Recientemente se ha publicado el Informe sobre la financiación del desarrollo sostenible (IRSF, por sus siglas en inglés) presentado por el Grupo de Trabajo Interinstitucional sobre la Financiación para el Desarrollo de Naciones Unidas . El mismo advierte que la COVID-19 podría conducir a una década perdida para el desarrollo sostenible en el mundo entero. El documento subraya el riesgo de un mundo fuertemente divergente a corto plazo en el que las diferencias entre ricos y pobres se amplían a causa de que algunos países carecen de los recursos financieros necesarios para combatir la crisis que la pandemia ha generado y su impacto socioeconómico.
El IRSF 2021 es el sexto informe sobre la aplicación de los resultados de la Financiación para el Desarrollo y los medios de ejecución de los ODS desde la adopción de la Agenda 2030 y la Agenda de Acción de Addis Abeba. La evaluación se basa en la experiencia, los análisis y los datos de más de 60 organismos e instituciones internacionales que integran el Grupo de Trabajo, dirigido por el DAES de las Naciones Unidas, con el Grupo del Banco Mundial, el Fondo Monetario Internacional y la Organización Mundial del Comercio, la UNCTAD y el PNUD en funciones de liderazgo.
Esta investigación sostiene que dichos riesgos a corto plazo se ven agravados por los crecientes riesgos sistémicos que amenazan con hacer descarrilar aún más el progreso, como es el cambio climático. De este modo, el informe recomienda acciones inmediatas para evitar este escenario y plantea soluciones para movilizar las inversiones en las personas y en las infraestructuras para reconstruir mejor. También establece reformas para la arquitectura financiera y política mundial con el fin de garantizar que apoye una recuperación sostenible y resiliente y que esté alineada con la Agenda 2030.
El estudio comienza con una evaluación del impacto de la pandemia en el contexto macroeconómico mundial, incluyendo un debate sobre las interrelaciones entre los riesgos económicos, sociales (por ejemplo, la salud, la desigualdad) y ambientales (por ejemplo, el clima). Además, explora el crecimiento del riesgo sistémico mundial, con el fin de identificar opciones políticas para una financiación sostenible y resistente, y que garantice la financiación de la sostenibilidad, En el resto del informe se analizan los avances, los retos y las opciones políticas en las siete áreas de acción de la Agenda de Addis Abeba.
Si bien es cierto que actualmente la atención debe centrarse en contener la pandemia y abordar sus consecuencias socioeconómicas para todos, es importante también no perder de vista el desarrollo sostenible. Los expertos responsables del informe advierten que existe un grave peligro de que el mundo sea cada vez más desigual y por consiguiente sea imposible alcanzar los Objetivos propuestos por la Agenda 2030 de Naciones Unidas. Es por esto, que sostienen que evitar este escenario debe ser una prioridad en los esfuerzos de recuperación global. Para lo cual detalla cuatro recomendaciones destinadas a empresas privadas y mercados financieros.
1. Deberá predominar el largoplacismo
El informe sostiene que los horizontes de inversión a corto plazo contribuyen a la volatilidad del mercado y condicionan el comportamiento de las empresas. Es por esto que una economía sostenible requiere inversión en personas, innovación y capital físico. Pero estas inversiones necesitan tiempo para dar sus frutos y son fundamentales para la futura creación de valor. Los cambios en el gobierno corporativo son también necesarios para hacer frente al cortoplacismo. Para ello, las empresas pueden adoptar las siguientes medidas según el informe:
2. Mejorar y facilitar la rendición de cuentas del sector privado
Otro aspecto sobre el que se hace hincapié es que la transformación del sector privado no puede lograrse sin una mayor transparencia sobre el impacto de las empresas en los ODS. Algunas recomendaciones para trabajar son:
3. Integrar la sostenibilidad en las prácticas bancarias
El interés de las instituciones financieras por integrar la sostenibilidad en sus prácticas está acompañado de la necesidad de obtener una imagen completa de los riesgos que están asumiendo. Los riesgos relacionados con la sostenibilidad, el cambio climático o prácticas laborales insostenibles se están incorporando a los modelos de evaluación de riesgos de los bancos. Existen algunas iniciativas destacables, como:
4. Promover la inversión sostenible
Por último, el estudio sostiene que la pandemia ha traído consigo una crisis sistémica sin precedentes que ha reforzado el interés por las inversiones sostenibles al poner de relieve los riesgos que plantean los factores no financieros. Los fondos ASG se comportaron mejor durante las turbulencias del mercado que los fondos comparables que no son ASG y experimentaron entradas récord en 2020. El documento explica que el interés de los inversores por la financiación sostenible se ha visto impulsado por la convicción de que las empresas deben gestionar riesgos y oportunidades relacionados con la sostenibilidad para crear valor a largo plazo. Algunos de los fondos de nueva creación van más allá de la gestión de los riesgos relacionados con la sostenibilidad y se centran en lograr resultados positivos tanto sobre el desarrollo sostenible como en el rendimiento financiero.