Sin los océanos, simplemente no existiríamos. Aunque a veces lo olvidemos, los océanos cumplen un rol central en el planeta tierra. El cambio climático ya está aquí y depende de nosotros detenerlo. Para aportar a la lucha contra la emergencia climática, la FAO celebró un debate on line titulado “Talking Ocean and Climate Change” (Diálogo sobre los océanos y el cambio climático), en el cual un grupo de expertos en océanos y aficionados al tema se reunió para intercambiar puntos de vista y discutir sobre lo que todos podríamos hacer por nuestros océanos en la lucha contra el cambio climático.
Que el cambio climático trae consecuencias graves e irreversibles no es una novedad. Afortunadamente, cada vez más la ciudadanía toma consciencia de la importancia de realizar acciones en pos de cuidar el medio ambiente. Recientes investigaciones revelan que, como consecuencia directa del calentamiento global, las temperaturas de los océanos han alcanzado un máximo histórico. Las costas se inundan con mayor regularidad y las especies marinas luchan por adaptarse a temperaturas más cálidas. Cabe destacar que, por cada grado más de temperatura de los océanos, perdemos el 5 % de la biomasa oceánica.
Esto repercute no solo en la biodiversidad y los ecosistemas, sino en millones de personas cuyos medios de vida dependen de los océanos. De acuerdo con el Sr. Manuel Barange, Director de la División de Pesca de la FAO, hemos de prestar particular atención a la relación entre los seres humanos y la naturaleza: no estamos separados, sino conectados de manera intrínseca: “No olvidemos que el 10 % de la población (mundial) depende de los océanos y la pesca para subsistir. Muchas de estas personas integran los sectores más pobres de la sociedad, regentan pequeños negocios o dependen de los océanos para su supervivencia” afirmó el experto.
Es claro que, además de los efectos que la contaminación tiene sobre los océanos, es preciso preguntarnos por los efectos de la COVID-19 también. En los últimos meses, nuestros océanos y las comunidades que dependen de ellos han sufrido los efectos adversos de la pandemia. Fiona Harvey, periodista galardonada del periódico The Guardian, señala que la COVID-19 sumió en dificultades a múltiples pescadores. Con los restaurantes y hoteles cerrados y muchos enlaces de transporte suprimidos, multitud de pescadores se quedaron sin gran parte de los mercados a los que destinaban sus productos.
El problema más grande quizás sea que no somos lo suficientemente conscientes de la gravedad del problema. Es por esto, que resulta vital que la atención de los ciudadanos y ciudadanas se dirija hacia el estado de nuestros océanos a fin de poder realizar progresos. Lograr que la mayor parte de la población mundial comprenda la complejidad del problema no será tarea fácil. Pese a que los científicos y determinadas comunidades entienden estas cuestiones, para gran parte de las personas los océanos siguen siendo solo un lugar de vacaciones.
Pero no todo está perdido. Existen soluciones innovadoras como aplicación para la conservación y fomento del cuidado de los océanos. Además, muchas respuestas residen en la propia naturaleza: por ejemplo, la restauración de los manglares en zonas costeras que protege de manera natural frente a las condiciones meteorológicas adversas, además de actuar como criadero de pesca y de potenciar la biodiversidad.
Todos y todas podemos aportar nuestro grano de arena. ¿Por dónde empezamos? Las empresas pueden adoptar métodos sostenibles y utilizarlos como tema para entablar conversación con sus clientes. Los consumidores pueden marcar una gran diferencia eligiendo comprar de manera sostenible, expandiendo el mercado de productos respetuosos con el medio ambiente. Por último, debemos hacer que los océanos sean un tema presente en la agenda mediática, difundir información de calidad es un gran aporte. Marcar una diferencia depende de nosotros.