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El Índice de Capital Humano (ICH) comprende los conocimientos, las habilidades y la salud que las personas acumulan a lo largo de su vida y que les permiten desarrollar su potencial como miembros productivos de la sociedad. La última publicación del ICH realizada por el Banco Mundial, expone que la pandemia de coronavirus ha acrecentado aún más la brecha de desigualdad ya existente entre los países con economías más sólidas y aquellos con sistemas más vulnerables. Revertir este retroceso llevará años.

Conociendo el desarrollo del capital humano es posible pensar políticas públicas y proyectos tendientes a poner fin a la pobreza extrema y crear sociedades más productivas. El Índice de Capital Humano (ICH) es una métrica internacional que compara los componentes clave de capital humano en todos los países. El ICH destaca cómo los resultados actuales relativos a la salud y la educación determinan la productividad de la próxima generación de trabajadores. De esta manera, el informe muestra la importancia para los gobiernos y las sociedades de invertir en el capital humano de sus ciudadanos. Este, se trata de una colaboración entre el Grupo de Prácticas de Desarrollo Humano y el Grupo de Economía del Desarrollo del Banco Mundial.  

El capital humano consiste en el conocimiento, las habilidades y la salud que las personas acumulan a lo largo de sus vidas. Un mayor capital humano se asocia con mayores ingresos para las personas, mayores ingresos para los países y por ende una mayor cohesión en las sociedades. Es un motor central de crecimiento sostenible y reducción de la pobreza.

En el último decenio, muchos países han hecho importantes progresos en la mejora del capital humano. Sin embargo, actualmente, la pandemia de la COVID-19 amenaza con revertir muchos de esos avances. El informe afirma que es necesario tomar medidas urgentes para proteger los avances en capital humano que tanto ha costado conseguir, especialmente entre las poblaciones más vulnerables. Diseñar las intervenciones necesarias y orientarlas para lograr la mayor eficacia hace que la inversión en una mejor medición del capital sea más importante que nunca.

El informe publicado este año proporciona una instantánea del estado del capital humano antes de la COVID-19 y una línea de base para rastrear los impactos de la pandemia en el capital humano. El mismo advierte que la COVID-19 golpeó en un momento en que el mundo estaba más sano y más educado que nunca. Sin embargo, los datos presentados en el informe revelan que existían importantes déficits de capital humano antes de la crisis. En todo el mundo, un niño nacido justo antes del advenimiento de la COVID-19 podría esperar lograr en promedio sólo el 56 por ciento de su productividad potencial como en el plano laboral. Las brechas en el capital humano siguen siendo especialmente altas en los países de bajos ingresos y en los afectados por la violencia, los conflictos armados y la fragilidad institucional.

Una previsión de referencia para el PIB en 2020 predice una caída global del 5,2%,1 la peor recesión en ocho décadas, lo cual es probable que empuje a 100 millones de personas más a la pobreza. Una lección de las pandemias y crisis pasadas es que sus efectos no sólo son sentidos por aquellos directamente impactados, sino que a menudo se extiende a través de las poblaciones y en muchos casos a través de generaciones. La COVID-19 no es excepción. Tanto los efectos sobre la salud como los económicos de la enfermedad y sus medidas de control tienen importantes consecuencias para el capital humano de las personas hoy y lo tendrán también en un futuro.

Los datos ampliados desglosados por sexo del informe, muestran que las niñas tienen actualmente una ligera ventaja sobre los niños en cuanto a capital humano en la mayoría de los países, lo que refleja en parte una ventaja biológica femenina en los primeros años de vida. Sin embargo, las mujeres siguen estando en una desventaja sustancial en muchas dimensiones del capital humano incluyendo la participación en la vida económica.

Los resultados del capital humano progresaron en casi todos los países en un promedio de alrededor del 4% durante entre 2018 y 2020 gracias principalmente a la mejora de la salud y al aumento del acceso a la escolarización. Un dato que preocupa especialmente tras el impacto de la COVID-19 ya que, el parón en la educación impacta directamente en este aspecto.

Junto con un amplio desarrollo económico, el informe afirma que ciertas políticas públicas contribuyeron al progreso de algunos países en capital humano. Entre las políticas más eficaces figuran la ampliación de la cobertura de los servicios de salud para la población, en particular para la salud maternoinfantil; reforzar la nutrición y el acceso al saneamiento; hacer que la escuela sea más asequible; y prestar apoyo financiero a las familias vulnerables mediante mecanismos como la transferencia de efectivo programas y seguros.

Mientras que los datos sobre los impactos de COVID-19 en los resultados del capital humano sólo están empezando a surgir, las simulaciones realizadas para este informe sugieren que los cierres de escuelas combinados con las dificultades familiares afectarán significativamente a la acumulación de capital humano para la actual generación de niños en edad escolar. Los impactos parecen ser comparables en magnitud a los avances que muchos países lograron durante la anterior década, lo que sugiere que la pandemia puede hacer retroceder muchos años de progreso del capital humano. Paralelamente, se espera que la interrupción de los servicios de salud, las pérdidas de ingresos y el empeoramiento de la nutrición generado por la COVID-19 aumente la mortalidad infantil y el retraso en el crecimiento, con efectos que podremos medir durante las próximas décadas.

Actualmente, los avances en el plano del capital humano que tanto ha costado conseguir en muchos países están en peligro. El informe afirma, sin embargo, que los países pueden hacer mucho para recuperar el terreno perdido. Políticas públicas ambiciosas y basadas apoyar la salud, la educación y la protección social pueden allanar el camino para que los niños y niñas de hoy superen los logros del capital humano y la calidad de vida de las generaciones que les precedieron. En este sentido, para proteger y ampliar los anteriores beneficios del capital humano, los encargados de formular políticas deben ampliar la cobertura y la calidad de los servicios de salud entre las comunidades marginadas, y mejorar los resultados del aprendizaje junto con la escuela y apoyar a las familias vulnerables con medidas de protección social adaptadas a la escala de la Crisis de COVID-19.

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