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No es un buen momento para poner nerviosos a los ocho millones de pensionistas, que en seguida seremos todos. Aunque a corto plazo hay muchas otras prioridades en cuanto empecemos a superar la crisis, las consecuencias de que seamos el país más envejecido del mundo será la prioridad.

 

 Coincido con los líderes políticos y sindicales en que no es el momento de intranquilizar a los ocho millones de pensionistas. Pero sólo en eso. Porque tenemos que empezar a trabajar rápido y con inteligencia. Para ellos. Y para todos, porque el tiempo vuela. Y pensando en varias legislaturas, aunque sea una unidad de medida poco habitual.


Hoy contamos con 7,6 millones de personas de más de 65 años en España, el 16,6% de la población total. Que crecerán hasta los 16 millones en 2050, más del 30% entonces. Nos convertiremos en el país más envejecido del mundo. Pasaremos de los actuales 2,1 millones de octogenarios a más de 6. Y disminuirá el número de jóvenes, que desde 2001 es menor que el de mayores. Porque hoy somos 7 millones de menores de 15 años y 7,6 de mayores de 65. Además, parece que la relación entre contribuyentes y pensionistas se mantendrá en torno a 2:1 hasta 2015. Pero en 2040 ya será menor de 1,5 y el coste de las pensiones crecerá hasta el 17% del PIB en 2050.


Datos para reflexionar. Que generarán un aumento considerable del coste global de las pensiones y un mayor gasto sanitario y de atención personal. Como para no empezar a trabajar ya, aunque el debate público sea mejor que espere a mejores momentos. Apuesto a que es uno de los primeros en cuanto empecemos a recuperarnos de la crisis.

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