A medida que los países prosperan económicamente, la basura crece. Esta prosperidad conlleva una rápida urbanización y crecimiento de la población que agravan el problema debido a que los países en vías de desarrollo presentan pocos lugares para el tratamiento de residuos. Según el Foro Económico Mundial, la generación de desechos se está acumulando más rápido en los países menos capaces de lidiar con ello y estos entornos pobres van a hacer frente a una gestión de residuos que será el mayor de sus gastos.
En estos lugares sin sistemas formales de recolección de residuos, los recicladores desempeñan un papel importante porque clasifican los residuos de los vertederos para obtener materiales reutilizables para su reventa. La recolección de residuos proporciona empleo e ingresos a una cantidad pequeña pero significativa de la población urbana del mundo. En Lusaka, la capital de Zambia, un tercio del total de la población se dedidca a la reventa de los residuos, su participación proporciona un ingreso para las personas más vulnerables de la sociedad y reduce los costos para las municipalidades. No obstante, es un trabajo peligroso e insalubre, los vertederos no solo albergan enfermedades, ya que son un caldo de cultivo para los mosquitos y las ratas, sino que también la destrucción y quema de los desechos para obtener materiales liberan gases y productos químicos peligrosos.
En el contexto africano, Agbogbloshie en Ghana es el hogar del mayor basurero de artículos electrónicos del mundo: ordenadores, televisores, refrigeradores y otros artículos eléctricos de todo el mundo aterrizan aquí a menudo ilegalmente. Muchas de las personas que trabajan en el sitio sufren náuseas, dolores de cabeza, quemaduras y otras lesiones, mientras que otras han muerto de cáncer antes de los 30 años.
Para el año 2050, se prevé que la generación de residuos de los países del África subsahariana se triplique, el plástico de un solo uso termina en sus tierras, ríos, lagos y mares dañando la vida silvestre y el bienestar financiero de los agricultores y pescadores. Según el Foro Económico Mundial, hasta un tercio del ganado y la mitad de la población de cabras en los países en desarrollo han consumido cantidades significativas de plástico, lo que provoca muertes por inanición.
El plástico también está presente en los arrecifes de coral y otros lugares de belleza natural, dañando el ecosistema y constituyendo un obstáculo para el turismo del que muchos países dependen. Los países occidentales exportan sus residuos, una vez consumidos, a los países más pobres, representando más de una décima parte de lo que desechan.
El problema de los plásticos es tan apremiante que se proyecta que la producción mundial de plástico se duplicará en los próximos 10 a 15 años. Por ello, en mayo de 2019, la mayoría de los países del mundo firmaron un pacto de la ONU para reducir la exportación de plásticos difíciles de reciclar.
Según la Fundación Ellen MacArthur, para mirar hacia el futuro, una solución al problema de los residuos podría ser la economía circular. Un sistema destinado a minimizar el despilfarro y aprovechar al máximo lo que ya existe en el mercado, un modelo que podría transformar la forma en que se gestionan los recursos. La economía circular supone una nueva forma de mirar hacia los desechos y supone un cambio en el diseño de los productos que permite reducir las emisiones de dióxido de carbono, los costos de atención médica y los materiales que se tiran o incineran como desechos.