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Un informe publicado recientemente por la Consultora McKinsey muestra que las empresas pueden obtener grandes beneficios al descarbonizar e impulsar el crecimiento a largo plazo. Pero esto significa ir más allá del enfoque de las curvas de reducción en los costes y, en su lugar, potenciar a las personas, al tiempo que se realicen algunas apuestas estratégicas. El estudio muestra que, desde antes de la pandemia, las cuestiones medioambientales, sociales y de gobernanza (ESG por sus siglas en inglés) ya son preocupaciones prioritarias, sin embargo, actualmente, la necesidad de eliminar las emisiones de gases de efecto invernadero puede ser la más urgente y difícil de abordar.

Las cuestiones medioambientales, sociales y de gobernanza (ESG por sus siglas en inglés) ya se habían convertido en preocupaciones prioritarias desde mucho antes de la pandemia. De los tres factores, si bien todos son importantes, es claro que el que hace referencia a la "E" de medio ambiente, es quizás uno de los más difíciles de alcanzar. Un informe publicado recientemente por la consultora McKinsey afirma que muchas empresas ya se han comprometido a reducir en gran medida y a largo plazo las emisiones de gases de efecto invernadero. Otras se verán obligadas a actuar por sus clientes, inversores y gobiernos. Los líderes empresariales ya han manifestado que algunos de sus mayores clientes están advirtiendo que los futuros contratos estarán supeditados a una reducción significativa de las emisiones.

La investigación afirma que, una parte creciente del capital de inversión también se está canalizando hacia la lucha contra el cambio climático. Un dato no menor es que en enero de 2021, BlackRock, el mayor gestor de activos del mundo, pidió a los consejeros delegados de las empresas en las que tiene acciones que explicasen cómo planean alcanzar las emisiones netas cero para 2050.Entre 2012 y 2018, la inversión en activos con objetivos explícitos de sostenibilidad creció un 15% al año. En 2018, este tipo de inversiones representaron el 11% de los activos gestionados profesionalmente a nivel mundial. En términos más generales, los inversores están cada vez más preocupados por el impacto potencial de los riesgos relacionados con el clima en todas sus carteras.

El documento avanza y explica que los responsables políticos están aumentando la presión. La Unión Europea, por ejemplo, parece dispuesta a seguir adelante con los planes de un impuesto transfronterizo sobre el carbono, utilizando los ingresos para financiar iniciativas de sostenibilidad dentro del bloque. Estas políticas significan que las empresas ya no están protegidas de la legislación medioambiental en virtud de su ubicación. Cualquier organización que participe en las cadenas de suministro mundiales tendrá que reducir sus emisiones.

A pesar de encontrarnos inmersos en medio de un escenario incierto y cambiante, la investigación advierte que hay buenas noticias: la des carbonización ya no es una opción sino un hecho. En la mayor parte del mundo, las empresas que tienen la ambición de permanecer en el negocio a largo plazo ya están en un viaje de 30 o 40 años hacia las emisiones netas cero.

Al respecto, los expertos de la consultora de referencia internacional afirman que, como cualquier cambio, el camino hacia lograr cero emisiones implica varios pasos distintos. Las empresas deben conocer su huella de carbono actual, identificar estrategias para reducir y, en última instancia, eliminar las emisiones de carbono, y aplicar los cambios necesarios. Estos pasos serían sencillos, si no fuera por una pega. Los planes de reducción de emisiones suelen elaborarse utilizando "curvas de reducción" estándar, que adoptan una visión descendente y se centran en los cambios tecnológicos a gran escala. Estas curvas suelen predecir que los riesgos de la transición, como la caída de la demanda o la devaluación de los activos o los cambios normativos, provocarán un aumento de los costes lo suficientemente grande como para dejar a muchas organizaciones fuera del negocio mucho antes de alcanzar sus objetivos de cero emisiones netas.

En opinión de los expertos, las organizaciones no deben dejar que la magnitud del reto haga descarrilar sus ambiciones de sostenibilidad. Al contrario de lo que sugieren las curvas de costes, se pueden conseguir grandes reducciones de las emisiones sin una destrucción de valor a gran escala. Es más, la transición climática creará oportunidades históricas para que las empresas ambientalmente sostenibles construyan nuevos mercados, reinventen antiguas categorías y se conviertan en imanes para los mejores talentos. Unilever, por ejemplo, dice que, en 2018, sus marcas de Vida Sostenible crecieron un 69% más rápido que el resto de su cartera. Y para 2030, la reutilización y el reciclaje de plásticos podrían impulsar un crecimiento de los beneficios de 60.000 millones de dólares para la industria química, según el análisis de McKinsey.

El camino no será fácil, pero es urgente emprenderlo. Para establecer un cambio potencial hacia el cero neto, las empresas deben identificar las oportunidades que podrían eliminar las emisiones de sus cadenas de valor, y luego clasificarlos en orden ascendente de coste por tonelada de carbono reducido. Hoy en día, es habitual trazar estos cambios en forma de curvas de reducción, que proporcionan una visión descendente de las posibles inversiones de capital (a menudo grandes) en tecnologías conocidas que podrían recortar las emisiones de la organización.

Para los directivos de las empresas, estas curvas de reducción pueden ser aterradoras, especialmente para las empresas industriales con procesos de alto consumo energético. Diseñar, dirigir y mejorar una red de fabricación y una cadena de suministro con bajas emisiones de carbono es una tarea compleja. Las organizaciones necesitarán las habilidades, los procesos y los datos para identificar y aplicar mejoras de eficiencia en todas sus operaciones. Hoy en día, las tres cosas escasean.

La investigación concluye que el desarrollo de un sistema de producción sostenible de principio a fin requerirá un enfoque sistemático para la adquisición y el desarrollo de capacidades en toda la plantilla. Las empresas también necesitarán una infraestructura de apoyo adecuada en toda la organización. Esto podría incluir inversiones en nuevas herramientas analíticas para ayudar al personal a interpretar los datos relacionados con la sostenibilidad, los objetivos y los incentivos para promover mejoras continuas en la eficiencia energética y de recursos.

Por último, los expertos destacan que la transición también requerirá una coordinación eficaz entre funciones. Por ejemplo, los fabricantes de automóviles ya están explorando oportunidades para sustituir el aluminio virgen de alta calidad y alta huella por aluminio reciclado de menor grado y baja huella. Esto requiere la colaboración de los equipos de desarrollo de productos, abastecimiento y fabricación. La capacidad de demostrar un mejor comportamiento medioambiental también puede impulsar las ventas. Algunas empresas de materiales ya están utilizando sus credenciales de sostenibilidad y sus planes de mejora a largo plazo como argumento para sus productos frente a los de sus rivales.

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