“Es necesario para un cambio sistémico”. Hablamos mucho de "sostenibilidad a largo plazo" y "responsabilidad", aunque hay respuestas "correctas" y la jerga puede obstaculizar el entendimiento.
Es el caso de la “financiación combinada”. Para simplificar, se trata de un poderoso mecanismo para que gobiernos, filántropos e inversores maximicen el impacto medioambiental y/o social. Permite reunir diferentes fuentes de capital, público, filantrópico, y privado, bajo un objetivo compartido, destinado a transformar sistemas, como cambiar la trayectoria económica de un país, eliminar una enfermedad o salvaguardar el mundo natural.
Hay que tener en cuenta que reunir a estas partes tiende a complicar los procesos. Así, mientras que los donantes y financiadores privados cuentan a menudo con libertad para destinar dinero a lo que quieran, de la manera que consideren, la inversión de los gobiernos tiene que proporcionar rentabilidad financiera, social y ambiental, es decir "impacto" medible. Es precisamente lo que proporción la financiación combinada en el desarrollo social y económico.
Por ejemplo, según la Organización para la Cooperación y Desarrollo Económicos (OCDE), el déficit mundial de gasto en desarrollo requiere de 2,5 billones de dólares/año, aunque el gasto para la recuperación post-COVID ha desviado la financiación de los gobiernos destinada a otros problemas generales, como son los Objetivos de Desarrollo Sostenible de Naciones Unidas para 2030 (ODS).
Ahora bien, estos Objetivos se pueden lograr con el respaldo conjunto de gobiernos y filántropos, lo que reduce el riesgo. Ello crea las oportunidades para el sector privado. A su vez, las inversiones privadas aceleran el correspondiente desarrollo y aumentan el impacto positivo, incluyendo el rendimiento financiero. De esta manera, lo que era demasiado visionario, pronto o grande y, por tanto, arriesgado o simplemente caritativo, se convierte en oportunidad de inversión viable.
Ha sido el caso de la financiación combinada en Brasil, destinada a crear una red de energía sostenible. En concreto, un estudio en la revista Energy, Sustainability and Society compara la sostenibilidad energética de Brasil y de Nigeria, las mayores economías de América del Sur y África respectivamente. Desde 2019, las renovables hidroeléctricas han contribuido en Brasil al 80 % del suministro de energía. Este impulso de la electrificación se ha visto impulsado mediante la financiación del Banco de Desarrollo de Brasil, junto con fondos filantrópicos y privados. De manera que actualmente Brasil es líder en la generación de energía baja en carbono. El estudio concluye que lo mismo es posible en Nigeria si se pudiera adoptar el modelo de financiación combinada, con vehículos de diversificados y asociaciones público-privadas.
Por nuestra parte, como asesores de filantropía, tenemos el privilegio de trabajar con clientes que tienen el deseo y la capacidad de usar su riqueza para cambiar el mundo a mejor. Saben que sus decisiones pueden influir enormemente en el futuro de nuestro planeta e incluso nuestra supervivencia. Ello es particularmente relevante para la nueva generación de grandes patrimonios, cuya conciencia es innata respecto a los problemas ambientales y los desafíos sociales, a diferencia de las generaciones de sus padres y abuelos. Para algunos es suficiente con salvar vidas o cambiarlas. Para otros, ello es el primer paso para un verdadero cambio sistémico.