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La aseguradora ha presentado el “I Estudio DKV sobre los hábitos de salud de las personas con discapacidad” para crear conciencia sobre los retos de salud a los que se enfrentan. Del trabajo se desprende que el 63,1% de las personas con discapacidad considera que su salud es “regular, insatisfactoria o muy insatisfactoria”. Dos de cada tres personas con discapacidad consideran que su estado emocional es indiferente, regular o malo respecto a su discapacidad.

Pese al gran número de personas con discapacidad en nuestra sociedad, DKV asegura que la información de la que se dispone sobre ellos no es completa ni actualizada, y no refleja la realidad del colectivo en el uso, hábitos y necesidades relacionadas con los servicios de salud. Esta falta de información puede provocar la invisibilidad de esas mismas necesidades o problemas, y, en consecuencia, dar lugar a la inacción o desatención por parte de los actores que tendrían la capacidad de mejorar de forma directa el acceso a dichos servicios de salud.

El mejor conocimiento de los hábitos y necesidades de estas personas que aporta el "I Estudio DKV sobre los hábitos de salud de las personas con discapacidad” contribuirá a crear conciencia sobre los retos de salud a los que se enfrentan, la discriminación que siguen sufriendo y favorecerá en gran medida la generación de servicios y soluciones más adaptadas.

En relación al bienestar físico y orgánico, es destacable el hecho de que el 63,1% de los encuestados considera que su salud es regular, insatisfactoria o muy insatisfactoria. Existe, todavía, entre los profesionales de la salud un vacío de conocimiento sobre las necesidades e implicaciones que tiene la discapacidad en la salud.

Si revisamos los datos que el estudio aporta en cuanto a actividad física, vemos que al menos el 55% de las personas con discapacidad practican un deporte o actividad física de forma habitual. Sin embargo, el 17,8% de los encuestados señaló que no pueden cubrir los gastos que estas actividades requieren. El factor económico es crucial para el acceso a la salud de estas personas. Más del 34% afirma que este es el principal obstáculo a la hora de adquirir hábitos de vida saludable. La discapacidad supone un aumento indudable del gasto de las familias y, a menudo, este sobrecoste va asociado a una pérdida de poder adquisitivo. Esta situación puede llevar a las personas con discapacidad y con bajos ingresos a una situación de vulnerabilidad y fragilidad.

Un 68,3% de las personas encuestadas se considera informada o muy informada sobre alimentación saludable. Esto se explica por una percepción generalizada de que la nutrición tiene un especial impacto en la salud de las personas con discapacidad.

Por otra parte, el 91,1% de las personas con discapacidad, opinan que poder desarrollar las actividades de la vida diaria (higiene, compra, alimentación, etc.) es el factor más importante para el mantenimiento de la salud. Hay una serie de rutinas de cuidado básico que están altamente implantadas entre las personas con discapacidad. Sin embargo, para poder garantizar que todas las personas, sea cual sea su discapacidad y grado de dependencia, pueden realizarlas, se debe seguir trabajando para asegurar el acceso a las ayudas técnicas adecuadas y personas de apoyo formadas en discapacidad.

En relación al bienestar emocional, el 55% de los encuestados afirmó que mantener una actitud positiva es uno de los hábitos que han adquirido para sentirse mejor emocionalmente. El reconocimiento de la discapacidad es un momento crucial en la experiencia emocional y tiene un alto impacto tanto en la persona a la que se le reconoce la discapacidad como en las personas de su entorno más cercano. En este sentido, el 68% de los encuestados declaró que la discapacidad ha tenido consecuencias en el ámbito familiar, y el 62,3% aseguró que la familia pasó por momentos emocionales difíciles. El apoyo psicológico profesional es necesario a lo largo de todas las fases vitales tanto de la persona con discapacidad como de sus allegados, ya que las dificultades y barreras que encontrarán en su desarrollo tanto físico como personal cambian a lo largo de la vida. 

Sobre el bienestar social, para el 75,6 % de los encuestados la vida social es un aspecto importante para la salud y el 53,8% declaró estar bastante o muy satisfecho en este ámbito. Sin embargo, el 43% aseguró tener menos vida social que antes del reconocimiento de su discapacidad.

En cuanto al aspecto laboral, el estudio revela que el 64,7% de estas personas han trabajado desde que les fue diagnosticada la discapacidad. El proceso de inserción laboral suele ser largo y, en el 49% de los casos, es superior a dos años. La mayor parte de las personas con discapacidad prefieren trabajar si su salud o la discapacidad se lo permiten. De hecho, el 41,5 % trabaja actualmente y el 11,5% se encuentra buscando un empleo.

El 55% de los encuestados que ejercen una profesión están satisfechos con su trabajo y el 31,7% afirma que trabajar les mantiene positivos. La participación y la aportación de valor a la sociedad tienen un efecto especialmente beneficioso para la salud de las personas con discapacidad. Por esta razón, es necesario cambiar la percepción de las empresas y organizaciones sobre las necesidades de las personas con discapacidad para la mayor integración en puestos de trabajo o el tejido asociativo. El estudio aporta un dato preocupante: el 44,9% afirma haber perdido oportunidades laborales por falta de accesibilidad o adaptación del puesto de trabajo a sus necesidades y es que, esta adaptación, va mucho más allá que un lugar de trabajo accesible.

El acceso al ocio y la vida social son aspectos tan importantes para la salud como llevar una dieta saludable o realizar actividad física. Es por ello que se debe asegurar que las personas con discapacidad tienen las mismas oportunidades de acceso y disfrute de una vida social sana. El 42,5% de los participantes señaló que el tiempo y apoyo de la familia tiene un efecto positivo en ellos, y para el 35,3%, pasar tiempo con sus amistades les ayuda a tener una mejor salud emocional.

Los encargados de explicar todas estas conclusiones han sido, por parte de DKV de Miguel García director de Comunicación y Negocio Responsable y David Camps, responsable de Innovación Social; Mª Pilar Díaz, experta en discapacidad y profesora de la U.B. y Daniel-Aníbal García de Diego, secretario de Organización de COCEMFE. El acto ha sido moderado por José Manuel González Huesa, director general de Servimedia.

Mª Pilar Díaz, experta en discapacidad y profesora de la U.B que ha supervisado el estudio, ha destacado que tener una discapacidad no es estar enfermo. De hecho, según Díaz, “las personas con discapacidad no consumen más recursos médicos que una persona sin discapacidad”. Por ello, Díaz insiste en que es necesario “pasar de un modelo médico-rehabilitador entendía que a la persona con discapacidad había que rehabilitarla convertirla al estándar a un modelo social, a una sociedad verdaderamente inclusiva”.

Por su parte, Daniel Aníbal García de Diego, secretario de Organización de COCEMFE, aboga por “políticas públicas basadas en la evidencia que atajen las realidades que muestra el estudio”. Asimismo, afirma que la accesibilidad “no solo es eliminar las barreras físicas, sino también las de acceso al servicio por problemas económicos o por falta de ayudas técnicas”.

Por último, García de Diego aboga por revisar la incompatibilidad de las ayudas con tener un salario porque se está expulsando a trabajadores del mercado laboral, ya que el salario no le da para cubrir sus necesidades. 

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