Desde el punto de vista de la sostenibilidad, el modelo energético español continúa presentando importantes desafíos respecto a la eficiencia energética, la dependencia energética exterior o al impacto medioambiental. Esta es una de las conclusiones del Observatorio de Energía y Sostenibilidad en España 2017 de la Universidad de Comillas.Dicho documento también señala que "seguimos sin contar con una política energética estable, que proporcione señales adecuadas a los agentes, y que contribuya a avanzar hacia la sostenibilidad del sector".

 Elaborado con datos de 2016, los últimos oficiales disponibles a día de hoy, destaca que a pesar de lo abultado de la cifra de emisiones, la buena noticia es que la cifra supone un descenso, aunque pequeño, respecto del año anterior: un 2,4%. No obstante, explica que esta mejoría se debió fundamentalmente a la reducción en el uso de carbón de más de un 24% en favor de la energía hidraúlica, "por lo que podemos afirmar que la meteorología ha sido el factor más influyente en esta mejoría".

El informe, cuyo objetivo es contribuir a lograr un modelo energético sostenible mediante el análisis e interpretación de los principales indicadores energéticos y de sostenibilidad y la formulación de recomendaciones, ha sido presentado por la Cátedra BP, resultado del acuerdo entre la Universidad Pontificia Comillas ICAI-ICADE y BP España. Según sus datos, la intensidad energética final aumentó un 1,2%. Por lo tanto, "es necesario apostar por una mayor contribución de las energías renovables y, sobre todo, por el ahorro y la eficiencia energética". Además, "España sigue presentando una intensidad energética muy superior a otros países de nuestro entorno".

La mejoría observada en 2016 en los indicadores de sostenibilidad se debe principalmente a los cambios coyunturales en el mix de producción eléctrica. Por eso, en un escenario de largo plazo, "parece poco razonable fiar la sostenibilidad del sector energético de las precipitaciones, más aún en el caso español, que se enfrenta a un importante riesgo de bajada de las precipitaciones debido al cambio climático", dice el documento.

Desde la Cátedra BP confían en que 2018 puede ser el año en que finalmente se avance decididamente, si se aprueba la Ley de Cambio Climático y Transición Energética, y si se tienen en cuenta las recomendaciones de la Comisión de Expertos sobre Escenarios de Transición Energética. Y "consideramos que la futura Ley debería incluir aspectos tan relevantes como un compromiso de reducción de emisiones a largo plazo, con objetivos intermedios; un precio para el CO2 estable y creciente, en el marco de una reforma fiscal verde; medidas adicionales para aquellos sectores en los que la señal de precio no sea tan efectiva; un diseño apropiado de los mercados energéticos; una estrategia de innovación energética en un contexto global; políticas educativas y de concienciación; medidas de promoción de la economía circular; políticas que aseguren la transición justa y la protección de los sectores vulnerables; y una estrategia de adaptación frente al cambio climático".

También confían en que "todos los partidos políticos, como ya han mostrado en alguna ocasión en eventos realizados en esta Cátedra, sean capaces de alcanzar el necesario consenso en torno a estos elementos, y formulen una política de Estado en materia de energía y clima que asegure la consecución de un modelo energético sostenible lo antes posible.

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