Aunque muchas veces es una problemática que se encuentra poco visibilizada, la discriminación por edad es la tercera causa más común en el mundo, por detrás del racismo y del sexismo, y la pandemia la ha acrecentado, como han compartido los participantes en la jornada “Cuando la edad no es un problema”, organizada por ASISPA, atención a personas mayores, con la colaboración de Quiero, plataforma internacional de sostenibilidad, y de la Fundación Alicia y Guillermo.
Se trata de un problema cultural de larga data. La sociedad tiene una serie de concepciones negativas de la vejez, pues se considera que implica deterioro cognitivo, enfermedad física e incapacidad funcional. Estas representaciones peyorativas influyen en la conducta que los demás producimos hacia los adultos mayores, de tal manera que integran los estereotipos inculcados socialmente. Por este motivo, Asispa ha lanzado #StopEdadismo, una campaña para concienciar sobre la problemática de este tipo de discriminación.
En 2020, el número de personas de 60 años o más ya ha superado a los niños menores de 5 años, según la ONU, y durante las próximas tres décadas se prevé que el número de personas mayores en todo el mundo se duplique, llegando a más de 1.500 millones en 2050, y el 80% de ellas vivirá en países de ingresos bajos y medianos. En Europa, la quinta parte de la población de la UE-27 tenía 65 años o más en 2019, y está previsto que entre 2019 y 2100 las personas de 80 años o más en la población de la UE-27 se multiplique por 2,5, pasando del 5,8% al 14,6%.
Para analizar las consecuencias de esta discriminación, la periodista Isabel Gemio ha moderado dos mesas redondas en las que se ha realizado un llamamiento para frenar el edadismo, cada vez más creciente. “La sociedad discrimina a las personas por la edad y todos tenemos que hacer algo para eliminar esta exclusión social que se ha ido generalizando en todos los ámbitos”, ha considerado Gemio. Las y los participantes en la jornada “Cuando la edad no es un problema” han destacado el poder de la empatía para situarnos en la realidad que viven muchas personas mayores en nuestra sociedad, y han coincidido en recordar que todos seremos mayores, si la salud nos lo permite, por lo que frenar el edadismo tiene que ser un compromiso común.
En la primera mesa, José Aniorte, delegado del Área de Gobierno de Familias, Igualdad y Bienestar Social del Ayuntamiento de Madrid, ha destacado que el edadismo y el envejecimiento de la población “tienen un reto, y es el cambio de mirada, creernos que las personas mayores aportan, enriquecen y ponen en valor a nuestra sociedad”. Para que este cambio de paradigma se produzca, Aniorte considera que “no podemos permitirnos como sociedad excluir a las personas mayores solo por serlo, y porque su perfil interese mucho menos a una parte de la población”.
“Con la pandemia se ha minusvalorado a las personas mayores de 70 años y se normalizó un discurso geronticida, en el que si los que fallecían eran los de mayor edad no era tan relevante porque ya habían vivido. Por el contrario, también se ha generado un edadismo inverso, en el que todos los jóvenes son unos irresponsables”, ha valorado Elena del Barrio, codirectora de Matia Instituto Gerontológico, quien ha señalado que “el COVID-19 ha aumentado la brecha entre generaciones, sobre todo entre los más mayores y los más jóvenes, y va a costar reducirla".
A pesar de la complejidad de la problemática, el poder de la palabra muchas veces puede cambiar convencionalismos, como en el caso del rol que las personas mayores pueden jugar en la sociedad, a través de su experiencia y conocimiento, que puede ser útil para los más jóvenes, como ha recordado Inmaculada Chacón, poetisa y narradora: “Se ha generalizado que las personas mayores son no son útiles, no se enteran o pierden la memoria, y no es así. El mayor estereotipo es la generalización de la ‘persona mayor’, porque cada una es diferente a la otra y el hecho de unificarlas en el concepto de ‘persona mayor’ me parece el mayor estereotipo de todos”.
La innovación social también juega un papel fundamental para frenar la discriminación por la edad, como es el caso de Convivir, cooperativa de cohousing senior, un centro residencial, ubicado en Santiago de Compostela, ideado para que 66 mayores pueden disfrutar de independencia y autonomía, a la vez que recibir todos los cuidados necesarios si en algún momento su situación física o psíquica lo requieren.
Por su parte, Isabel Prinz, actriz y miembro del colectivo “de50pararriba”, ha indicado que “los medios de comunicación y la publicidad visibilizarán cada vez más a las personas mayores, porque los nacidos en la década de los 60 y los 70 tendrán un poder adquisitivo mayor por su jubilación, y los mayores dejarán de ser un sujeto pasivo para ganar cada vez más en notoriedad porque importarán a las marcas”.
La esperanza es que cada vez existe mayor sensibilización de que el edadismo es el conjunto de estereotipos y prejuicios por cuestión de edad, y que se puede experimentar a lo largo de la vida. Recientemente, la Organización Mundial de la Salud (OMS) hacía referencia a la importancia de frenar la discriminación por edad en la sociedad, lo que puede ser un indicador de un inicio de un movimiento global en contra del edadismo.
Sobre esto Juan Madrid, médico y coordinador del Proyecto “Las mayores también cuentan”, ha considerado que “el edadismo, al igual que cualquier discriminación, genera rechazo, desigualdad, soledad y va aislando a las personas que lo sufren. Hoy sabemos que la soledad no deseada es una de las causas principales de edadismo, y genera más de un 50% de la morbimortalidad”.
#StopEdadismo es un movimiento que va cogiendo fuerza y que ha traspasado fronteras, al sumarse también medios y organizaciones como Together International y Obra Social Viséu de Portugal, cuyo presidente, José Carreira, intervino en la jornada y explicó que “el edadismo nos afecta a lo largo de nuestras vidas y está presente en las instituciones, en nuestras relaciones y en nosotros mismos”.