Un nuevo informe publicado ayer por el Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente, sostiene que la caída en los costos ,es una oportunidad para que los gobiernos prioricen las energías limpias en sus paquetes de recuperación económica pos-COVID-19 con miras a cumplir los objetivos del Acuerdo de París. Es una gran oportunidad para construir una nueva normalidad más verde y sostenible. Afortunadamente, cada vez son más las voces que piden a los gobiernos usar los planes de recuperación pos-COVID-19 para crear economías sostenibles. La ciudadanía está cada vez más concienciada de la urgencia de abordar el cambio climático. El momento de actuar es ahora.
Según el mencionado informe, ya está planificada la instalación de 826 gigavatios (GW) de nueva capacidad de energía renovable no hidroeléctrica para 2030. Sin embargo, se requerirán 3000 GW adicionales en la próxima década para que el mundo logre limitar el aumento de la temperatura global en menos de 2 grados centígrados a fines de siglo, el objetivo principal del Acuerdo.
Las inversiones planificadas para 2030, de alrededor de un billón de dólares, están incluso por debajo de los 2,7 billones comprometidos en favor de las energías renovables en la década pasada. Además, el informe muestra que la caída en los costos de instalación implica que las inversiones futuras pueden ofrecer mayores resultados de los esperados. En 2019, la capacidad de las energías renovables, excluyendo las grandes represas hidroeléctricas de más de 50 MW, creció 184 GW, un 12% más que en 2018. Este aumento se logró con inversiones de 282.200 millones de dólares, sólo 1% más en que en el año anterior.
Por otro lado, gracias a las mejoras tecnológicas, las economías de escala y la feroz competencia en las subastas, el costo nivelado de la electricidad continuó disminuyendo en los casos de las energías eólica y solar. Los costos de electricidad de las nuevas plantas solares fotovoltaicas en la segunda mitad de 2019 fueron 83% más bajos que una década antes.
Inger Andersen, directora ejecutiva del El Programa de Naciones Unidas para el Medio Ambiente expresó "Cada vez son más las voces que piden a los gobiernos usar los planes de recuperación pos-COVID-19 para crear economías sostenibles. Esta investigación demuestra que la energía renovable es una de las inversiones más inteligentes y rentables que podemos impulsar".
Un futuro más verde es posible
En la última década, la energía renovable ha ido captando una parte dominante del mercado de generación de electricidad con combustibles fósiles. En 2019, la inversión en renovables, excluyendo las grandes centrales hidroeléctricas, fue más de tres veces mayor que en las nuevas plantas de combustibles fósiles “Si los gobiernos aprovechan la disminución en los costos de las renovables para poner la energía limpia en el centro de la recuperación económica, darán un gran paso hacia un mundo natural saludable, que es una de nuestras mejores pólizas de seguro contra las pandemias”, dijo Andersen.
Casi 78% de los GW netos de capacidad de generación agregados globalmente en 2019 provienen de las energías eólica, solar, de biomasa y desechos, geotérmica y de pequeñas hidroeléctricas.
"Las energías renovables como la eólica y la solar ya representan casi 80% de la nueva capacidad de generación de electricidad. Los inversores y los mercados están convencidos de su fiabilidad y competitividad", explicó Svenja Schulze, ministra de Medio Ambiente, Conservación de la Naturaleza y Seguridad Nuclear de Alemania. Y concluyó “Al mismo tiempo, las energías renovables mejoran la calidad del aire y por ende protegen la salud pública. Al promover las energías renovables en el marco de los paquetes de estímulo económico del nuevo coronavirus, tenemos la oportunidad de invertir en la prosperidad futura, la salud y la protección del clima".
En 2019, se marcaron muchos otros récords, de acuerdo con el informe:
"Vemos que la transición energética está en su apogeo, con la mayor capacidad de energías renovables jamás financiada. Mientras tanto, el sector de los combustibles fósiles se ha visto muy afectado por la crisis de la COVID-19, con una disminución en la demanda de electricidad a carbón y gas en muchos países, y la caída de los precios del petróleo”, dijo Nils Stieglitz, presidente de la Escuela de Finanzas y Administración de Frankfurt.
“La crisis del clima y la COVID-19, a pesar de su diferente naturaleza, son alteraciones que requieren la atención tanto de los responsables de las políticas como de los gerentes. Ambas crisis demuestran la necesidad de aumentar la ambición climática y cambiar el suministro de energía del mundo hacia las energías renovables", añadió Stieglitz.
La inversión en 2019 elevó la participación de las energías renovables en la generación global a 13,4% (excluyendo las grandes centrales hidroeléctricas), por encima del 12,4% de 2018 y el 5,9% de 2009. Esto significa que, en 2019, las plantas de energía renovable impidieron la liberación de un estimado de 2,1 gigatoneladas de dióxido de carbono, una cantidad sustancial dado que las emisiones globales del sector eléctrico fueron de aproximadamente 13,5 gigatoneladas en 2019.
"La energía limpia se encuentra en una encrucijada en 2020", dijo Jon Moore, director ejecutivo de Bloomberg NEF. “En la última década se obtuvo un gran progreso, pero los objetivos oficiales para 2030 están muy por debajo de lo que se requiere para abordar el cambio climático. Cuando la crisis actual se alivie, los gobiernos deberán fortalecer sus ambiciones, no sólo con respecto a la energía renovable, sino también respecto a la descarbonización del transporte, los edificios y la industria”, agregó Moore.