención/hiperactividad, problemas de comportamiento, cambios en el estado de ánimo en los niños, dificultades de integración sensitiva y menores puntuaciones en las evaluaciones cognitivas y lingüísticas.

El documento concluye con un llamamiento a la acción. La OMS pide a los exportadores, los importadores y los gobiernos que adopten medidas eficaces y vinculantes para que estos residuos se eliminen sin perjudicar el medio ambiente y la salud y la seguridad de las y los trabajadores, sus familiares y sus comunidades; que estudien la exposición a estos desechos y sus efectos en la salud; que faciliten una mejor reutilización de los materiales, y que fomenten la fabricación de equipos electrónicos y eléctricos de mayor durabilidad.

La Dra. María Neira, Directora del Departamento de Medio Ambiente, Cambio Climático y Salud de la OMS, señala que: “Los niños y los adolescentes tienen derecho a crecer y aprender en un entorno saludable, y no cabe duda de que la exposición a los aparatos eléctricos y electrónicos desechados y a sus numerosos componentes tóxicos afecta a ese derecho. El sector de la salud puede contribuir a combatir este problema tomando la iniciativa y divulgando prácticas correctas, realizando estudios, explicando la problemática a los responsables políticos, movilizando a las comunidades e implicando a otros sectores para exigir que la preocupación por la salud sea uno de los elementos principales de las políticas de gestión de esos desechos”.

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