Una de las principales causas de la contaminación del aire es la quema de combustibles fósiles, la cual también está detrás de la crisis climática que pone en peligro el planeta en el que vivimos. El problema de la contaminación del aire es una crisis en sí misma, pero es una crisis que afortunadamente podemos resolver.
Tres formas en las que todos y todas podemos contribuir para evitar la contaminación del aire están a nuestro alcance y depende de nosotros ponerlas en marcha. Una de las formas es acabar con el carbón. Cualquier combustible fósil es malo, pero el carbón es el peor. Cuando se quema, emite más dióxido de carbono (CO2) que el petróleo o el gas para generar la misma energía, lo que agrava el calentamiento global.El carbón también es tóxico. Cuando se quema, emite sustancias como mercurio o arsénico, y pequeñas partículas de hollín que agravan la contaminación. Y, al respirar, estas micropartículas afectan a nuestros pulmones y nuestro corazón incrementando el riesgo de ataques.
Es urgente librarnos del carbón y obtener nuestra energía de fuentes renovables como la eólica o la solar. Algunos países ya están en ello y por eso en 2019 el carbón registró la mayor caída de su historia. En España estamos cada vez más cerca de extinguir el carbón como fuente de energía eléctrica, aunque todavía no existe una normativa que establezca su cierre como en otros países. Y necesitamos que muchos más países avancen hacia las renovables.
Otra de las formas es utilizar menos coches y que a su vez estos sean más limpios. Casi todos los coches funcionan con combustible fósil, ya sea diésel o gasolina. Y, al igual que sucede con el carbón, quemar combustible nos sale caro. Los coches diésel y gasolina emiten CO2 y otros gases que nos afectan gravemente. Entre ellos, el dióxido de nitrógeno (NO2) que sale de los tubos de escape es una de las sustancias que más daña nuestra salud. Pero hay otras formas de moverse que nos permiten prescindir del coche.
Lo positivo de este punto es que cada vez más ciudades están redescubriendo las ventajas de reducir el tráfico. Ya sea mediante más zonas peatonales o con mejores infraestructuras para hacer al transporte público más eficaz, rápido y accesible, son muchas las formas que las ciudades tienen para que podamos prescindir del coche más a menudo. Y los beneficios son inmediatos: más espacio para todos, un aire más limpio y una población más activa y saludable.
Y para los trayectos que todavía requieren hacerse en coche, debemos empezar a concebirlos de otra forma. En lugar del diésel y la gasolina, los vehículos deben ser 100% eléctricos para llegar a las cero emisiones ‘in situ’, evitando así miles de fuentes de contaminación repartidas por la ciudad. Y si se recargan mediante energía renovable, sus emisiones totales son mucho más bajas, tan solo las ligadas a la fabricación y desecho del vehículo.
Por último, la participación ciudadana y el compromiso es central para trabajar en conjunto por un aire limpio. Podemos vencer a la contaminación atmosférica si trabajamos de forma unida. Victorias como estas han sucedido porque muchas personas se unieron para exigir cambios. Por ejemplo, En España, decenas de iniciativas han surgido en todo el país para cambiar el modo de consumir energía eléctrica en nuestros hogares, ayuntamientos y empresas hacia modos más sostenibles y respetuosos con el planeta gracias a las energías renovables.
Estamos en los inicios de una revolución energética ciudadana y ejemplos como las “compras colectivas para autoproducción fotovoltaica”, o el primer molino eólico social del Sur de Europa “vivir del aire del cielo” de Pujalt (Barcelona), son algunas de las muchas iniciativas nacionales que puedes descubrir aquí si te estás preguntando si tú puedes pasarte a la energía renovable. La solución a la contaminación del aire somos las personas. puedes empezar ya mismo a cambiarlo.