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La pandemia está mostrando una inversión sostenible que avanza. Los índices bursátiles que tienen en cuenta factores ambientales, sociales y de gobierno (ESG) han superado al mercado en los primeros tres meses del año. ¿Qué ha cambiado para que esto ocurra?

La inversión en ESG estaba de moda antes de la pandemia. Una combinación de la creciente preocupación por el cambio climático y el aumento de la buena voluntad corporativa lo había puesto en la agenda. Los administradores de activos lanzaron más y más fondos ESG. El dinero llegó a raudales. No sólo combina tres tipos de temas bastante distintos: la E, la S y la G. También incluye una serie de técnicas de inversión, desde la simple exclusión de los productores de combustibles fósiles a las masas de datos para tratar de identificar las superestrellas del ESG. Las estimaciones del valor de los activos gestionados de esta manera van desde 3 billones de dólares a 31 billones de dólares.

Si bien es difícil desentrañar el rendimiento de los fondos ESG durante la pandemia, los inversores tienen muchas teorías. Un argumento convincente es que como muchas carteras de ESG excluyen a las compañías de combustibles fósiles, han sido protegidas del golpe a la industria petrolera. Otro es que las grandes empresas con balances saneados tienden a obtener mejores resultados en los sistemas de puntuación del ESG, en parte porque disponen de más recursos para revelar los datos pertinentes a las agencias de calificación. Estos mismos gigantes corporativos son más capaces de capear las caídas gracias a su tamaño y sus reservas de efectivo. Una tercera es que las empresas que se preocupan por las cuestiones relativas a la ESG también están más atentas a los riesgos existenciales, por lo que cuentan con políticas para responder a ellos. Todas estas explicaciones, hasta cierto punto, son probablemente ciertas.

Cualquiera que sea la razón subyacente, la crisis del Covid-19 ha modificado de manera trascendental casi todos los planos de nuestra vida y también ha logrado remodelar la inversión sostenible. Por un lado, después de la crisis se prestará más atención a los factores sociales, como la salud y la seguridad, y el tratamiento del personal. Algunos gestores de activos piensan que la pandemia se convertirá en una prueba de fuego del ESG. Prevén preguntar a las empresas sobre sus acciones durante la crisis como una forma de medir las credenciales de sostenibilidad de los jefes. La pandemia también puede ayudar a centrar las mentes en otras amenazas, siendo el impacto del cambio climático un ejemplo destacado.

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