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A las organizaciones empresariales ya no se las valora y evalúa únicamente por sus resultados económico-financieros. Existen otros factores, como el respeto a la legalidad vigente (fraude y corrupción), la sostenibilidad (medio ambiente) y la existencia de una cultura ética sin acosos laborales, tráfico de influencias, disparidad de género, etc. que son considerados como relevantes por los grupos de interés relacionados con la organización.

El Instituto de Auditores Internos (IAI) ha elaborado un documento en el que recoge indicadores para elaborarlo así como algunas referencias a dilemas éticos que empiezan a plantearse en el campo de las nuevas tecnologías.

Dicho documento comienza señalando que los consejos de administración de las organizaciones, inversores y consumidores, en especial de las sociedades abiertas de capital, “empiezan a inquietarse por conocer el grado de madurez de su cultura ética”. Y subraya que “para asegurar un comportamiento ético en el

El texto define el liderazgo ético con cinco parámetros:

  1. Considerar la promoción de la cultura ética como una cuestión estratégica.
  2. Establecer un sistema formal de cumplimiento, en el que su difusión sea eficaz y las acciones formativas sean una parte relevante.
  3. Favorecer la transparencia.
  4. Establecer un sistema de compensación alineado con el rendimiento, pero también con el cumplimiento de los valores corporativos (incluyendo medidas sancionadoras para los casos de incumplimiento).
  5. Realizar un seguimiento del desempeño ético con un sistema efectivo para medir los avances del proceso.

En cuanto a los elementos que ha de contener un programa de ética que abarque todos los ámbitos de la organización debe incluir, al menos, una serie de elementos. El primero se refiere a la definición de la misión, visión y valores de una organización, que debe regir el hilo conductor de todos los comportamientos y constituye una de las palancas clave para promover la ética, tanto en las relaciones internas como externas. Así, la estrategia debe poner el foco en al menos dos cuestiones fundamentales: cómo se logran los objetivos: evitando presiones e incentivos que lleven a realizar acciones no éticas; es decir, no alineadas con los valores de la organización y cómo se trata a las personas que forman parte de la organización o tienen cualquier tipo de relación con ella.

El segundo es tener un marco normativo interno. Es el principal mecanismo a través del que se articula y se hace tangible la ética corporativa. Debe estar presidido por el código de conducta o código ético y contar con políticas, guías de desarrollo y manuales de procedimientos que establezcan las pautas de aplicación de los valores corporativos, apoyándose en ejemplos específicos de patrones de comportamiento aceptados y conductas inaceptables, etc.

En tercer lugar, contar con un marco organizativo configurado por tres elementos básicos: marco de delegación de responsabilidades adecuado, en el que esté claramente asignada la toma de decisiones; mecanismos de evaluación del desempeño ético y de sanción de comportamientos no éticos y un órgano responsable de la ética.

El cuarto aspecto clave se refiere a la eficiencia de la comunicación. Es aconsejable recabar feedback de los stakeholders internos (empleados incluidos) y externos para comprobar si la organización se comporta como se espera de ella y cuantificar, si es posible, en qué medida. El documento del IAI afirma que “esto es más relevante en organizaciones altamente descentralizadas, en las que es más difícil llegar a todo el personal”. Por otrolado, la Memoria de Sostenibilidad y el Informe Integrado de Gestión son documentos muy potentes para comunicar y poner en valor los principios éticos de cualquier organización, además de informar también de los impactos positivos generados.

El quinto es la supervisión: “toda estructura ética que se precie debe contar con los mecanismos de supervisión adecuados, que pueden ir desde la supervisión de determinadas acciones dentro de la ejecución de los procesos en el día a día de la organización hasta los mecanismos de supervisión independiente”.

Esta guía ha sido publicada por LA FÁBRICA DE PENSAMIENTO, el laboratorio de ideas del Instituto de Auditores Internos de España sobre gobierno corporativo, gestión de riesgos y Auditoría Interna, donde cada año participan más de 150 socios y profesionales técnicos expertos.

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