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La recuperación económica de la crisis actual puede ser una oportunidad para un cambio en el modelo productivo. En el marco del Foro Académico de Finanzas Sostenibles, se realizó un debate que se centró en los retos derivados de la recuperación post-pandemia en términos de sostenibilidad. El mismo concluyó entre otras cosas, que los incentivos públicos y las ayudas a las empresas deberían condicionarse a su alineamiento con los objetivos de la sostenibilidad.

El diálogo celebrado mediante una webinar, giró alrededor de los puntos principales que los académicos que conformaron el panel han definido y suscrito en el Manifiesto “La simbiosis entre recuperación post-pandemia y sostenibilidad”. El encuentro digital reunió a siete integrantes del Foro Académico de Finanzas Sostenibles, un think tank creado por iniciativa de Triodos Bank y Afi Escuela de Finanzas con el objetivo de avanzar hacia un sistema financiero resiliente y sostenible a través de la generación y difusión de conocimiento.

El debate partió del posicionamiento del Foro Académico de Finanzas Sostenibles en torno a “La simbiosis entre Recuperación post-pandemia y sostenibilidad” que analiza la situación actual, así como la implementación de políticas de recuperación de la actividad económica y el empleo que impulsen un desarrollo sostenible.

Aprendizajes de una crisis

Durante la charla, se puso claramente de manifiesto que no es posible esperar a la recuperación económica para retomar los objetivos de sostenibilidad o el impulso de sectores como el del cuidado de las personas o la cultura. En esa línea, García-Prieto afirmó que “Lo que comenzó como una crisis de salud, se convirtió rápidamente en una crisis económica y del propio sistema. Además, se han abierto nuevos dilemas sobre nuestra relación con la biodiversidad o la falta de resiliencia de la sociedad para resolver situaciones como la vivida recientemente. Además, ha quedado al descubierto que el sistema económico actual, centrado en la eficiencia y la rentabilidad, ha dejado atrás sectores vitales como el del cuidado de las personas o el de la cultura. Si no emprendemos una recuperación que incorpore los aprendizajes de esta crisis, estaremos más expuestos a vivir de nuevo situaciones disruptivas y dolorosas como estas”.

Por su parte, Gabeiras afirmó que “es imperativo que el modelo de crecimiento actual se alinee con el cumplimiento de los ODS y otros compromisos, con especial atención al sector cultural como vector económico reconocido, con una aportación muy relevante al PIB de nuestro país, con espacios para que se desarrollen las industrias culturales y creativas dentro del nuevo modelo de crecimiento económico”.

Generación de riqueza para las personas

La economía española ha estado orientada históricamente a servicios de baja productividad y digitalización, así como al turismo, uno de los sectores más afectados por la crisis, y además está enmarcada en un entorno empresarial mayoritariamente de microempresas. Para reactivar la actividad y fortalecer la economía, el contexto actual de recuperación ofrece la oportunidad de impulsar un cambio en el modelo productivo.

Para hacerlo, Amat plantea tres pilares clave de reactivación: “primero, poner a las personas en el centro, sean empleados, clientes o proveedores. En segundo lugar, garantizar que las empresas sigan adelante con su actividad para generar riqueza y bienestar para su equipo humano y, finalmente, generar oportunidades a pesar la contracción, con nuevos negocios y actividades relacionadas con la sostenibilidad, incluso por la exigencia por sus propios clientes”. A estos pilares Eguiguren aportó dos elementos adicionales: “para empezar, el gran talento que hay en este país y el que podemos incorporar del ámbito internacional, con el que se pueden reactivar los negocios actuales y crear otros nuevos con un enfoque más sostenible, social y holístico. Y para que ese talento fluya, hace falta un segundo elemento, la confianza que debe generar el sector público, con un papel relevante en la gestión de esta crisis. Por un lado, con la simplificación de los procedimientos administrativos y aspectos regulatorios, y por otro, con la canalización, en tiempo y forma, de incentivos y ayudas”.
Durante el encuentro se abordó también la orientación de esos estímulos públicos y la necesidad de condicionarlos al compromiso real de las empresas con los objetivos de la sostenibilidad, como elemento clave de su actividad, con el que hacer frente a la emergencia climática y dar continuidad a la Agenda 2030.

En este sentido, Fabra hizo hincapié en que “El papel fundamental que ha jugado Estado en esta crisis también debe ejercerlo en la recuperación, sin olvidar al sistema privado. Esta colaboración permitirá aprovechar la oportunidad de generar un empleo de mayor calidad y crecimiento en áreas estratégicas. Las políticas medioambientales en el ámbito energético permitirán cambiar el modelo productivo y aprovechar los recursos naturales e industriales para el impulso de sectores como el de las energías renovables. En definitiva, desarrollar la iniciativa privada impulsada desde el sector público”. Ontiveros añadió que “la orientación tiene que ser recuperar, reconstruir y refundamentar la economía, para lo que debemos ser pragmáticos y contar con las dos transiciones que Europa ha puesto sobre la mesa. La energética, para aprovechar los fondos que brinda la Comisión Europa y alinearlos con los compromisos de París, y la transición digital, acompañadas ambas por la inclusión social, porque no podemos dejar a nadie fuera. Europa está haciendo lo correcto y tenemos que alinearnos con los objetivos que nos proponen”.

El papel del sector financiero

El sistema financiero es imprescindible en el proceso de recuperación y de transición hacia una economía más resiliente que sitúe la transición ecológica, junto con la Agenda de la Digitalización, como el camino a seguir, con el proyecto de Ley de Cambio Climático y el Pacto Verde Europeo como referentes normativos.

Para Berges, “el sistema financiero tiene que estar más alineado con la sostenibilidad, con una visión más de largo plazo porque estamos viendo que los activos ligados a la sostenibilidad están teniendo mayor resistencia en la situación actual”. Según Eguiguren “el sistema bancario tiene que hacer un ejercicio de empatía con una sociedad que es diversa. Por mi experiencia en la GABV, sé de primera mano que no hay una fórmula única”.

Al hilo de la recuperación en clave de inclusión social y sostenible, Amat afirmó que “el objetivo final de la economía es garantizar el bienestar de la sociedad y de las personas. Podemos generar mucha riqueza, pero debemos hacer un reparto justo y preguntarnos qué tipo de finanzas queremos: las que ponen el dinero al servicio de los beneficios o, por el contrario, de las personas y la inclusión social”.
Fabra afirmó que “la transición requiere de grandes inversiones para crea negocios que aporten estabilidad a los inversores, con una regulación que tenga en cuenta los riesgos y la estructura de costes”.

Para García-Prieto “existe una oportunidad real para que el sistema financiero contribuya a esta nueva realidad, que no va a venir sola si el modelo económico es el mismo. Si definimos un sistema financiero al servicio de las personas lograremos un cambio real, y para eso tenemos que entender las inversiones, en primera instancia, desde la perspectiva del impacto y no solo desde el beneficio y el riesgo” y aseguró que “necesitamos también transformar la deuda en capital para la innovación y el crecimiento a largo plazo y, de esta forma, facilitar la recuperación y estabilidad que necesitamos”.

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