Los asuntos de género son una cuestión de derechos humanos. Los asuntos de género son una cuestión de igualdad. Son una cuestión de estado, de naciones; de diversidad; de mercado; de intimidad, de amor, de salud y de violencia… Los asuntos de género están en todos los ámbitos de nuestras vidas.
Todavía son muchas las personas que no son conscientes de que la crisis del COVID 19 tiene cara de mujer y en esta celebración del día de la mujer creo que es importante recordarlo.
La pandemia ha agravado la desigualdad entre hombres y mujeres en los ámbitos económico y sanitario, en la seguridad y en la protección social. Las mujeres son las que mayoritariamente han asumido las labores de cuidado, en los hogares, en las comunidades o en los centros sanitarios. Además, ellas corren un mayor riesgo de infección y de pérdida de sus medios de vida. Por último, hay un menor acceso a la salud sexual y reproductiva y un aumento de la violencia doméstica. La crisis sanitaria está generando situaciones que si no se controlan pueden tirar por la borda años de trabajo en igualdad de género.
Creo que es un logro global que el impacto de la crisis sanitaria en materia de igualdad haya generado una respuesta de alarma contundente y multitudinaria. Entidades internacionales como la ONU, la OECD, la Organización Internacional del Trabajo, el Foro Económico Mundial, el G7… se han posicionado fervientemente para recordar que los derechos de las mujeres estaban sufriendo. Infinitas universidades del planeta han dedicado sus recursos a producir investigaciones científicas sobre la situación de la mujer en la pandemia. El tercer sector ha sido extremadamente ágil en elaborar informes hablando de género y desigualdad durante la pandemia, como los de UNICEF, Human Rights Watch, Cáritas, Real Instituto Elcano, etc. La abogacía nacional e internacional también han hecho eco de esta realidad, el Consejo General de la Abogacía, el Colegio de Abogados de Madrid y de Barcelona, la abogacía australiana, la americana, el Consejo General del Poder Judicial...
En estas manifestaciones de alarma, las recomendaciones o advertencias que han surgido se pueden resumir en los siguientes epígrafes:
Estas recomendaciones surgen por la dureza de la realidad de la pandemia, donde las mujeres viven una situación difícil, y mucho peor durante el confinamiento.
En lo jurídico, que es mi ámbito, he podido conocer el impacto concreto del COVID 19 con algunas mujeres muy vulnerables. Por ejemplo, en la defensa letrada de los derechos de las mujeres en asuntos de familia y violencia de género, en función del lugar de residencia de la víctima, la protección y las medidas han sido distintas. Además, desde la perspectiva judicial, muchos casos de violencia pasaban desapercibidos. Los médicos forenses tuvieron grandes dificultades para ejercer su labor en remoto y estando los centros sanitarios saturados por el COVID-19, situaciones de violencia que en otras circunstancias afloraban en el ámbito sanitario, se vieron enormemente reducidas.
También he vivido la realidad de las víctimas de trata con fines de explotación sexual, de por sí en una situación extremadamente vulnerable, que la pandemia ha empeorado dramáticamente. Los traficantes han modificado sus métodos de funcionamiento y ahora la tendencia emergente es la poliexplotación. Los traficantes han usado las redes sociales para captar, publicitar, organizar el traslado y el alojamiento de las víctimas, la publicidad de los servicios de las víctimas, la comunicación entre los autores y el control de las víctimas.
La violencia digital también se ha convertido en un foco de peligro para niñas y mujeres durante la pandemia. La falta de movilidad ha multiplicado el uso de la tecnología para conectar a personas, y la violencia de género en redes sociales se ha desarrollado de forma exponencial durante la pandemia.
Es importantísimo abrir los ojos sobre la invisibilidad. Es urgente que midamos el impacto de género en la crisis sanitaria. La pandemia no ha afectado a todos por igual y sólo si conseguimos datos clasificados por género podremos observar y medir el impacto concreto.
Querría terminar esta reflexión haciendo un llamamiento a mi sector, la abogacía. En la abogacía española todavía no se ha hecho ningún análisis de cómo ha afectado la pandemia a las abogadas. Sin embargo, la abogacía internacional y en muchas jurisdicciones concretas ya se ha hecho. Sería un ejercicio interesante saber cómo se ha vivido y qué se podría mejorar para potenciales futuras emergencias.
Desde la abogacía podemos humanizar la justicia y dar un trato digno a las mujeres y sus hijas. Pero además, es importante que la abogacía cuide conscientemente la igualdad de género, para velar por los derechos de las más vulnerables con todo el énfasis que merece.
Carmen Pombo Morales
Fundación Fernando Pombo
Marzo 2021