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Con el apoyo de Google, esta ONG ha diseñado un kit de emergencia fácil de construir uno mismo pensando para que personas, obligadas a abandonar sus hogares por culpa de terremotos, huracanes o inundaciones, puedan acceder a luz e internet desde cualquier lugar del planeta, de forma rápida, siguiendo unas sencillas instrucciones.

Impulsado por energía solar, "este pack facilitará todos los componentes necesarios para que estas comunidades desplazadas puedan montar postes de luz según la filosofía do-it-yourself (hágalo usted mismo) y al estilo Ikea: rápido y fácil", explica Camilo José Herrera, fundador de Un litro de luz y miembro de la Red Impulsores del Cambio, una alianza suscrita por Fundación Aquae y Ashoka, entre otras organizaciones. 

En este momento, se encuentra en pleno proceso de diseño, desarrollo de software e integración de tecnología para conseguir que estos kits de emergencia puedan controlarse de forma remota. Concebido como un programa de código abierto, es fácilmente replicable por cualquier persona alrededor del mundo, utilizando materiales accesibles y unas ciertas habilidades básicas de carpintería y electrónica.

El objetivo propuesto es doble: por una parte, contar con un prototipo de producción del kit a finales de este año; y por otra, instalar para finales de 2019 postes de luz e internet públicos en 100 nuevas comunidades, en zonas de conflicto de Colombia. "Esto supone que cada semana trabajaremos en dos comunidades diferentes, lo que representa un gran reto teniendo en cuenta que la mayoría son de muy difícil acceso; para llegar hasta alguna tenemos que utilizar furgonetas, lanchas e incluso avionetas", dice Herrera.

Un litro de luz, ganadora del Desafío Google 2017, ha conseguido que más de 237.100 personas de comunidades extremadamente vulnerables de Colombia, Chile, Brasil, Ecuador, Jamaica, Ghana, Kenia y Marruecos dispongan de redes de alumbrado público desde 2011; y desde 2016, que 3.500 personas de zonas rurales de Colombia estén conectadas a Internet. En cada comunidad se colocan, durante un fin de semana, entre 40 y 50 farolas "inteligentes”. Cada una cuesta unos 500 dólares, incluyendo el taller de capacitación donde se explica a los denominados “embajadores de luz” de cada comunidad cómo se construyen y se mantienen estos postes de luz e Internet.

Su fundador destaca cómo "comunidades que llevan 80 años esperando la luz, durante un fin de semana se encuentran con acceso a luz e internet. Un cambio radical para ellos". Esto representa una enorme oportunidad desde el punto de vista de la seguridad, la educación, la telemedicina, el ocio o la cohesión social. Y añade: "cuando en 2014 estábamos instalando nuestros primeros postes de luz en Medellín, una niña de doce años nos comentó que estaba muy contenta porque ahora iba a poder ver quién estaba al final del camino. Este sentimiento ilustra muy bien cómo la llegada de la luz supone para muchas niñas y mujeres lo que nosotros denominamos “seguridad de género".

Herrera puso en marcha esta iniciativa con un préstamo de cien mil pesos colombianos (unos 30 euros), en 2011. Inicialmente, este proyecto social de iluminación autosostenible se centró en alumbrar hogares utilizando botellas de plástico recicladas, rellenas de agua y cloro, y colocadas en el techo. Una técnica que conoció gracias a Illac Díaz, el hombre que la implementó en Filipinas, país que actualmente registra más de 30.000 instalaciones de ‘botellas de luz’. Y destaca que "el reto es inmenso si tenemos en cuenta que 31 millones de personas viven sin luz en América Latina".

En 2014, ‘Un Litro de Luz’ desarrolló un modelo propio de alumbrado público gracias a postes que se alimentan de energía solar, construidos con un tubo de PVC, una botella de plástico, un panel solar, una bombilla LED y una pequeña batería de moto. El sistema absorbe la luz solar mediante el panel y almacena la energía para su uso nocturno. «Nuestros postes de luz, que tienen una vida útil de 16 años, incluyen componentes reciclados y un chip de alta tecnología que garantiza que la luz dure un millón de horas», explica Camilo José Herrera.

Dos años después, integró un módem y un router Wi-fi brindando servicio de Internet a las comunidades: ‘Linternet’. Estas comunidades pueden elegir entre acceder a internet en tiempo real, lo que cuesta 50 centavos de dólar al día, , o acceder a outernet (internet con un desfase de un día), un servicio gratuito. De estos 50 centavos, la mitad se destina a una cuenta de ahorro que a final de año pueden utilizar para comprar un nuevo purificador de agua, mejorar el techo de su escuela o comprar una lancha-ambulancia.

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