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Un completo informe publicado por el Centro de Monitoreo de la Conservación del Ambiente y la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza, elaborado con el apoyo de la National Geographic Society, advierte que el deterioro de la biodiversidad es preocupante a nivel global y que se está perdiendo incluso dentro de las zonas de protección.

Un nuevo informe publicado por el Centro de Monitoreo de la Conservación del Ambiente y la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza, elaborado con el apoyo de la National Geographic Society advierte que, a pesar de los esfuerzos,  la pérdida de biodiversidad continúa siendo un problema grave a nivel global. El mundo ha dado un paso importante al lograr una de las metas que se había propuesto, proteger al menos 17% de la tierra y las aguas continentales y 10% del medio marino, pero se ha quedado corto en sus compromisos sobre la calidad de estas áreas.

La última edición del informe Planeta Protegido que se publica cada dos años es la evaluación final de la Meta 11 de Aichi establecida en 2010 sobre áreas protegidas y conservadas que tenía como objetivo brindar importantes beneficios tanto a la biodiversidad como a las personas en un periodo de diez años:“Para 2020, al menos 17% de las áreas terrestres y las aguas continentales, y 10% de las zonas costeras y marinas, especialmente las zonas de particular importancia para la diversidad biológica y los servicios de los ecosistemas, se conservarán mediante una gestión eficaz, equitativa y ecológicamente representativa y sistemas bien conectados de áreas protegidas y otras medidas de conservación efectivas basadas en áreas, e integradas en paisajes terrestres y marinos más amplios”, rezaba el compromiso de la Meta.

Según el informe, desde 2010 hasta la fecha, el progreso ha sido notable, ya que el 42% de los más de 22 millones de km2 de tierra y 28 millones de km2 de océano protegidos o conservados se agregaron en la última década, lográndose el objetivo. Sin embargo, el documento evidencia que esto no ha sido suficiente. La investigación publicada concluye que el desafío será mejorar la calidad tanto de las áreas nuevas como de las existentes para lograr un cambio positivo para las personas y la naturaleza, ya que la biodiversidad continúa disminuyendo, incluso dentro de muchas áreas protegidas. Los expertos afirman que, para ser eficaces, las áreas protegidas y conservadas deben incluir lugares importantes para la biodiversidad. Empero, un tercio de las áreas clave en materia de biodiversidad, ya sea en tierra, aguas continentales o el océano, todavía no tienen protección alguna.

El documento afirma que las áreas protegidas y conservadas también deben estar mejor conectadas entre sí, para permitir que las especies se muevan y los procesos ecológicos funcionen. Si bien ha habido una mejora en tiempos recientes, menos de 8% de la tierra está protegida y conectada a la vez, una cifra muy por debajo de la proporción de 17% de la superficie terrestre que ahora está bajo protección. Asimismo, hace falta garantizar que las áreas circundantes se gestionen adecuadamente para mantener los valores de la biodiversidad.

Por otra parte,  el grupo de expertos también hace hincapié en la importancia de reconocer el invaluable aporte que hacen las comunidades indígenas en la protección de la biodiversidad. En este sentido, la investigación sostiene que es urgente hacer más para administrar las áreas protegidas y conservadas de manera equitativa, de modo que los costos de conservación no sean asumidos por la población local mientras que otros disfrutan de sus beneficios. Esto es clave para construir redes de conservación que cuenten con el apoyo y la participación de todas las personas en todas partes.

La publicación hace un llamado a que, además de designar nuevas áreas, se identifiquen y reconozcan las áreas protegidas y conservadas que ya existen, mediante la contabilización de los esfuerzos de los pueblos indígenas, las comunidades locales y las entidades privadas y el reconocimiento de sus derechos y responsabilidades. Asimismo, presenta la diversidad de modelos funcionales de gobernanza en áreas protegidas y conservadas existentes en la región y expone la necesidad de generar mecanismos institucionales y legales para reconocerlos y darles operatividad.

Finalmente, se insta a los diferentes actores a unir esfuerzos para lograr una conservación más efectiva e inclusiva. El informe Invita a incrementar significativamente los recursos financieros para los sistemas de áreas protegidas, mejorar las evaluaciones de la efectividad del manejo de manera sistemática, así como mejorar las condiciones laborales de los guardaparques. En un futuro marcado por la incertidumbre, las áreas protegidas y conservadas deben ser reconocidas como el principal mecanismo de conservación de la naturaleza y de los servicios ecosistémicos, elementos básicos para el bienestar humano. En estos tiempos críticos, las áreas protegidas y conservadas deben contar con las condiciones propicias para cumplir plenamente sus objetivos de conservación y ser reconocidas como motores de desarrollo local, con responsabilidad compartida, que proveen servicios fundamentales para la salud y supervivencia humana.

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