La educación nos tiene que ayudar a progresar. Algo que nuestro diccionario define como ir hacia adelante, avanzar o perfeccionarse. Y que hasta hace poco la sociedad relacionaba sobre todo con el crecimiento económico acelerado.
Los anglosajones dicen que el progreso equivale a reducir la pobreza y aumentar la felicidad. Y explican que se puede hablar de crear valor, innovar o aumentar la productividad, pero como medios útiles para ese fin. No como metas.
Desde esta perspectiva creo que no hemos progresado mucho durante los últimos años. Porque hemos confundido el progreso con el éxito financiero en lo empresarial y el estatus en lo personal. Ambos idealizados. Y consecuencia natural de un sistema educativo desnaturalizado. Desde el colegio hasta el MBA, esto último para quien tiene la suerte de aspirar a ser un directivo empresarial. Un sistema que no parece que haya construido sobre los valores de siempre, los universales que están por encima de cualquier ideología. Los que ayudan a reducir la pobreza y aumentar la felicidad.
Paradójicamente, estos son los programas sociales prioritarios en la mayor parte de las filiales españolas de grupos internacionales y de nuestras principales empresas. Entre las que lidera el sector financiero. Será para bien. Porque lo plantean a medio plazo. Y sin que sea obligatorio.
Buen puente. Buen Día del Trabajador.