“NO OLVIDAR JAMÁS QUE BASTARÁ UNA CRISIS POLÍTICA, ECONÓMICA O RELIGIOSA, PARA PONER EN CUESTIÓN LOS DERECHOS DE LAS MUJERES.”
SIMONE DE BEAUVOIR
Las mujeres en México, como en gran parte del mundo, podemos observar dos batallas muy claras: el reconocimiento de los derechos políticos y la protección efectiva de los mismos. Se abrió el camino, pero no sé eliminaron los obstáculos. A nivel internacional, menos del 10 por ciento de los Estados en el sistema de Naciones Unidas tiene al frente a una mujer. En México, hemos tenido candidatas a la presidencia, pero prevalece el techo de cristal y la estructura patriarcal que aún promociona que una mujer no podrá llegar al poder.
En la lucha, podemos identificar, una primera instancia la lucha por el reconocimiento del derecho al voto de la mujer. En México, ese logro de da en 1953. La primera elección presidencial en la que votó una mujer fue en 1958. Son innumerables las historias de mujeres que buscaron un cambio en México antes de que el propio Estado les reconociera un espacio político. Ahí estaba la mujer: transformando en las sombras.
Abrir las puertas de la participación política no garantizó la equidad en el sistema político. Para colocar esto en relieve, después de la década de consolidación de los instrumentos internacionales de derechos humanos, en 1974 se reconoce en la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos (CPEUM) que, "el varón y la mujer son iguales ante la ley". Dos legislaturas después, veríamos una mayor representación de mujeres en el Poder Legislativo de México. No fue sino hasta el 2007 que una mujer presidió la Cámara de Diputados María Elena Alvarez de Vicencio. Estos fueron los primeros pasos de lo que hoy podemos observar como la paridad. En este camino sinuoso, siempre encontramos valientes mujeres que no se conforman con lo que es, sino lo que puede ser.
Esto nos lleva a un segundo punto: la protección efectiva. Hacer de la igualdad una realidad exigible. En la actualidad, a pesar de los avances, aún tenemos un largo camino por recorrer: menos de diez gobernadoras en la historia y solo dos actualmente en el cargo de un total de treinta y dos entidades federativas. Pensemos la paridad no solo en ciertos espacios, sino la paridad en todo: acceso al poder y toma de decisiones. No sé trata solamente de la mitad de las candidaturas, ese es un primer paso; se trata de transformar la forma de entender la política. Romper el patriarcado es combatir los retos estructurales de nuestro país hacia una perspectiva que no haga indiferente la violencia de género en todas sus formas, que permite un igual acceso de oportunidades, un igual salario por igual trabajo. El reconocimiento de esos derechos no llegará en México sin una mujer en la mesa; se necesita la perspectiva de la mujer en todas y cada una de las decisiones del país .
Para lograr combatir los retos estructurales existen organizaciones a nivel global como Mujeres de la Política que tiene como finalidad promover la profesionalización de la mujer en la política, en donde mujeres de diferentes países aportan sus conocimientos y capacidades para coadyuvar en los proyectos de todas las mujeres que quieran participar activamenteen política. Cómo género esto nos hace dar pasos importantes para que cada día más mujeres tengan acceso a espacios de toma de decisión.
El 8M no nos habla de lo que pudo haber sido, sino por lo que aun puede ser. Por eso, seguiré dando la batalla para rendir homenaje a quienes nos antecedieron, pero luchando por el futuro que nos prestan nuestras hijas. Es por ellas. Es por nosotras. Es por todas.