
La inteligencia artificial puede ayudar a tu empresa a ser más responsable. Y en este artículo te explico cómo. En los últimos años, muchas organizaciones han avanzado en compromisos ESG, con la creación de políticas y protocolos, firmando principios y declaraciones, y publicando informes sobre sus avances.A pesar de estos avances, aún no tenemos la certeza de estar haciendo las cosas bien, nos cuesta identificar previamente por dónde vendrá el riesgo. Porque claro, con el diario del lunes todos somos expertos.

En la era digital, los datos se han convertido en uno de los activos más valiosos del mundo. Sin embargo, su uso indiscriminado y la falta de una regulación global han permitido que la desinformación se propague rápidamente, afectando democracias, economías y sociedades enteras. Este fenómeno plantea retos éticos y sociales que requieren respuestas urgentes desde la gobernanza de los datos.

Hoy, más que nunca, las empresas tienen la responsabilidad, y la oportunidad, de ir más allá de sus objetivos corporativos para convertirse en agentes del cambio para mejorar la sociedad. Ya no basta con operar de forma responsable; se trata de activar soluciones reales, desde lo local y con propósito, que transformen su entorno y respondan a los grandes retos sociales y medioambientales

En un mundo sacudido por la polarización, la fragmentación social y el desencanto, hay un hilo invisible —y poderoso— que puede seguir tejiendo vínculos allí donde otros se rompen, la solidaridad nacida de la espiritualidad. Más allá de las diferencias doctrinales, rituales y dogmas, todas las religiones comparten un mismo latido esencial: el llamado a cuidar del otro.

La innovación social es un concepto clave que conecta la creatividad con la responsabilidad social y ambiental. Se refiere al desarrollo de nuevas soluciones para problemas sociales y ambientales mediante la cooperación entre empresas, gobiernos y la sociedad civil. En el contexto de la sostenibilidad, la innovación social se posiciona como el motor que permite a las empresas ir más allá de la responsabilidad social corporativa tradicional y transformar desafíos en oportunidades estratégicas.

¿Es posible ser una gran empresa sin renunciar a generar un impacto real en la sociedad y en el planeta? ¿Es posible contribuir al crecimiento de un negocio sin que eso vaya en detrimento del bienestar social? ¿Es posible formar parte del tejido empresarial y velar por el activismo social al mismo tiempo? La respuesta es sí.

Mayo es el Mes Europeo de la Diversidad. Un momento clave para reflexionar, pero también para actuar. Para las organizaciones que viven el presente y miran hacia el futuro, la diversidad ya no es solo una cuestión de cumplimiento normativo o Responsabilidad Social Corporativa. Es una palanca estratégica de competitividad e innovación.

En mi labor diaria tengo la gran suerte de mantener contacto directo con CEOs, directores generales, presidentes y alta dirección en general, de compañías de distintos sectores, de distintos tamaños, cotizadas y no cotizadas, familiares y no familiares…que me confían sus preocupaciones, sus problemas y también lo que les puede generar satisfacción.

Hay quienes, desde la soberbia, juzgan que el hombre no guarda ya secreto alguno para la ciencia y la tecnología, en especial desde que se ha abierto la era de la inteligencia artificial. Sin embargo, vivir en relación con el misterio no solo no empobrece nuestro existir, sino que lo abre a la fecundidad de la confianza, de la esperanza, de la humildad, del asombro.

La dimensión social ha sido durante mucho tiempo la prima pobre de la inversión ESG, ya que la «E» de Medio Ambiente y la «G» de Gobernanza se llevaban la parte de la atención. Pero en 2020, la pandemia de la covid devolvió la «S» al centro del escenario. Las empresas y los inversores tomaron plena conciencia de la importancia de preservar la salud y la seguridad y de preocuparse por el bienestar de los empleados, ya que estos últimos impulsan la creación de valor.