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Más de 2.500 invitados, entre los que se encuentran los CEO de las empresas más poderosas del mundo, primeros ministros y eminencias de distintos campos, se han concentrado durante cuatros días en esta ciudad suiza con el fin de construir un mundo mejor

Dos son las críticas más comunes que se disparan hacia este Foro Económico: es un encuentro de colegas que buscan nuevos negocios y se trata de una serie de debates que hablan de combatir los retos actuales ignorando que son corresponsables de parte de la injusticia global. ¿Qué hay de cierto?

“Tienen un objetivo muy digno como think tank, es el epicentro de la globalización, tiene algo de show y ha bajado un poco el nivel de ideas. Sin embargo, surgen tendencias interesantes, influyen y no hay que olvidar que el poder está en las ideas”, cuenta el economista José Carlos Díez, por teléfono a Diario Responsable. Llorar por la miseria de los demás no significa sólo compartir sus sufrimientos, les lanzó el Papa Francisco a los asistentes. Hay que tomar conciencia que acciones de determinadas compañías afectan a millones de personas. En la práctica este evento termina convirtiéndose en un "mero escaparate mediático" de gente relevante dentro de la economía mundial, porque “los líderes políticos ni escuchan ni responden exclusivamente a las ideas, sino a sus intereses”, explica Juan Ramón Rallo, doctor en Economía.

En la cita de este 2016, titulada “La Cuarta Revolución Industrial”, se ha pretendido aportar soluciones al desequilibrio originado por las nuevas tecnologías y por la aparición de nuevos modelos empresariales, que dicen que conllevará la pérdida de 7 millones de puestos de trabajo. Los invitados a estas jornadas podrán estar en una burbuja a diario pero no en Davos. Se han escuchado voces críticas con la globalización y a distintos movimientos sociales que cuestionan la visión dominante del establishment. “Aunque dista mucho de ser un foro representativo, por lo que tampoco cabe esperar que sus planteamientos acojan el conjunto de las opiniones”, apunta José Antonio Alonso, catedrático de Economía Aplicada en la Universidad Complutense de Madrid. Un dato, la igualdad de género ha sido un tema relevante en esta 45 edición del Foro Económico Mundial aunque sólo un 8% de los participantes fueron mujeres. “Esta cumbre está financiada por empresas transnacionales, el objetivo es el afianzar los postulados económicos neoliberales”, subraya el economista Eduardo Garzón. Un evento al que no fue Rajoy, pero sí David Cameron, Juan Manuel Santos, Enrique Peña Nieto, Alexis Tsipras, Manuel Valls, Mauricio Macri, Justin Trudeau, Joachim Gauck , Ahmet Davutoğlu, Jacob Zuma o Joe Biden, entre otros. “Se pretende influir en las decisiones gubernamentales de forma que las relaciones económicas y financieras estén cada vez más regidas por esos principios neoliberales”, incide Garzón.

davos2016 copy Mauricio Macri, Marcos Peña y Eric Schmidt

Desigualdad, justicia fiscal y empresas multinacionales

Unos días antes del Wolrd Economic Forum, Oxfam Intermón publicó un informe en el que se resalta que 9 de cada 10 multinacionales tiene presencia en al menos un paraíso fiscal y que el 1% más rico de la población concentra más riqueza que 35 millones de personas. Cifras que no pasaron desapercibidas. Joe Biden, vicepresidente de Estados Unidos, no se arrugó y en el discurso inaugural afeó a los asistentes. “Mantener millones de dólares en paraísos fiscales puede beneficiar a los accionistas pero perjudica a sus países. Devuélvanlo e inviértanlos en las comunidades, ellas permitirán que sus empresas prosperen”.

Se han dado pasos importantes por parte de la OCDE, a través de la iniciativa BEPS, que trata de evitar esas prácticas de las grandes empresas, asegura José Antonio Alonso. Por el contrario, se perdió una oportunidad excelente de llevar aspectos de coordinación fiscal internacional a un foro incluyente, como es Naciones Unidas, en la Conferencia de Financiación para el Desarrollo de Addis Abeba. “Los países desarrollados se negaron y esto confirmó una vez más que el propósito de avanzar seriamente en este campo no es serio”, destaca. Según Óxfam, la riqueza individual oculta en paraísos fiscales alcanza los 7,6 billones de dólares, lo que supone una pérdida de 190.000 millones de dólares más cada año en ingresos fiscales para los Gobiernos. Para José Carlos Díez, ha habido avances importantes en este tema en los últimos tiempos, aunque aún hay que mejorar: “lo que hay que hacer es acabar con las amnistías fiscales”. En opinión de Juan Ramón Rallo, los paraísos fiscales, al menos, sirven para limitar la voracidad tributaria en Occidente. “Sin ellos, los gobiernos nacionales nos subirían mucho más los impuestos a todos, el problema es que existan auténticos infiernos fiscales, que son los que padecemos todos los ciudadanos”.

El Secretario General de la ONU, Ban Ki-moon, fue otra de las voces que pidió ayuda a los CEO y políticos para la construcción de un mundo más equitativo: “Su apoyo y ejemplo pueden dar lugar a acciones para lograr una vida digna para toda la gente”. Asimismo, lanzó un mensaje para que las empresas colaboraran con el compromiso de alcanzar los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS). Puede que el objetivo oficial de Davos sea difícil de llevar a cabo, pero no hay dudas que los mensajes de la ciudadanía reclamando un mundo más justo sí llegan hasta las élites de este Foro Económico Mundial.

@ignaciocayetan

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