Preocupados por la situación actual de nuestras sociedades, de toda la humanidad y en concreto de nuestro planeta, las personas de bien nos planteamos cómo podemos hacer que las cosas cambien o tiendan a mejorar, a sabiendas de que los cambios a nivel mundial son lentos y difíciles y que conseguir un giro radical en nuestros hábitos resulta ser una utopía

 

Hace ya años surgió el concepto de desarrollo sostenible, que desde su nacimiento hasta ahora se ha visto modificado y matizado en numerosas ocasiones. En primer lugar cabe definir que algo o alguien es sostenible cuando está en equilibrio, se sustenta por sí solo. En segundo lugar, debemos ser conscientes del significado de vivir bajo las premisas de la sostenibilidad, porque, no significa exclusivamente cuidar del medio ambiente como hasta ahora se ha entendido. Una sociedad que vive bajo las premisas de la sostenibilidad es aquella donde el ser humano, sus valores y sentimientos son el centro de nuestras actividades y, su felicidad, el objetivo final.

 

Es una sociedad donde el empresariado cuida de los empleados y se preocupa por su bienestar. Es una sociedad donde se fomenta el respeto mutuo, la tolerancia, el cuidado del entorno, la paz, la amistad y todos y cada unos de los valores humanos que hacen a todas las personas vivir en armonía y felicidad. 

 

El gran obstáculo que encontramos es cómo conseguir ese aprendizaje, cómo actuar de manera sostenible, cómo entender qué significa y cómo podemos hacer de nuestra vida una existencia sostenible. Son estas preguntas las que han hecho surgir la iniciativa de "La educación sostenible". La educación en hábitos de vida sostenibles es enseñar a las personas a respetarse a sí mismas, a respetar a los demás, a vivir en igualdad, a ser solidarios con las personas que lo necesitan en nuestra ciudad o en cualquier parte del mundo, a respetar nuestro entorno y nuestro planeta, a compartir los recursos, a consumir con responsabilidad, a tener un ocio sano y saludable, a aprender a vivir con alegría importándonos los demás, preocupándonos por los demás y teniendo una actitud de vida basada en la responsabilidad.

 

Durante la infancia y la niñez se produce el afianzamiento de conductas, el aprendizaje de hábitos y costumbres. Es por esto que debemos dar la importancia que se merece a la enseñanza de la sostenibilidad en edades tempranas y el papel modélico que los educadores juegan en el aprendizaje. SI enseñamos en la infancia, niñez y juventud el concepto de desarrollo sostenible y los hábitos de vida basados en la sostenibilidad podemos hablar de un futuro esperanzador en la búsqueda y consecución de sociedades sostenibles, humanas, respetuosas, ricas en valores, satisfechas y felices. 

 

¡Trabajemos por un futuro mejor, apostemos por la educación sostenible!

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