Si fuera adolescente no me quedaría de brazos cruzados ante un título tan injusto y poco responsable como el de la serie de Netflix. No todo vale para llamar la atención, vender y hacer caja. Los títulos etiquetan, y las etiquetas, como los sambenitos, son difíciles de quitar. Se instalan en el imaginario colectivo, distorsionan la realidad y hacen mucho daño. Más cuando se viralizan de forma rápida y masiva.